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miércoles, 29 de enero de 2020

Junto a tu corazón

Cuánto le debemos los tangueros a la odisea amorosa de José María Contursi y Gricel... Esa fuerza biyectiva que transmiten sus encuentros y desencuentros. La negrura existencial que viven uno y otra a través de la distancia que los separa, amén de sus propios destinos personales. La cantidad de tangos hermosos, entrañables, que le dedicara el Catunga a su lejano amor son cuantiosos y de una llegada al oyente, receptor, realmente increíble.

José María Contursi

La autocompasión empática, la vida dañada, junto a la sabia resignación decantada por la melancolía, se funden en el hechizo de la evocación. El lamento ante el juego sarcástico de la vida evidencia en su cartografía sentimental el dolor del fracaso. Como asimismo el eclipse mental por las consecuencias torrenciales del enamorado que busca una especie de relámpago en la grisura cotidiana en que está envuelto.
                                                                                                

Que noche horrible para mí...
¡Todo en mi cuarto es frío!
Te debo todo, amor, a tí...
¡desolación y hastío!
Mi vida entera te la dí
y este cariño mío
pichón herido que buscó nido y calor
junto a tu corazón.
                                                  

El hijo de Pascual Contursi muestra una vez más su apego a nutrirse de la experiencia autobiográfica, para lograr un poema tremendo. Serpenteando entre las estrofas, las reminiscencias desvelan sus dimensiones emocionales y sensoriales, convirtiendo todo en un relato punzante, un texto conmovedor. En su naturalidad expresiva, empapado de sensibilidad, los pacientes recuerdos dejan las llagas al descubierto. La dura realidad.

Hoy como ayer
mis pobres ojos han quedado sin luz
y en mis desvelos solamente estás tú
como una burla a mi dolor...
Hoy como ayer
vuelvo a quedar tan solo...
Fue tanto el daño que me hiciste
cuando olvidando mi dolor te fuiste...
Hoy como ayer
envuelto en sombras otra vez quedaré
y entre esas sombras una sombra seré
para acordarme más de tí...
Hoy como ayer
¡Hoy como ayer te quiero!
Me arrastraré por mil senderos
y seguirás viviendo en mí.

Susana Gricel Viganó, la destinataria del tango

Hierve la verdad en la alquimia del verso. De forma obsesiva culmina el relato de la infelicidad sobrevenida  ante la ruptura, la lejanía... Los fogonazos del romance buscan el antídoto al inexorable olvido y surge del sentimiento, el deschave total. Una autocompasión empática en el hechizo de la evocación. El murmullo de la música eclosiona aún más el tono de la poesía, el dolor del desamor...

Si alguna vez tu corazón
se aturde en el pasado,
no pienses, vida, en el rencor
por lo que me has dejado...
Yo seguiré con este amor
sangrándome a mi lado...
y una mortaja con mis lágrimas haré
para ese muerto ayer.

Enrique Mario Francini y Héctor Chupita Stamponi le adosaron la música ideal a estos versos dramáticos por donde se los mire. Corría el año 1942 cuando, entre otros, Carlos Di Sarli recibió la partitura y con su orquesta y la voz de Alberto Podestá dando vida a la poesía sonora, elevaron la obra a una notable e inolvidable dimensión. Lo grabaron el 26 de junio de ese año.

                                      

                              

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