Translate

jueves, 30 de mayo de 2019

Bajo un cielo de estrellas

Los valsecitos le han dado un ingrediente vital al mundo del tango. Por su musicalidad, su bailabilidad y algunos versos que se han quedado instalados en el corazón de tangueros y milongueros de ambos sexos. Esos valsecitos que canturreaban las muchachas mientras fregaban la ropa o lavaban los utensilios de cocina. Que se escuchaban en cafés y fondas de los barrios, interpretados por fueyes, guitarras y cantores anónimos. Y se silbaban por las calles.

Hay innumerables ejemplos de este género que se han extendido a diversos países del mundo, porque los pinchadiscos de turno, siempre deben tener un stock oportuno para introducirlos en las tandas que separan la polenta intrínseca, emotiva, de los tangos, ingresando la cuota necesaria de ritmo y alegría vivificantes que se advierte en los giros y sonrisas de los bailarines moviéndose al compás de un valsecito..

                                 
En aquella hornada impresionante e irrepetible de los años cuarenta, germinó Bajo un cielo de estrellas. Con los versos tan emotivos y nostálgicos de José María Contursi y la música que ostenta una sensibilidad rítmica y melódica que le da alas a la letra, la va envolviendo e iluminando, y a la vez devolviendo una época que caducó pero que dejó huella en el poeta y también en todos nosotros.

Mucho tiempo después de alejarme
vuelvo al barrio que un día dejé
con el ansia de ver por sus calles
los viejos amigos y el viejo café...
En la noche tranquila y oscura
hasta el aire parece decir:
"¡No te olvides que siempre fui tuya
y sugo esperando que vuelvas a mí!"

¿Quién no ha pasado por una situación así? El regreso al pasado, la  alquimia de aquel romance iniciático con su temperatura emocional, las rememoraciones semicaóticas, esa casa cuya puerta está  fijada en la memoria, la reverberante chatarrería sentimental... y toda la liturgia del recuerdo desteñido ante la vista actual de aquellas calles, del viejo café conde se reunía la barra de amigos, las anécdotas, vendaval de ilusiones y las frases que se fueron quedando grabadas para siempre....
José María Contursi

En esta noche vuelvo a ser
aquel muchacho soñador
que supo amarte
y con sus versos te brindó sus penas...
Hay una voz que me dice al oído:
"¡Yo sé que has venido por ella...por ella"
Qué amable y que triste es a la vez
la soledad del arrabal
con sus casitas y sus árboles que pintan sombras...
sentir que todo, que toda la nombra,
¡qué ganas enormes me dan de llorar!

La vista de las cosas que quedaron atrás y ya no pueden volver duplican la persuasión de estar ausente. La noche tibia que se insinúa en la penumbra deja paso a la revelación que  traen esos escenarios particulares, llenos de fantasmas, de sueños, ronda de voces y emociones. El corazón  guarda una sustancia especial, el temblor de una pasión, palabras derramadas convertidas en cenizas... Y en esas calles que le devuelven viejos sueños, él intenta espantar aquellos recuerdos..

Bajo el cielo cubierto de estrellas
un fantasma parezco al pasar;
no he de verme jamás con aquella
que tanto me quiso ¡y hoy debo olvidar!
en la noche tranquila y oscura
hasta el aire parece decir:
"¡Para qué recordar que fui tuya
si yo ya no espero que vuelvas a mí!"

Lo grabó Miguel Caló con su nueva orquesta y el cantor Alberto Podestá, el 12 de marzo de 1941. Hacía cerca de 3 años que Caló no grababa y éste fue su primer registro en 1941 y el debut de Podestá, que venía de San Juan y tenía entonces ¡16 años!

                                        

                              

                                     

No hay comentarios:

Publicar un comentario