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miércoles, 1 de marzo de 2023

La bruja

    Este tango, grabado por la orquesta de Juan D'Arienzo, es carne de milonga desde que el Rey del compás lo llevase al disco con la voz de Alberto Echagüe en 1938. Sí, han pasado ochenta y cinco años y sigue incólume en la selección de los disc jockeys que dominan los protocolos y gustos milongueros y es un llamado de corneta a la pista, cuando suena por los altavoces, y las parejas salen pitando a bailarlo..

   Efectivamente, los versos de Francisco Gorrindo junto a la música de Juan Polito (que se lo dedicó al futbolista Carlos Peucelle), tienen un gancho tremendo para el baile, con el ritmo picante de la orquesta y la interpretación de Echagüe. Y el hecho de no  haber sido incluido en las grabaciones de otras orquestas -porque perderían, claro, ante la polenta de la versión D'Ariencista-, no limita el éxito del tema. Sólo se le agregó el  registro de Juan Polito con su orquesta y el cantor Raúl Figueroa en 1953.

                                     


 

   Es cierto que no lo podemos exhibir como modelo literario ni mucho menos. Pero el tango tiene infinidad de páginas exitosas que no lo son por la sandunga del verso, o por la composición musical. Aunque siempre se alzará contra erudiciones a la violeta y, con temas como éste, el tango reivindica su naturaleza bastarda y de aluvión. Y, por sobre todo, en el encuentro profundo de las parejas en la pista.

   En la letra del tango, el personaje acude al encuentro con la mujer que lo tenía totalmente entregado y dominado con sus caprichos, para decirle que la deja. Que la realidad ha roto con las expectativas amorosas y desgrana los restos del romance. Una coraza protectora, cuajada de intensidad, despojada de adornos, le sirve de descarga contra la turbiedad de la relación mantenida hasta ese momento.

Ahogando ese grito que sale del pecho
y llega a los labios cargao de rencor,
yo vuelvo a tu lado, atadas las manos, 
pero pa'decirte que todo acabó,
que ya no me importa tu risa o tu llanto,
que a fuera'e coraje vencí al corazón,
y hoy como nunca, mirándote cerca,
te veo realmente así como sos. 

La Bruja...
Que ayer fuera reina de todo mi ser,
hoy, roto el encanto, no es más que mujer...
La Bruja
Montón de caprichos que me esclavizó,
Hoy es un paisaje, cubierto de horror...

   Ya le cantó las cuarenta. Lo que presuntamente era amor se transformó en horror. Y  la separación la concreta con una determinación plácida, pensando en la redención del sufrimiento. Los momentos sombríos que reverberan en su memoria se convierten en agujero del pasado. La desposesión le permite escapar de un escenario ominoso y soñar con una plenitud emocional y espiritual en pareja.   

Me vuelvo a la vida sencilla y honrada,
me vuelvo a un cariño que es noble y leal,
y puede que un día, curada mi alma,
a fuerza de hombría levante un hogar...
Entonces, acaso, me habré redimido,
y vos, para entonces, quién sabe si sos
un cacho de invierno cargado de males
un resto de vida, un poco de tos...

   Evidentemente  no se trata de unos versos que destaquen literariamente, pero la fuerza que tiene este tango no se puede discutir. Por algo ha superado el paso de los años y vuelve en cada milonga con bríos renovados. La música de Juan Polito le sigue dando alas en la pista milonguera. 

   Y podemos escuchar una vez más la versión de Juan D'Arienzo con Alberto Echagüe, llevada al disco el 26 de agosto de 1938.

                                 

                              
                                                                                                                        
                                                                                                                                                                                                                                                                    

1 comentario:

  1. este tangazo siguió siendo un exito con la voz de Mario Bustos

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