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domingo, 27 de junio de 2021

Otro Gardel

Desde aquel Medellín,  
algunos junios                                                         
¡Cuántos ríos de lágrimas
corrieron bajo los tangos!
¡Cuánto Gardel nombrado
reclamado y usado!

Y, sí...,
nos ventajean el abismo cavado por su ausencia,
alguna que otra nostalgia bien legítima,
una memoria popular que agranda los fervores
y nos corren, nos corren:
"Que venga otro Gardel" -sacude algún micrófono.
Y quién se anima entonces, a decir:
"Que no venga".

Pero sólo es un chiflado escamoteo,     
más allá de las copas.
Delirio porteñero
con lloronas urgencias de bacán amurado.
                                                                                                       
Otro Gardel... 
Más vale
dejémoslo para el remoto día
en que él ya no cante
cada día mejor.
Porque... pensando en serio:
Otro Gardel no cabe en Buenos Aires.
Y él nos sigue enseñando 
esa manera que inventó 
de cantarnos cantando...
                                                                                                          
                                                                                  II
¿Acaso no descuelga su trino, todavía,
desde los pétalos recientes que,
zumban en ventanas y balcones?
¿No anda por los gorriones borroneados de tizne,
aquel vuelo truncado que incendió su sonrisa?
(Esa sonrisa, que aún llega, cachadora,
desde el telón de fondo de algún boliche humoso,
desde los colectivos que fatigan el alba).

¿No está en el ademán de aquel muchacho
que tanguea su musa en la cantina,
aquel perfil compadre que flotó en el Abasto?
¿No hay mucho de él,
en el silbido frágil y delgado
que se enrosca en frenadas y bocinas?

¿Acaso no nos sigue chamuyando
desde algún transistor calleafiebrado?
¿No lo acompañan otra vez,
orquestas, coros y cigarras,
mientras les hacen dúo,
innumerablemente, desde cualquier lugar,
gente del tiempo aquél,  muchachos y muchachas?

¿No le nacen amigos cada día?                                            
¿Anécdotas que caben en cien vidas?
¿Reclamos de sociólogos sin calle?
¿Imitadores, viudas...?
¿No lo están aplaudiendo como nunca,
en la penumbra de los cines?
Si ahora es más Gardel,
y aún falta descubrirle más milagros.
¿Para qué otro?

Si podemos decirle al fin de cada disco:
-Te pasaste, Carlitos...
Preguntarle:
-Don Carlos... ¿Cómo era aquel gorjeo,
y esa frase donde una lágrima quebrada
se colaba en la nota,
la "n" que sonaba como "r"
en fornética pura
 de arrabal y de "targo"?
¿Para qué otro Gardel;
                                                                                                


Si el cantor de aquella nueva ciudad
del siglo joven,
cantó por todo el siglo.
Que venga otro cantor:
Que vengan otros.
Que cada uno sea, que descubra
su propio mundo de cantarnos (el nuestro)
y alumbre con su canto 
a la ciudad de fin de siglo que estamos por fundar
a la del siglo que vendrá.
Que la anticipe
y traduzca a sus pájaros,
convoque a sus poetas,
estremezca a su gente.

Cada uno a lo suyo. Y con su pueblo.
Con su voz, la de todos. Con su canto.
 
Y hasta Gardel nos guiñará desde la imagen,
titilando entre el eco cercano de su voz volvedora,
como diciendo:
"Otro Gardel no cabe en Buenos Aires.
Pero caben todas las cigarras,
todos los pájaros, todos los grillos, 
todos los cantores que a su pueblo le canten."

Que crezcan alas, malvones, desde patios y terrazas.
Se siembren bandoneones, campanas y guitarras.
Que se desbanden palomares, barriletes, gorriones.
Se suelten pibes, silbidos y esperanzas...
Y las gargantas se iluminen desde el lado de adentro,
con todo el sol que llevan en sus ojos las muchachas,
para que cante Buenos Aires...
con el caudal de su río sin amarras,
con la luz que entra en el alba por todas sus ventanas,
con la verdad que mueve sus poleas y alimenta sus fraguas.
Y que Gardel -el único-
no deje de quedarse, de cantarnos, de hacernos sentir
                                             siempre donde el alma lo sabe,
que otro Gardel no cabe en Buenos Aires.
Que otro Gardel,
no cabe.

Héctor Negro


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