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lunes, 14 de enero de 2019

La galaxia de Gardel

   Además de acompañar películas mudas, terminaría por meterme adentro de la pantalla, porque ya más adelante actué o canté en muchas películas argentinas, entre las cuales algunas que fueron grandes éxitos como "El inglés de los güesos"," La importancia de llamarse Ernesto", "Fortín alto" y muchas otras más, demasiadas más.

                               


   Todo empezó a partir del primer éxito del cine sonoro argentino que fue "Tango". El propio título cuenta hasta donde llegaba ya el dos por cuatro en la vida del país. El ídolo era Gardel, pero no todavía el mito, aunque sus películas "Luces de Buenos Aires", "Melodía de arrabal", "El tango en Broadway", "Tango Bar" y "Cuesta abajo", crearon alrededor de nuestras canciones una pasión que sólo se emparejaba con la que despertaban las presentaciones del cantor, desde hacía ya tiempo sabiamente administradas por él mismo.

   Cada vez que me preguntaron y hasta sin que lo hicieran dije lo que siento y pienso acerca de Gardel. Él fue el maestro, a él le debemos prácticamente todo lo que hacemos tango. Y escrito esto, me da pena no tener ninguna anécdota propia acerca de Gardel, ahora que todo el mundo tiene una, porque quiere decir que nunca, nunca llegué siquiera a hablar con él.

   Conocí sí a otros grandes, pero mucho después. Por ejemplo a Enrique Santos Discépolo que por el año 27 no tenía la menor idea de mí, pero ya había estrenado Yira yira y un año después, cuando tampoco podía tener empalme alguno con mis ilusiones, lanzaba Esta noche me emborracho, tango que iba a hacer cantar hasta a los mudos.

  Por ese mismo año, en un estaño ocuro de Colegiales, yo había escuchado a un juglar anónimo este lamento que tampoco olvido:

Mama de mi corazón
hoy estoy arrepentido 
porque nunca te he querido 
como manda la ocasión 
Mama de mi corazón
¡soy un borracho perdido! 

                                    
Enrique Santos Discépolo y Carlos Gardel en los cortos de Morera
   

   Quiero decir que Discepolín, como Gardel, eran para mí gente de otra galaxia, además de ser hombres también de otra generación. Al inolvidable flaco lo conocí mucho más tarde y hasta tuve el orgullo de estrenar tangos de él, pero estaba muy lejos del Rivero de veinte años. Volaba ya muy alto ese hombre que en 1931 se preguntaba ¿Qué sapa señor? desde esta angustia:

Y en medio del caos
que horroriza y espanta
¡la paz está en yanta
y el peso ha bajao!

   Cuando me tocó tratarlo, todavía se hacía ese tipo de preguntas sin respuesta...

                                                                            Edmundo Rivero




  

2 comentarios:

  1. Que buenas citas de Rivero, José María. Te leo a cada tanto y me asombra tu conocimiento sobre tangos, y tu capacidad para sostenerla tan lejos. Vaya este abrazo para vos, en la espera de tu retorno a Parque Patricios. Aunque como Troilo, vos nunca te fuiste de tu barrio.

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    1. Hola Manolo... Parque Patricios me dio muchas cosas, y entra ellas el tango y mi oficio de periodista deportivo con el cual recorrí mucho mundo. Te mando un abrazo fortachón, también sigo tus cosas y ya sabés que... siempre estoy volviendo...

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