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sábado, 19 de enero de 2019

Desagravio

Traigo este tango a la página, lo desempolvo y lo rescato porque contiene los versos de dos poetas muy importantes del género que unieron sus plumas, su talento y su experiencia vital en las cosas del corazón. Homero Manzi y José María Contursi tenían, cuando escribieron esta letra, 38 y 34 años respectivamente. Ambos arrastraban historias de amor que los desgarraban y que fueron muy conocidas. Varias páginas históricas del tango encierran toda la sustancia del desamor que vivieron.

¿Cómo fue que se unieron para escribir este tango? ¿Cómo entrelazaron l'amour fou de ambos en una entrega común? Retornan las antiguas emociones por el flujo azaroso de la memoria y con escueto ropaje instrumental, aparecen vívidas en un tango, cuyas imágenes  reflejan las aristas astilladas y  perfiles vibrantes del amor desolado.  Manzi y Contursi son los protagonistas de esta historia.

José María Contursi

Ambos se encontraron con Pichuco que en ese año de 1944 había llevado al disco Cristal, Sombras nada más y Tabaco, del Catunga Contursi, y Torrente, de Manzi. Mientras Pichuco se fue hasta SADAIC y pidió que lo esperaran en el café que está cercano a la entidad de los compositores y poetas, los dos grandes del verso charlaron y entre una cosa y otra surgió la idea de escribir un tango. La idea la tiró Contursi  que venía de pegar un exitazo con Sombras nada más. Lo grabó Lomuto con el cantor Alberto Rivera y le dijo al Catunga:
-A ver cuándo me traés otro tema como éste...

Y quedaron en encontrarse para trabajar sobre el tema del amor... "en llanta", como diría Homero. Y mientras éste revolvía el nuevo café que había pedido, soltó el título: "Desamparo...". Y al rato: "No, mejor "Desagravio". Y el Catunga agregó:
-Yo hago la primera parte y te la paso para que corrijas y hagas lo que sigue...

Homero Manzi
                                   
Las historias de Gricel y de Nelly Omar con ambos poetas fue la llave que latió en los versos.

El destino, que siempre vive alerta
por fin golpeó mi puerta
para cobrar mi error...
Fui culpable
de que sufrieras tanto
culpable de tu llanto,
culpable de tu amor....
Mis veinte años no sabían
lo que vale una ilusión.
Y, cobarde, mi paso traicionero
detrás de otros senderos
un día se alejó.

Homero hiló la segunda parte con los flecos de su nostalgia amorosa y su estro, horadando en la grieta, no necesitó tensar demasiado sus destrezas poéticas y rápidamente completó el cepo sintáctico de este tango. La remembranza y el fermento común labraron el descargo emocional.

Y hoy, he vuelto tan cambiado
que, entre lágrimas tus ojos
me contemplan asombrados...
quise atarme a tu perdón y el corazón
sintió tu corazón
helado...
Ves...
la vida nos enseña a comprender...
Ves, el tiempo te ha vengado sin querer
y, al final, hecho pedazos
se nos muere entre los brazos
el ayer....

El Catunga Contursi cumplió llevándole los versos completados a Francisco Lomuto que le pondría música a los mismos y lo grabó con su orquesta y Alberto Rivera, el 13 de diciembre de 1944. Nueve días más tarde lo llevó al disco Francisco Canaro con su conjunto y el cantor Guillermo Coral. No tuvo mayor resonancia. Reynaldo Martín lo resucitó, pero el valor que le doy es por la sociedad poética de dos grandes del género, tan poco habitual en la historia del tango.

Podemos escuchar la versión de Francisco Canaro con Coral (Guillermo Rico)


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