Entonces me puse a observar a varias de las parejas destacadas y vi unas cuantas exhibiciones de la dupla Gustavo Naveira-Giselle Anne, que se pasan el año girando por el globo terráqueo. Dando clases y mostrando su arte, sumamente reconocido en los sitios donde el tango ha sacado carta de ciudadanía, porque cada vez lo baila más gente. Y sobre todo los jóvenes.
A Gustavo lo señalan como exponente del tango nuevo, un eufemismo que en realidad esconde con ese aditamento: nuevo, a la palabra mágica Tango. Algo, a veces señalado como pretendidamente revolucionario, distinto. Pero lo veo bailar a Naveira, con su pareja, y para mí es todo un clásico. Elegante, caminador de la pista, rítmico, ha logrado un gran entendimiento con Giselle, pero no se sale de las coordenadas que marcan al tango bien bailado.
Aunque es cierto lo que afirma y en ese sentido él es uno de los abanderados.
- La evolución es algo que se da inevitablemente y no se le puede poner límites. El tango que nos gusta, es el tango que mantiene la esencia de lo tradicional. Nosotros no podemos despegarnos de eso y no queremos hacerlo, obviamente, pero lógicamente hay un avance muy grande.
Yo entiendo la evolución con el paso del tiempo. Los futbolistas de hoy juegan con zapatos de fútbol que pesan 100 gramos. Los de los años cuarenta pesaban 3 kilos y si llovía, el doble. Y del balón, ni hablemos. Cabeceabas con la pelota mojada y te quedaba zumbando el balero durante un rato largo.Y esas mejoras se pueden aplicar en todos los órdenes. Antes no había videos ni filmes sobre el baile del tango, que te ayudan a ver defectos, posturas y demás. Y a cuanto bailarín o bailarina se te ocurra. En esto se ha avanzado notablemente. Pero de aquellos úteros fundacionales viene todo y caminamos, bailamos, jugamos, sobre esas bases.
De esta pareja no se puede esperar fulguraciones, embestidas, vuelos incendiados, ni revoleos que sólo llaman la atención a los novatos y desconocedores de las reglas del género. Son además, tanto él como ella muy buenos profesores, cómo comprobé hace dos años en Buenos Aires. Había llegado ese día a Argentina, y me escapé por la noche al Club Huracán, porque había milonga, y me permitieron ver la clase previa de Gustavo y Giselle, sentado al borde de la pista. Incluso vino a saludarme. Y realmente era una clase con mayúscula, a la cual acudían hasta neo profesionales.
Cuando se ha bailado y experimentado lo suficiente, puedes jugar mucho con el autodominio, y eso es lo que aprecio en Naveira. La voluntad de transmitir la energía de sus ideas. Bailar un tango corpóreo sin entregarse a la desmesura pour épater al público. Es fundamental que no haya desproporción entre la sustancia y el envoltorio.
Lamentablemente a veces hay bailarines con algunos kilómetros transcurridos que parecieran ignorar que entre los espectadores, hay gente que domina el arte del tango bien bailado. En su afán de buscar el aplauso a toda costa, hacen movimiento reñidos con el savoir faire, con la elegancia y el peso de los códigos testamentarios. Como diría Nietzche, "enturbian el agua para que parezca profunda" .
Por eso los invito a ver otra vez a Gustavo Naveira y Giselle Anne. Se trata de una exhibición en Estados Unidos, durante el mes de abril de este año.
Primero, en el hermoso tango de Héctor Quesada: Indio manso, por la orquesta de Carlos Di Sarli.
Y a continuación, el Valsecito de antes, de Antonio Sureda, por la orquesta de Juan D'Arienzo.
De diego...
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