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lunes, 20 de octubre de 2025

Siga cantando nomás

En 1985, esta milonga de Héctor Negro y Carmen Guzmán ganó el primer premio del "Certamen Gardel de la canción". Fue compuesto con motivo del 50º aniversario del fallecimiento del zorzal.  El jurado lo integraban Héctor Stamponi, Oscar Cardozo Ocampo y Homero Expósito. Los versos son de Héctor Negro. ("Como una luna de peinado liso / toda sonrisa de color de luna. / está su cara donde el pueblo quiso. / Está su voz, como ninguna...")... 

Carmen Guzmán era mendocina, nació en 1925, aprendió de su hermano (compositor, músico y cantor con "Los Trovadores de Cuyo"), los rudimentos del acompañamiento, antes que éste falleciese prematuramente. y comenzó su romance con el tango en 1944 participando de un concurso. En 1950 gana por primera vez un premio como compositora con su tango "Y ya no estás". 

                             

· (13 octubre 1925 - 17 mayo 2012)  
 

En 1958 graba su primer disco para Philips y se radica en Buenos Aires con su canto y su guitarra, partiendo desde allí a recorrer todo el país y los países vecinos. Casada con otro brillante músico ("pianista, esposo y amigo", lo definiría ella), Pedro Belisario  Pérez, comparten el el amor e infinidad de canciones creadas en sociedad, con el lifting que imponen la modernidad y el talento de ambos.  

Actuará al lado de grandes como Troilo, Goyeneche, Francini, Martha y su hijo Waldo de los Ríos, la Simone, Piazzolla, Lucio Demare, Falú o Atahualpa, en un local de Cangallo y Libertad,. ("Aquella etapa era hermosa.  Recuerdo que Piazzolla me decía: "Ché negra, traé la guitarra y cantame una milonga...".), ganándose el sitio por su tenaz romance con la música que enaltece con talento y entrega. 

Los versos de Héctor Negro en este tema exaltan la figura gardeliana y le dan el realce decisivo con una pluma exquisita, simbolizando su arte que se expande por radios, transitores y tocadiscos. Lo coloca poéticamente en el paisaje del alma que no ha sido envejecido por la modernidad. La intensidad epidérmica del que supo  darle el valor decisivo a cada verso, florece en la poesía.

Como una luna de peinado liso,
Toda sonrisa de color de luna.
Está su cara donde el pueblo quiso,
Está su voz, total, como ninguna.
Regresa entero por los transistores,
Salta balcones y se desparrama.
Zorzal que vuelve a congregar fervores,
Morochamente así, de rama en rama.

Los mitos suelen fortalecerse con una vaga irritación de misterio, que actúan obre los distintos centros de gravedad emocional. y dentro de ese laberinto aleatorio, el dueño de esa voz que no se parece a ninguna otra, soporta tras su muerte todo tipo de especulaciones fantasmagóricas. El poeta le da ese toque justo para engancharnos en su exposición gardeliana. 

Será que nunca se fue.
O acaso que se sembró.
Será que pudo volver
Y ser por siempre el cantor.
Lo nombran Carlos Gardel,
Comentan que es inmortal,
Su voz nos tiembla en la piel,
Su canto no tiene edad.
Ni el fuego pudo, ni el tiempo,
Siga cantando, zorzal...

Calzó la pinta y la colgó en la foto,
Entró en el cine a lo Gardel, matando.

Cantó a su pueblo de bolsillos rotos,
Cantó por todos y sigue cantando.

Fue tan Gardel que siempre sigue siendo
Ya sin fronteras y multiplicado.
Venciendo al tiempo que lo ve creciendo,
Eternamente así, a nuestro lado.

Ni el fuego pudo, ni el tiempo,
Siga cantando, nomás...
 
Y entonces Carmen Guzmán saca a relucir su talento, rodeadas de poetas luminosos como Héctor Negro, iluminando con su guitarra, goteando un tiempo de prisas, recreando  un hábitat, emparejando lo culto y lo popular en la textura de su melopea musical. Y los sentidos versos de Negro, son musicalizados por esta compositora exquisita.  
 
La escuchamos a Carmen cantando esta milonga y acompañándose en guitarra, en el programa de Eduardo Bergara Leuman, "La botica del ángel". Año 1985.
 
                                 

 
 
 
 
 

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