Siempre vale la pena recordar a ese contrabajista-guitarrista-poeta llamado Arturo Hércules Gallucci, aunque como tantos otros colegas, borró su segundo nombre para firmar tangos, milongas y valsecitos que estribaron en el repertorio de orquestas típicas y cantantes. Nacido en 1909 y luego de recorrer varios caminos musicales entabló una sólida relación con el maestro Carlos Di Sarli.
"El señor del tango" le grabaría nada menos que once temas suyos, lo que da una pauta del nivel poético-musical del hombre del barrio de San Cristóbal, que heredó muchas de las virtudes musicales de sus padres, creadores de la troupe "Los Fregolini". También lo copó la bohemia y fue recorriendo los boliches tangueros del centro porteño donde forjó muchas amistades que lo empinarían en su oficio.
Sobre todo cuando conoció a Carlos Di Sarli quien le brindó de entrada toda su confianza, porque entrevió sus aptitudes y así pudo introducirse en el relumbre de lo esencial. Así fue forzando sis destrezas y el maestro de Bahía Blanca estrenará y grabará dos temas suyos que le abren el camino al éxito: La milonga "Yo soy de San Telmo", que lleva versos de Victorino Velázquez y "Cómo se hace un tango", con versos de Enrique Dizeo. La música de Gallucci realza el valor de las letras citadas.
La poesía del tango que desglosamos nos muestra al autor conversando con su madre y en esa deriva acepta una supuesta pregunta de ella sobre cómo se hace un tango. La conversación tiene su punto de arranque en el interés de la madre por esa pasión tanguera del hijo. Y el utillaje, el concepto, la magia del instante, lo lleva a él en busca de la palabra justa y bella para definirlo.
¿Así que usted quiere, vieja,
que empiece a contarle yo,
cómo se hace un tango, no?
Le haré el gusto, si me deja.
Vaya parando la oreja
que va a hablar el que la adora
hoy, mañana, a toda hora.
Porque pa’ mí, donde cuadre,
usted no es sólo mi madre,
sino mi novia, señora.
Cómo se hace un tango, dijo,
oiga mama, con dolor,
mezclao con pena de amor
que es la que sienten los hijos.
Con el pensamiento fijo
en la que estoy contemplando.
Con el que vive esperando a la que no llega nunca
y con esa noche trunca
de los que van aflojando.
La noche acumulada en los recuerdos, la humildad que conlleva la pobreza, el secreto que guardan las palabras, el fervor de lo vivido, se va deslizando en la nostalgia por esa cultura tan viva, tan inflamada. En ese arrebatador tono final van desfilando la mujer que sueña con enamorarse, el que no tiene dinero para cumplir con sus sueños, la pobreza como punto final que define la raíz popular del tango.
tiene la hermosa mujer
que anda con ganas de ver
el que se muere de antojos.
Con los dolientes enojos
de aquel que le falta un cobre.
Con el que piedad le sobre
Con eso, así, se hace un tango,
con la emoción de los pobres.
Carlos Di Sarli con su orquesta y el cantor Roberto Rufino, lo grabó el 5 de marzo de 1943. Hermoso registro.
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