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lunes, 12 de septiembre de 2022

Alberto Vaccarezza

    Considero que es importante recordar la obra de este talentoso sainetero, comediógrafo, poeta, que dejó un tendal de obras teatrales y de tangos durante toda su etapa productiva. Una etapa que fue larga, homogénera, criollista y exitosa. Nacido en el barrio de Almagro el 1 de abril de 1888, pero criado en el barrio de Villa Crespo, nunca dejó atrás a esas calles donde creció y y en las cuales se fue familiariarizando con el habla de los amigos, vecinos, comerciantes y demás que habitaban aquellos conventillos proletarios, con inmigrantes europeos que buscaban un nuevo destino.

   Debutó como autor teatral cuando apenas contaba 17 años, lo que es toda una demostración de capacidad visual, imaginativa y literaria. Había trabajado como ayudante en un juzgado y esa primera  obra se llamó precisamente: El juzgado, representado por un grupo en el que aparecía como organizador un joven llamado Carlos Perelli que, con el tiempo sería un reconocido actor.

                                  


   Fue compañero de colegio de Armando Discépolo y mantuvieron una amistad cercana a lo largo de los años, aunque la obra de uno y otro era completamente distinta en su enfoque y desarrollo. A Vaccarezza se lo reconoce como el creador del sainete y siempre se desempeñó en este tipo de género chico criollo. Con el agregado de que  para estas piezas teatrales siempre escribía tangos que también entrarían en la órbita popular a través de cantantes y orquestas típicas. 

   Siguió escribiendo sus obras para el grupo de Perelli, siempre lejos de los grandes escenarios, hasta que se presenta a un concurso organizado por  el dueño del Teatro Nacional, Pascual Carcavallo. Su obra Los scruchantes (Ladrones que entran a robar en las casas), obtiene el primer premio y será estrenada en el mismo teatro céntrico en julio de 1911. Ello le abrirá para siempre la puerta grande de los escenarios.

                               



   Entre su vastísima obra cabrá destacar especialmene el éxito obtenido con la representación de Tu cuna fue un conventillo, Juancito de la Ribera, El conventillo de la paloma (estrenada el 5 de abril de 1929, record de público, en el teatro Nacional, pasó las 1000 representaciones en 1930) , Lo que le pasó a Reynoso, Cuando un pobre se divierte, Conventillo nacional, Todo el año es carnaval, Villa Crespo, El arroyo Maldonado, Murió el sargento Laprida, Todo bicho que camina va a parar al asador, Entre taitas anda el juego, Va cayendo gente al baile y una lista que supera las doscientas obras.

   Pintaba graciosamente en un versito la fórmula para crear un sainete:

                         "Un patio de conventillo, 
                           un italiano encargado, 
                           un gallego retobado, 
                           una percanta, un vivillo, 
                           dos malevos de cuchillo, 
                           un chamuyo, una pasión,
                           choque, celos, discusión, 
                           desafío, puñalada, aspamento, 
                           disparada, auxilio, cana, telón."

   Y también es muy destacable  -aparte de ser llevadas al cine varias de esas obras, su trabajo como charlista radial y poeta que vio editados tres libros suyos de versos, grabar varios poemas en disco Odeón, ser Presidente de la Casa del teatro y de Argentores (desde donde comenzaría a luchar por los derechos de autor y a solicitar a los empresarios teatrales su contribución), mantenerse durante cuarenta años como el sainetero más exitoso y escribir tangos que tendrían gran acogida. 

                          
Troilo, Vaccarezza, D'Arienzo, Canaro y Discépolo, detrás, la orquesta de Pichuco.

     Los mismos, fueron en su mayoría creados para momentos determinados de sus obras teatrales. Entre ellos podría citar  algunos como La copa del olvido, No le digas que la quiero, Padre nuestro (el gran éxito consagratorio de Azucena Maizani), Araca corazón, Botines viejos, El carrerito, Talán talán, El poncho del amor, No me tires con la tapa de la olla, Adiós para siempre, Calle Corrientes, Otario que andás penando, Atorrante, Maldonado, Francesita, Julián Navarro, El poncho del amor, Botines viejos, Muchachita porteña y otros.

   Los compuso en colaboración con músicos como Enrique Delfino (el que más temas firmó con él), Francisco Canaro; Raúl de los Hoyos, Juan de Dios Filiberto, Antonio Scatasso, Mariano Mores y otros. Carlos Gardel, gran amigo suyo, y al que despediría con un discurso a la llegada a Buenos Aires de sus restos, le grabó trece temas. Además de los que están entre los citados, también le llevó al disco su zamba  Adiós que te vaya bien y el estilo Eche otra caña pulpero, ambos con música de Delfino. 

  Alberto Vaccareza (Se llamaba Bartolomé Ángel Venancio Vaccarezza), falleció el 6 de agosto de 1959, con 71 años dejando una enorme obra teatral y tanguera, además de su trabajo incansable al frente de las entidades señaladas.

   Podemos recordarlo a través de dos temas suyos. El primero: Araca corazón, que lleva música de Enrique Delfino y lo canta Julio Sosa, acompañado por la orquesta dirigida por Leopoldo Federico.

                             


    Y el valsecito Muchachita porteña, compuesto con Mariano Mores, que grabara Juan D'Arienzo con la voz de Héctor Mauré, el 29 de abril de 1942.

                                            


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