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viernes, 17 de diciembre de 2021

La viajera perdida

    Los tenemos un poco olvidados a esa yunta de creadores de canciones, tangos, valsecitos y milongas que retratan toda una época histórica de Buenos Aires, de la Argentina, de los mazorqueros, los años de Juan Manuel de Rosas. Y lo más importante: el estilo. Porque todos esos temas llevan la firma de una persona que enriqueció notablemente la poesía tanguera y dejó junto a Maciel un legado muy valioso.

                                       

Héctor Pedro Blomberg

   Nacido en  en 1890, hijo de paraguaya, nieto de un marino noruego y sobrino nieto del mariscal Francisco Solano López, Blomberg publicó su primer libro de poemas a los 23 años de edad. Antes de convertirse en viajero incansable, hizo de todo. Fue periodista de La Nación, escritor, poeta, autor de numerosos libros, guiones teatrales, cinematográficos y radiales, profesor de inglés, y colaboró en numerosas revistas de la época (Caras y caretas, Fray Mocho, La novela semanal, El Hogar).

   A sus 21 años, paseando en el puerto, vio un barco que estaba por zarpar hacia Europa, conversó con dos marineros, se puso de acuerdo, corrió hacia su casa en el barrio de Monserrat, armó una valija con sus ropas y se alistó en el buque, comenzando así su vida viajera, que en este caso duró dos años. Pero ello no le impediría escribir siempre sus temas tangueros con imágenes poéticas que reflejaban la historia argentina o el día a día de su andar porteño.

                                      

Enrique Maciel

   Blomberg y el Negro Enrique Maciel (Pianista-guitarrista-compositor), se conocieron en la década del veinte y su obra recalaría casi en exclusividad en el repertorio popular de Ignacio Corsini. Maciel -que sería director de su propia orquesta- era uno de los famosos y brillantes guitarristas que acompañaban a Corsini. Varias obras del dúo Blomberg-Maciel escalaron rápidamente en la predilección popular y quedarían para siempre en la historia del género: La pulpera de Santa Lucía,  La mazorquera de Monserrat, La viajera perdida, Violines gitanos, Los jazmines de San Ignacio, Tirana unitaria, La canción de Amalia, Me lo dijo el corazón, Siete lágrimas, La china de la mazorca y La viajera perdida, entre otros.

    Hoy me ocupo precisamente de esta página que supo recuperar Aníbal Troilo, logrando una brillante interpretación del tema, con la voz impagable de Edmundo Rivero, en 1949. Los versos están dedicados a Alicia Elsa French, descendiente del  prócer de la Revolución de Mayo, Domingo French.  Fue secretaria de Blomberg en París, cuando éste era corresponsal del Diario La Razón entre otras labores. Alicia era la encargada de difundir  en varios medios las notas sobre el tango, que escribía Blomberg. Se había diplomado en Filosofía y letras, y enfermó, muriendo tempranamente, cuando trabajaba con el poeta, Éste, muy afectado por el tema, le dedicó los versos que Maciel musicalizaría y lanzaría Corsini en 1930.


Vestida de blanco, sentada en el puente,
leía novelas y versos de amor,
o, si no, miraba la espuma que hirviente
cantaba en la estela del viejo vapor.
En noches serenas, soñando a mi lado
mareados de luna y ensueño los dos,
sus ojos miraban el cielo estrellado
pensando en el puerto del último adiós.
 
Pasajera rubia de un viaje lejano
que un día embarcaste en un puerto gris,
¿por qué nos quisimos, cruzando el océano?
¿por qué te quedaste en aquel país?
Aún guardo la vieja novela que un día
dejaste olvidada sobre mi sillón,
escrito en la tapa, tu nombre: “María”
después una fecha y un puerto: “Tolón”.
 
¿Aún vives y sueñas? Quizás hayas muerto
pero en mi nostalgia romántica y gris,
Espero encontrarte soñando en un puerto
bajo el claro cielo de un dulce país.
Te amaba y te fuiste. Seguía el navío
por mares de brumas y puertos de sol,
tu sombra lejana quedó al lado mío:
un sueño de Francia y un verso español.
 
Pasajera rubia, viajera perdida
que un día en un puerto lejano se fue,
dejando una extraña nostalgia en mi vida
acaso ni sabes que yo te lloré.
Me da su perfume tu blanco pañuelo
tu nombre, María, me da su canción,
reflejan tus ojos la luz de otro cielo
te llevo en el barco de mi corazón.

   Corsini lo grabó el 7 de marzo de 1930. Y la impecable versión de Aníbal Troilo con la voz de Edmundo Rivero le dio un espaldarazo total a este hermoso tema. Lo llevaron al disco el 20 de octubre de 1949. Lo escuchamos.

                                   

       
   

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