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martes, 8 de diciembre de 2020

Olvídame

    Los milongueros ardemos de impaciencia por las ganas que tenemos de volver a las pistas de baile y caminar al compás de esa música que nos desborda el alma. Los diez meses que llevamos amurados en nuestras casas escuchando a ratos esos temas que nos golpean, nos invitan a milonguear, se nos hacen largúisimos, más aún de los que suman. 

   Y estaba pensando casualmente en lo genial que debe haber sido para algunos autores de cuore milonguero bailar sus propios temas. No creo que habrán habido muchos que describieran o musicalizaran temas y que además los interpretaran con su pareja en la pista. Y curiosamente sí hubo un poeta-compositor que destacó por sus proezas de bailarín y los innumerables temas que compuso y que serían interpretados por diversas orquestas y cantantes con reconocido éxito.

Bucino y Carmen Samaniego bailan en 1934
                        

   Me refiero a Miguel Bucino, ese amigo al que tuve toda una mañana en mi programa de radio Argentina y con el cual me reencontré muchas veces en el Hipódromo de Palermo o San Isidro. Un tipo cordial, jovial, entrañable, que no le daba mayor importancia a su increíble currículo artístico. Bandoneonista frustrado que arrancó tocando con Pirincho Canaro, luego secretario privado de éste, su hombre de confianza y bailarín de postín que recorrió países de Sudamérica y Europa con orquestas y su compañera. El mismo que de niño vendía diarios en la esquina de Reconquista y Bartolomé Mitre.

   Bucino arrancó en aquellas exitosas temporadas teatrales de Canaro-Pelay, en 1935 con la obra Rascacielos. En 1936 actuó La Patria del Tango, en la cual bailaba un tango y una milonga con la actriz María Esther Gamas. En 1939 la revista que se llamaba El muchacho de la orquesta, Bucino bailaba con su compañera Tersita Padrón. En 1942, durante la comedia musical Sentimiento gaucho le tocó bailar con Beba Bidart la milonga El chino Pantaléon y en el cierre del espectáculo en gran acto musical una "suite" de tangos y  milongas.

   Viajaría por varios países con orquestas y compañías  teatrales. Su simpatía le permitía también establecer relaciones con personajes importantes del mundo. A muchos de ellos les enseñó a bailar el tango. Pero siempre conservó ese talante familiar, campechano, amistoso. Y cuando se le dió por escribir y componer tangos y milongas descubrió que esa sería la suma y final de todos sus afluentes tangueros y artísticos. En aquel tendas de rimas y apretadas melodías encandenó una gran cantidad de sonados éxitos. 

                                     
    En tren de mencionar algunos de ellos podría citar Que me quiten lo bailao, Lo pasao pasó, Una carta, Tedio, Bailarín compadrito, Encuentro, Y siempre la misma historia, El corazón me engañó, Olvídame, Amarroto, Decile que vuelva. Las milongas que pegaron fuerte como: El viento me cuenta cosas, Milonga del corazón, Mucho... mucho, La mañana; el valsecito Cuatro palabras y podría seguir nombrando...

   En una nota anterior sobre Bucino, recordaba  que como había quedado en venir al programa, yo siempre portaba algún LP con temas de los invitados. Y un poco al voleo porque salía apurado de casa, llevé el que contenía el tango Tedio, por Troilo-Marino. Y cuando en un momento de la charla, puse su tango, se quedó pensativo y me contó como había escrito ese hermoso tema, una tarde lluviosa, mirando por la ventana desde su escritorio y recordando un momento especial de su vida con el final de una relación sentgimental.  

   En otra charla que tuvimos tiempo después,  cuando le pregunté qué tema suyo le gustaba bailar, me sorprendió por la rapidez con que me respondió. Me dijo que disfrutaba mucho bailando Olvídame, en la versión de D'Arienzo-Echagüe. "El ritmo, la fuerza de la orquesta y el cantor se fusionan y me enganchan. Además, al incorporarlo a su repertorio, D'Arienzo lo aligeró, le cortó algunos párrafos al verso, como se usaba entonces y le quedó redondo.  Canaro con Roberto Maida también le cortó un par de párrafos, pero es más milonguera la versión de D'Arienzo".

   En dicha versión, D'Arienzo, se salta los dos primeros párrafos del tema y Echagüe canta con su polenta habitual el tema que también musicalizó Miguel Bucino. Lo grabaron el 30 de mayo de 1939.

                            



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