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sábado, 20 de agosto de 2016

D'Agostino-Vargas

Fue una de las grandes sociedades del Buenos Aires tanguero en aquella gran época de oro, y nos sigue acompañando en las veladas milongueras, incluso mucho más allá de las fronteras del Río de la Plata. La orquesta tiene un tono especial para los bailarines, distinto al de otras grandes formaciones y el touch de Angelito Vargas con su voz y estilo tan personales, nos deja ese tono intimista que invita al baile y la concentración interior.

Se conocieron en 1932 y se unieron para la historia en 1940, cuando serían contratados por Radio El Mundo, lo que significaba el espaldarazo hacia la fama. Los porteños agradecieron esa aleación y los tuvieron siempre en un pedestal. El empresario José Vázquez, marido de la gran recitadora Berta Singerman, sería quien le recomendara a este cantor, que D'Agostino prueba en el Teatro Cómico -donde actuaba- y lo contrata para cantar con su conjunto en el cine-teatro Florida. Dura muy poco la unión porque D'Agostino tenía otros compomisos, aunque esporádicamente volvían a reunirse.

                                   


D'Agostino estudió música de pequeño, vivió en el centro y se conocían con Juan D'Arienzo desde niños. Por eso, a sus trece años  formaron un trío entre ellos y Ernesto Bianchi, que actuarían en el Teatro Guiñol, del Jardín Zoológico, apuntando lo que sería su futuro musical. Luego se uniría con Ennio Bolognini, un violinista de alta escuela que haría carrera en Estados Unidos y también  con otro vecino de fuste, el por entonces chiquilín Eduardo Armani.

Entre otros de sus trabajos, destacan la pasión milonguera, ya que a D'Agostino le gustaba bailar tango, y ello explica el armado milonguero de su orquesta, a la que probaba en los ensayos tirando unos pasos para ver si el tema resultaba bien bailable. Cuando ello no ocurría, dejaba el piano, se paraba y les decía a los músicos:
-No muchachos, así no va. No se puede bailar. Empecemos de nuevo.

                                     


Había acompañado entre otros menesteres a la pareja integrada por El Mocho y La Portuguesa, que bailaban bajo el apodo artístico de  Los Undarz. Le decían El Mocho porque le faltaba un dedo y para D'Agostino fue el mejor bailarían de su época. Natural de Avellaneda, David Undarz triunfaría en el centro porteño y el director confesaba que le sirvió de fuente de inspiración para dirigir a su orquesta, y buscar el ritmo que pudiera acompañar y guiar a los bailarines. Él mismo solía bailarlo en salones, cuando no actuaba.

Angelito Vargas grabó tres temas con la Típica Victor, dirigida por Freddy Scorticati, y en la cual formaban futuros compañeros que se alinearán en el conjunto de D'Agostino, como Eduardo Del Piano,  Victor Felice y Victor Braña. Los mismos, que han sido rescatados por los musicalizadores de milongas: Adiós Buenos Aires,  Sin rumbo fijo e Incertidumbre los registró en los años 1938 y 39.  El 13 de noviembre de 1940, alcanza su primera grabación con D'Agostino: De una cara del disco, No aflojés y en el reverso, Muchacho.

                                                 


Así se inaugura una etapa brillante para el tango Otra perla para agregar al gran collar de orquestas que anima aquel período inigualable del tango. Fueron, son, 93 grabaciones que siguen presentes en la magia de la milonga. Cuando Vargas se retiró de la orquesta, para ser solista, ésta no volvió a ser la misma. En una de las tantas charletas que tuve con D'Agostino, me confesaba que nunca lo pudo reemplazar a Vargas y poco a poco fue perdiendo las ganas de dirigir y actuar. Como un feliz matrimonio que un día se divorcia. Se dedicó entonces, siempre con la percha incólume, a su eterno hobby del póker, jugando en las mesas del Club del Progreso hasta su adiós definitivo.

Yo le dediqué un verso a Angelito Vargas, que además era de mi barrio de Parque Patricios. Mi gran amigo Ángel Yonadi lo recita y lo incrustó en esta creación de la orquesta y cantor: Cantando olvidaré, con letra de José Fernández y música de Alfredo Attadía y Ángel D'Agostino, grabado el 15 de noviembre de 1943. Y la verdad es que queda bien, valga la modestia. Es mi aporte a este grato recuerdo.

Cantando Olvidaré - D'Agostino-Vargas -Versos José María Otero





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