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miércoles, 4 de noviembre de 2015

Me están sobrando las penas

Anoche, en un momento dado de la milonga, puse este tema de Carlos Bahr, Argentino Galván y José Basso, en la magnífica versión de Pedro Laurenz con el cantor Carlos Bermúdez. El tango lo grabó Troilo con Alberto Marino, José Basso con Carlos Rossi, Miguel Montero con Armando Cupo entre otros. La versión de Laurenz del 7 de agosto de 1944, me parece realmente deliciosa, sin desmerecer a las restantes nombradas, que también están muy logradas.

Pero, a la vez de escucharlo y bailarlo, me vino a la memoria el recuerdo un tanto diluído por los quiebros y requiebros del tiempo transcurrido, aunque alcanzo entre la neblina de los años, a visionar un café y una charlita con Manolo Sucher y Carlos Bahr en el Café de la esquina de radio El Mundo. Sucher se levantó a saludar a dos personas y seguimos conversando con Bahr.

                                           
Carlos Bahr



Siempre admiré la obra de este autor de tantas páginas imperecederas, por la calidad de las mismas y los socios musicales que lo acompañaron en cada caso, en la música de dichas obras. Durante un par de décadas, su pluma fértil alumbró infinidad de páginas que hicieron nido en el corazón de los tangueros. La calidad y cantidad de las mismas, pocos autores pueden igualarla. Sin embargo suele pasar de puntillas por la historia grande del tango, por esas cosas inexplicables que con tanta frecuencia ocurren.

Hace unos días hablaba de Le Pera y aunque Bahr aparece en el nomenclátor tanguero pocos años más tarde y su producción es increíble, sigue siendo un autor casi desconocido para mucha gente por razones inexplicables. Y también por esa soberbia sencillez del poeta, que sin tener destellos literarios de un Expósito o un Manzi, con su pluma fértil y luminosa ha diseñado historias que tienen un largo recorrido sentimental para tanta gente.

Casualmente, en esa breve charleta con este hombre, serio, pero afable, le hablé de algunos temas suyos que me impactaban, sobre todo Equipaje, que había bordado Floreal Ruiz con Aníbal Troilo. Y Prohibido, que en ese momento estaba de súper moda. A Bahr le atrajo el hecho de que yo recordase tantos temas suyos, siendo lo que yo era entonces, un muchachito milonguero, que paraba con gente de tango en el café que estaba frente a Radio El Mundo.

Hace unos años, cuando estaba armando su historia para un libro de biografías tangueras, me faltaban muchos datos personales suyos que no encontraba por ninguna parte. Por medio de un amigo conseguí el teléfono de su hija, Inés María, odontóloga, que me atendió con mucha gentileza, aunque estaba trabajando en su consultorio, durante dos días de conversación.

                                            


Me explicó que su padre era un hombre mayor (Bahr se casó con su madre a los 40 años de edad y le llevaba casi veinte de diferencia a Lina, su esposa), del cual no podía darme gran información porque su padre salía de noche a llevar sus páginas y trabajaba mucho fuera. No atesoraba recuerdos grandes como para poder ayudarme demasiado con la información que yo buscaba. No tuvo el contacto normal de padre e hija porque él debió afanarse mucho para poder mantener a la familia, pese a tener registrados una lista impresionante de títulos de gran repercusión. Prácticamente todas las orquestas tienen grabaciones de páginas suyas.

La pareja tardó 16 años en tener hijos. Inés María fue la segunda, tras Carlos Alberto (arquitecto), lo que explica  las palabras de su amable hija. Pero me contó también que recuerda a muchos visitantes que iban a su casa cuando ella era chica, como Fulvio Salamanca o el mismo Manolo Sucher.

La cuestión fue que ayer mientras bailaba este tanto del título comencé a recordar sus palabras sobre la creación del mismo.

                                     


Bahr me dijo aquella noche que, en sus páginas volcaba experiencias suyas y las de otras personas que le referían sus problemas, cuitas y desilusiones amorosas. En en el caso de Me están sobrando las penas es la historia de dos personas que se conocieron a través de una amiga de ambos. Hubo un flechazo inmediato y un romance a escondidas, porque la joven se había casado a los 16 años con un militar. Había viajado y ya reinstalados en el país, ella estaba desilusionada del matrimonio y nació el idilio con largos paréntesis que imponían la condición de ella.

El amor prohibido entre los dos no pudo superar la barrera de la realidad, y finalmente el tiempo fue amortiguando la desazón del galán, que se casaría unos dos o tres meses después que la grabación del tango por Laurenz-Bermúdez estuviera en las calles.

La fuerza de esta interpretación es la que me devolvió el recuerdo de aquella narración. Laurenz con la hermosa voz de Carlitos Bermúdez logró un registro maravillosamente bailable  y de mucha profundidad emocional. Porque me parece que está envuelto en un manto de tristeza.

¿O no?

25- Me están sobrando las penas - Laurenz-Bermúdez


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