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lunes, 4 de septiembre de 2023

Casas viejas

    Este antiguo tango de Ivo Pelay y Francisco Canaro, me trae recuerdos emotivos. Hace unos cuantos años, formé una compañía de teatro, acá en Madrid, con amigos y amigas, totalmente improvisados y sin experiencia alguna en el vademécum teatral. Incluso elegí la obra que yo había visto interpretar en Buenos Aires a artistas de primer nivel, tanto en teatro como en cine.

   

   Y la cosa funcionó realmente, gracias al amigo que invité para que nos dirigiera. Jorge Bosso había trabajado en teatro y películas y realmente supo concentrarnos en los roles que interpretábamos luego de duros ensayos y, a veces, también con algún expresión fuerte cuando veía que alguno/a no ponía toda su atención en el trabajo y en su personaje.

     La obra escogida por mí era Así es la vida, escrita por Arnaldo Malfatti y Nicolás de las Llanderas que fue estrenada en 1934 por la compañía Muiño-Alippi. La dimos una semana entera en el Colegio Argentino de Madrid, luego en la Cárcel de Encausados, con asistencia increíble de los presos y el director de la misma. Y de ahí a circular por distintos lugares de España con muy buena acogida, teniendo en cuenta que éramos simples aficionados. Pero la obra engancha y cómo.

                                       


   Trata el devenir de una familia porteña, burguesa, a lo largo de 30 años. En escena son tres actos que transcurren en 1905, 1916 y 1934. Escogí música para la misma  y, especialmente, el tango Casas viejas, que iba en el último acto como telón de fondo cuando las hijas del matrimonio se van casando,dejando la casa, con la madre muerta y todo lo que queda atrás. Me pareció ideal este tango que refuerza el argumento de la obra. Los versos de Ivo Pelay retratan la vida luminosa de esas casas y su erosión inevitable ante el abismo cotidiano del futuro. Como hemos visto tantas veces nosotros.

¿Quién vivió
quién vivió en esas casas de ayer,
viejas casas que el tiempo bronceó,
patios viejos, color de humedad,
con leyendas de noches de amor?
Platinados de luna los vi 
y brillantes con oro de sol,
y, hoy sumisos, los veo esperar
la sentencia que marca el avión, 
como va al matadero a la res
sin que nadie le diga un adiós.

Se van, se van
las casas viejas queridas.
de más están,
han terminado sus vidas.
Llegó el motor y su roncar
ordena y ha que salir.
El tiempo cruel con su buril
carcome y hay que morir.
se van, se van
llevando a cuestas su cruz,
como las sombras se alejan
y esfuman ante la luz.

El amor,
el amor coronado de luz
esos patios también conoció.
sus paredes guardaron la fe
y el secreto sagrado de dos.
Las caricias vivieron aquí...
Los suspiros cantaron pasión...
¿Dónde fueron los besos de ayer?
¿Dónde están las palabras de amor?
¿Dónde están ella y él?
¡Como todo, pasaron igual que estas casas
que no han de volver!.

   Está muy bien descripta la vida de las Casas que vimos en cada barrio, contemplando su vida y muerte, en nuestros retornos al lugar donde nos criamos. Ivo Pelay imaginó con criterio los versos y su simbolismo.  Francisco Canaro le encajó la música que reafirma el texto y podemos escucharlo en la versión del propio Canaro, cantando Roberto Maida. Fue grabado el 16 de agosto de 1935,

                                   

   Incluso vale la pena prestarle atención a la versión de Roberto Goyeneche, acompañado por la orquesta de Armando Pontier, registrada el 22 de mayo de 1979.
   
                                           


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