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sábado, 30 de octubre de 2021

El corazón al sur

   Los temas de Eladia Blázquez siempre nos llegan hondamente, precisamente por su profundidad, su sentimiento, la manera de expresarlo, porque es la revelación de su alma poética y musical. Hay cosas que se pegan caprichosamente en nuestras vidas y no nos abandonan. Cuando el espíritu está lleno de profundas emociones y la persona sabe transmitirlas, porque deambulan por su yo íntimo, el tango se nutre de temas que nunca nos abandonarán.

   Todos aquellos que hemos dejado nuestro suelo patrio y  nos aposentamos en lugares muy lejanos, llevamos en nuestra valija de recuerdos las cosas de la infancia, adolescencia y juventud que nos fueron formando, como si se tratase de una caricia reflexiva y nostálgica, aunque el cambio haya sido para bien. La impecune juventud, cuando no se tienen bienes pero sí ganas de comernos el mundo, enamorarnos y disfrutar a tope, forman un gran torbellino ordenado, con gran valor seminal.

                               


   Eladia Blázquez nació y se crió en Gerli, en una zona media campestre, de casitas bajas, pobretonas,   entre sombras nocturnas, familia de bajos recursos, pero siempre supo valorar lo que significó todo ello en su  formación, valorando lo que le aportaron sus padres españoles, y la lucha por la superación. Cuando ya estaba instalada económicamente en Buenos Aires, en una zona de clase media alta -Barrio Norte,- echa la vista atrás y recuerda aquella casa familiar, donde vivía con sus padres y su hermano, con una mirada nostálgica y agradecida. El título del tango lo dice todo.

Nací en un barrio donde el lujo fue un albur,
por eso tengo el corazón mirando al sur.
Mi viejo fue una abeja en la colmena,
las manos limpias, el alma buena...
Y en esa infancia, la templanza me forjó,
después la vida mil caminos me tendió,
y supe del magnate y del tahúr,
por eso tengo el corazón, mirando al sur.

   Así era aquel paisaje en la pantalla mural del horizonte. El mapa de asombros que va descubriendo en su camino artístico, la densa ciudad que la recibe una y otra vez, los destellos de la fiesta diaria que van completando la búsqueda curiosa e inocente. Entonces conseguida la posición imaginada, en su marcha atrás sentimental logra atrapar las minúsculas y sutiles transformaciones de las cosas. El lenguaje de la piel. La singularidad expresiva del ser humano. Y le sale del alma el ritornello a aquella infancia pobre, lejana, pero de un profundo reconocimiento cariñoso.
  

Mi barrio fue una planta de jazmín,
la sombra de mi vieja en el jardín,
la dulce fiesta de las cosas más sencillas
y la paz en la gramilla de cara al sol.
Mi barrio fue mi gente que no está,
las cosas que ya nunca volverán,
si desde el día en que me fui
con la emoción y con la cruz,
¡yo sé que tengo el corazón mirando al sur!
 
La geografía de mi barrio llevo en mí,
será por eso que del todo no me fui,
la esquina, el almacén, el piberío
los reconozco... son algo mío...
Ahora sé que la distancia no es real,
y me descubro en ese punto cardinal,
volviendo a la niñez desde la luz
teniendo siempre el corazón, mirando al sur.

   Eladia lo grabó en 1975, acompañada por la orquesta dirigida por Raúl Garello. También lo hizo con José Carli.  Rubén Juárez y Mercedes Sosa lo llevaron al disco. Podemos escuchar a Rubén Juárez interpretándolo en vivo, emocionado y emocionando, en el Teatro Argentino de La Plata.      

                      


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