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lunes, 4 de febrero de 2019

Canchero

Hace un par de días estuve hablando de este tango de Celedonio Esteban Flores y Arturo De Bassi, con una joven amiga española. A ella le gusta indagar en orígenes, historias, temas, música y poesía del género, incluso el lunfardo, la gran especialidad de Celedonio. Estos mágicos versos que aliados a unos compases musicales, se convierten en páginas maravillosas, cuya tonalidad nunca nos cansamos de oir. Ya sabemos que canchero es alguien ducho en una especialidad. En este caso, el protagonista lo es en lances amorosos y timbas varias.

Celedonio Esteban Flores

El Negro Cele fue un poeta de barrio. Sus pinturas, enraizadas por sensibilidad y vivencias propias en la musa lunfarda que se vivía en las calles, en los conventillos, en el ambiente "reo" de los cafetines y la esquina del buzón donde se agrupaba la infaltable barra, sucedieron a la creación iniciática de Pascual Contursi: Mi noche triste. Esa crónica realista y sentimental que nos muestra en sus versos Celedonio, incluye las pasiones argentinas, simbolizadas en el ejido porteño, entre ellas, el mundo del turf: las carreras de caballos.

Los que hemos frecuentado los hipódromos de Palermo, San Isidro y La Plata (además de los muchos que conocí en mis viajes por Sudamérica y Estados Unidos), conocemos el parlamento, los textos en los que se analizan las marcas cronometradas en determinadas distancias, previas a las carreras, o sea el entrenamiento, las performances, cuidador, jockey... Así vamos (íbamos...) estudiando las chances de cada caballo antes de la carrera, para apostar por uno determinado,  y para eso están las revistas especializadas. Además, el hecho de haber trabajado durante años en un periódico como "La Razón" también me llevaba a las charlas con los compañeros de la "Sección Carreras".

                                   
Celedonio, como muchos otros tangueros, también caminó la Popular del hipódromo, se jugó sus boletos y frecuentó las mesas de juego. Y en esa jerga le está hablando su personaje a la mujer con la que está emparejado en este momento. En términos turfísticos, tratándola de potranca de carreras cuadreras (que se realizan entre los gauchos, a campo abierto), mientras él "ha sido relojeao p'al Nacional". Que es el Clásico más importante del hipódromo de Palermo y se celebra desde 1884, todos los años, el primer domingo de octubre.

Para el record de mi vida sos una fácil carrera
que yo me animo a ganarte sin emoción ni final.
Te lo bato pa'que entiendas, en esta jerga burrera,
que vos sos una potranca para una penca cuadrera
y yo, che vieja, ya he sido relojeao p'al Nacional.

Vos sabés que de purrete tuve pinta de ligero,
era audaz, tenía clase, era guapo y seguidor.
Por la sangre de mi viejo salí bastante barrero,
y en esas biabas de barrio figuré siempre primero
ganando muchos finales a fuerza de corazón.

El cariño de una mina, que me llevaba doblado
en malicia y experiencia me sacó de perdedor;
pero cuando estuve en peso y a la monta acostumbrado
¡Que te bata la percanta el juego que se le dio!

Los caballos barreros son los que se mejor se adaptan, en la pista de tierra o de arena, al barrizal que se forma con la tormenta. Muchos favoritos fracasan precisamente en esas condiciones de la pista. Cele le apunta otro mérito a su personaje, en ese sentido. Aprendió a vivir el amor con una mujer mayor y con un legajo importante y después de varias batallas vuelve a los términos turfisticos -"pero cuando estuve en peso y a la monta acostumbrado..."-, para explicarle a la pareja actual que "ya sabe mucho de estos lances, gracias a aquellas experiencias...". Las que le permitieron ser canchero en las vicisitudes del amor..

                                       
Como en Mano a mano, Margot, Audacia, Mala entraña, La mariposa y tantos tangos que escribió este morocho, ex boxeador, presentador de figuras del tango en milongas y emisoras; en Canchero deja volar su pluma en lungas estrofas donde le está cantando las cuarenta, aparentemente a una novia-amante agrandada y que pretende menoscabarlo para ganar esa batallita. Pero, entonces, en la estrofa final, después de hablar de muchos lances del escolaso, termina abriendo su cuore y confesando su amor por la mujer. A su manera.

Ya ves que por ese lado vas muerta con tu espamento;
yo no quiero amor de besos, yo quiero amor de amistad.
nada de palabras dulces, nada de mimos ni cuentos;
Yo busco una compañera pa'batirle lo que siento
y una mujer que aconseje con criterio y con bondad.

Ese tango cancherazo y entrador, fue uno de los 21 temas que le grabó su gran amigo Carlos Gardel. Lo hizo en 1930 con las guitarras de Aguilar y Barbieri, e incluso con la inclusión de Riverol. Hay muy buenas versiones de Edmundo Rivero, de Julio Sosa y la de Alberto Echagüe con D'Arienzo (10 de marzo de 1945) todavía sirve como mecha para encender las piernas de los bailarines en la milonga.

Pero vamos a escuchar y admirar a Gardel cantándolo, acompañado por sus tres guitarristas citados.

                       




2 comentarios:

  1. Este tango me marcó desde chico. Y Gardel el as grande de todos los tiempos..

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  2. Mi padre lo escuchaba mucho y por supuesto yo también me encantan los tangos arrabaleros

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