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miércoles, 3 de enero de 2018

Manuel Jovés

"El argentino desciende... de los barcos", sentenció en una oportunidad Jorge Luis Borges, dando a entender que la llegada de tantísimos inmigrantes europeos al puerto de Buenos Aires, había generado infinidad de hijos de aquellos que huían de guerras y miserias y buscaban su porvenir en la lejana tierra que los acogía, y de la que habían oído hablar a algún familiar o vecino que se les había adelantado en el viaje.

Muchos de aquellos que arribaban a la capital del lejano país, traían en sua alforjas unas dotes musicales maceradas en conservatorios,  y otros el manejo del lenguaje poético. El tango los recibiría con los brazos abiertos y les daría total libertad para que se incrustaran en la música nacida a fines del siglo diecinueve en los barrios proletarios y que caminaba con paso firme hacia metas mayores.

                             
Manuel Jovés en Cataluña

Uno de esos músicos privilegiados fue el pianista nacido en Manresa (Barcelona), Manuel Jovés I Torras, que en su nuevo destino se quedaría solamente con el primer apellido, como sucedía con los extranjeros. Era joven,  tenía apenas 22 años y se aquerenciaría pronto con el clima de la noche porteña. Para comenzar montó una academia de música y canto y se integró, como violinista en el conjunto de música clásica  que se presentaba en el Café Colón, de la Avenida de Mayo. Tenía ideas y metas definidas, y acompañaría a las que serían estrellas del arte español, como Lola Membrives, la Goya, Raquel Meller, viajando con con ella por el interior de Argentina, Uruguay y Chile.

Pero era muy importante el bagaje que traía en sus alforjas y que explicaría el éxito que lograría en su nuevo país. Había estudiado música, piano y violín con el Padre Guzmán  en el Monasterio de Montserrat. Fue todo un talento precoz, y ello explica que con apenas 19 años de edad pasase a dirigir el prestigioso Orfeo Manresá, de cienco cincuenta músicos. También jovencito comenzó su carrera de compositor y varias de sus sardanas fueron premiadas en concursos. Tendría problemas con algunos de los directivos y decidió renunciar al Orfeón, tres años después, y marcharse bien lejos. Así surgió su llegada a Argentina.

                                 

Le apasionó de entrada el folklore sudamericano. En Chile formaría el dúo Las porteñas (Carmen Romero y Ernestina Ramírez) a quienes acompañaba y les proporcionó el repertorio componiendo fados, zambas, pasodobles, cuplés y canciones varias. En su regreso a Buenos Aires daría el salto al tango que lo sentía profundamente. Se incrustó en el Teatro de revistas con un prestigioso compatriota suyo, periodista, poeta, creador teatral, Antonio Viérgol -madrileño-, para el cual crearon no sólo el entramado verbal, sino incluso el musical, que estaba a cargo de Jovés, inventando temas y dirigiendo la orquesta.

Precisamente con Viérgol, compondrían  un éxito de larga duración como el tango Loca, que grabaría Carlos Gardel y que merecería la expresión de D'Arienzo al grabarlo -"¡Qué polenta le metió Jovés a este tangazo"- También compusieron: Rosa de fuego, Campanita de la aldea, Una más, Pobre china y Venga champán, que estrenarían precisamente en algunas de las revistas armadas entre ambos.
                                                                                            
Manuel Jovés fue muy prolífico y creó una gran cantidad de tangos. Gardel llevaría al disco siete de ellos: Buenos Aires, La provinciana, Pobre milonga, Corazón de arrabal, Nubes de humo,  Loca y El patotero sentimental, que fuera gran éxito de Ignacio Corsini, quien lo estrenó en 1922 en la obra "El bailarín del cabaret", en el teatro Apolo, por la compañía de César Ratti, con texto de Manuel Romero. Incluso. Gardel le tenía en gran estima, le llamaba gallego, como se acostumbraba con los españoles y Jovés se mataba de risa. Cuando lo corregía diciéndole que él era catalán, Gardel le replicaba, "Ah, bueno, sos el talanca..."- y tenía que explicarle que se lo decía al vesre... Incluso en  un par de temas suyos que grabó, le pidió a Barbieri que los preparara con Jovés en su casa.

 La sociedad que estableciera con Manuel Romero, le reportó gran resonancia a la obra del pianista de Manresa. Entre ambos compusieron obras de trascendencia y largo alcance, como el citado Buenos Aires, estrenado en la obra teatral "En el fango de París", el 22 de febrero de 1923 en el Teatro Maipo, por el actor Carlos Morganti. En la misma obra se lució Manolita Poli con un shimmy: París, de los mismos autores.  El hecho de que Romero -hijo de andaluces- dirigiera teatro y cine le dieron relevancia a esos tangos. También en sociedad crearon: Nubes de humo, Patotero sentimental, Corazón del arrabal, Pobre milonga La provinciana.

Permanentemente se editaban en París las obras de Jovés, que fue cuantiosa, incluso en la creación de revistas musicales, muchas de las cuales también dirigió. El piano estaba siempre preparado para emitir señales en la casa de Jovés, visitado por mucha gente del ambiente y artistas a los que les entregaba sus creaciones. Se sintió muy identificado con el habla porteña, el lunfardo y la amistad, a tal punto que se nacionalizó argentino. Por todo eso también fue muy querido y se sintió su temprana muerte. Tenía apenas 41 años, cuando falleció en Buenos Aires  en agosto de 1927. Afortunadamente dejó una gran obra musical, parte de la cual sigue vigente en los repertorios de nuevas orquestas y cantantes y en la música que motiva a los bailarines en milongas de todo el mundo.

Lo recordamos en dos temas suyos. Escuchamos a Edmundo Rivero cantando Nubes de humo sobre la música de la orquesta de Carlos Di Sarli, grabado en 1960. Y a María de la Fuente, acompañada por la orquesta dirigida por Ástor Piazzolla, en Loca, grabado en 1952.

Nubes de humo - Edmundo Rivero-Carlos Di Sarli

Loca- María De la Fuente -Ástor Piazzolla


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