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lunes, 6 de febrero de 2017

Con Pichuco

Es uno de los tantos hermosos regalos que sirven para exorcizar recuerdos de momentos inolvidables, de noches interminables, llenas de música y emociones  que anclarían en mi espíritu. Y también, invoca pantallazos de las veces que estuve sentado en la mesa con Aníbal Troilo, por deferencia suya, aunque lo hacía con toda naturalidad y sin el menor esfuerzo.

Estaba actuando en Caño 14, ese sótano de la calle Talcahuano al 900 que me albergó tantas madrugadas a puro tango,sirviéndome en bandeja los lujos del Polaco, de Pichuco, Francini, Stampone, Rubén Juárez -con quien mantuvimos una  amistad de años-, Copes y María Nieves Aquella noche del 69, si mal no recuerdo, Pichuco gambeteó a dos personas y se sentó en mi mesa, esperando su actuación. Nos conocíamos y siempre me saludaba con un beso como a todos.


                                 


Justo hablábamos de fútbol -el sabía que yo era periodista deportivo -y alguna vez me comentó alguna nota mía en La Razón. Incluso en Mar del Plata cuando estuve con él sentado en la vereda de Re Fa Si, donde actuaba, y que regentaba mi amigo, Leonardo Izzo, que fue quien nos juntó, porque ambos llegamos temprano. Y me estuvo preguntando por el Torneo de verano que se jugaba en la ciudad balnearia y en la cual actuaba el equipo de sus amores: River. Su mujer, aquella noche del Caño, le trajo esta foto que tenía que firmarle a una persona, según le dijo. Está realizada en el estudio de la prestigiosa Annemarie Heinrich. En la charleta, y en tanto saluda a otros conocidos que se acercaban a la mesa, de repente me dice:

-Dame una birome

Yo le di mi bolígrafo y él me dedicó la foto y me dice:

-Guardala y llevátela...

Cuando él se levantó para ir al escenario, salí corriendo hasta el coche, y dejé el hermoso regalo en mi auto. No fuera que Zita se la reclamara y tuviera que dejarla. Volví al Caño, a mi mesa -estaba con dos amigos periodistas que llegaron más tarde- y pasé otra de aquellas noches que me envolvían en su magia tanguera. Inolvidables.

La foto me acompaña desde entonces, insertada en un cuadro, iluminando el espacio en mi escritorio, junto a otras que me traen imágenes, recuerdos de un pasado que pude disfrutar a piaccere y vivirlo. Las mudanzas a Europa, y dentro de Madrid incluso, menguaron mucho mi archivo fotográfico, por las pérdidas, pero algunos de esos retazos de vida, siguen firmes junto a mí




Y sigo militando en el tango, y desgrano mis opiniones que versan sobre el mundo actual, en artículos, en contactos, correos, porque en el fondo el periodista lo es hasta el final. Y tuve una revista durante 15 años en Madrid que hice yo sólo y funcionó muy bien. Al fútbol lo aparqué como crítico, porque  no estoy de acuerdo con la visión de hincha total que tienen, en general, los periodistas españoles. Se nota rápidamente la camiseta del que escribe y ven todo con una óptica muy parcial y reducida.

Pero me sigue gustando disfrutar un buen partido de fútbol, aunque los de Argentina me parecen deprimentes, totalmente cooptados por barras bravas, dirigentes menores y negociantes sin escrúpulos. Y el tango lo llevo puesto. He escrito varios libros y tengo mi blog y la milonga que dirijo donde brilla la música milonguera por excelencia. Podría hablar horas de todos los grandes del tango. Con algunos supe tener una amistad temprana, gracias a su don de gentes. Y no lo olvido.

Y cada tanto, los recuerdo en obituarios del diario El País o en mis notas diarias del Blog. además de las conferencias, charletas con amigos, poemas, recuerdos, e historias que también conservo en mi nutrida biblioteca.  porque yo compraba siempre los libros de tango que tenía a mano. Aunque Pichuco me pidió prestado el libro de los Bates, que me regaló un coleccionista, y no lo volví a ver. Y como la oreja me respondía, siempre tuve en la memoria a los autores de los tangos históricos. Además concursé en un programa famoso de TV sobre la historia del Tango, con mis 23 años.

Como homenaje a Pichuco, escribí este poema donde lo pinto como lo recuerdo, en lunfa, claro, que era su modo particular de expresarse, siempre con las palabras justas y oportunas.



DOGOR

(Una pintura de Pichuco)


                                                                   No ves que está de olvido el corazón
                                                                                                    Homero Manzi

Se amasija de luna la piojosa
Pa’embroyarse en un raje batemusa.

Desenfunda la jaula calzándola a babucha
Franeleándola con mimo y en chancleta
La mano zurda jotrabando de barreta,
el espiro relojeándose en su trucha,
un blondo escabio que empuja y que lo scrucha
aunque el hombre sobrado de carpeta
las dibuja de prima a las aletas
del fueye roncador que desestucha.

Porque nació con destino de fueyero
y al lado un ángel ñericompa y porteñero
custodio de sus manos gardelianas.

El insomnio lo inunda de quimeras
La nostalgia entre grillos se entrevera
Y un espiche p’adentro, de sotana
la conversa con el cuore batilana.
Ensiya el alma, en puro sentimiento
como si fuera deschavando un testamento,
refalando en el teclado sus macanas:
De los orsay que acusa el manyamiento,
de falopas y faso, de timbas pecoranas…
Su fueye bate el justo a ese lamento
blanqueando al alba confesora su nirvana.

Y entonces Pichuco le refila melodías
a la ferramenta que lofió de guacho
por Fiore, por Floreal, por los muchachos
por las Milonguitas que cantó en María.
Dando changüís, gatiyando entre güiscachos, 
y cincela, ensoñado, gloriosas troilerías.
La piedad está tayada en ese escracho
que enfarola la fetén tangomanía.


El poeta de Mataderos, y gran amigo, Ángel Yonadi, lo recita y acompaña con la inigualable musica de fondo del Gordo.



 




                                    

3 comentarios:

  1. bien troesma...... firme y sin recular en la gloriosa huella del gotan... la mejor musica y danza popular del universo le falta cantar tordillo y seria el hombre tango supercompleto.... saludos juan de boedo

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    1. Cantar es un arte mayúsculo. Lo suplo con el baile que deja un poso grande de dicha en el cuore. Y recordar las cosas lindas del tango, sus gentes, me permite revivir historias que el tiempo va borrando...

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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