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lunes, 19 de diciembre de 2016

Mi camino

El 27 de febrero de 2013, publiqué en este blog una nota sobre el excelente violinista, compositor y director Antonio Rodio.  En la misma, hacía un pequeño racconto sobre como lo conocí en una sala de espectáculos de Santiago de Chile, cuya orquesta dirigía. Incluso fui invitado a una cena posterior, a la gala-despedida, de una artista argentina, por el dueño de la sala y me tocó sentarme junto a él. Así pude tratarlo, charlar largamente  y conocer datos y anécdotas sobre su larga actuación en Argentina.

Un seguidor del blog me escribe al mismo y me pide que hable de este tema del título. Está compuesto en sociedad con José María Contursi, sobre la música previa de Rodio. Igual que otros tres temas que firmaron juntos como Angustia (Bella creación de Fresedo-Ray), Y la perdí y Cosas olvidadas. Todos estos tangos figuran en la antología de temas que escribiría el Catunga Contursi, dejando un testimonio amargo y hermoso a la vez, de su interrumpido romance con Grisel.

                                         
José María Contursi


Precisamente Grisel había vivido en el pequeño Pueblo de Guaminí -provincia de Buenos Aires-, a unos 500 kilómetros de la capital. Era amiga de infancia allí, de las hermanas Omar, que harían huella en el tango, pero sus padres se mudaron al pueblo cordobés de Capilla del Monte, y fue invitada por Nelly a acompañarlas a una radio porteña donde debutarían como cantantes. Así vino a Buenos Aires la adolesceste de 17 años que dejaría una profunda huella en el tango.

Porque, apenas llegaron a radio Stentor, en Florida 8, y se encontraron con el joven y apolíneo locutor, José María Contursi, los ojos de Grisel y el Catunga expresaron un sentimiento intenso. Ella tenía 17 años, él 26 y la historia habla de una pasión que duró hasta la muerte de Contursi. Desde aquel día de 1935 y todos los avatares sucedidos hasta su unión definitiva en Capilla del Monte en 1962 (él viudo, tres hijas, ella separada, una hija), corrió mucha agua, mucho dolor, muchas amarguras bajo el puente de la vida de ambos.

                                          
Susana Gricel Viganó

Son una ristra tan desorbitada los temas que le dedicara Contursi durante esa separación, que no creo que exista una producción siquiera parecida de algún autor en el mundo, en temas musicales llorando a su amor imposible. Yo escojo algunos, así, de memoria y sin completar la extensa nómina, me salen esta maravilla de títulos:

Vieja amiga, Tu piel de jazmín, Verdemar, Es mejor perdonar, Como dos extraños, Claveles blancos, Por calles muertas, Jamás vendrás a mí, Toda mi vida, Cristal, Si de mí te has olvidado, Sin lágrimas, Amor que se hace llanto, Grisel, Garras, Cada vez que me recuerdes, En esta tarde gris, Sombras nada más, Tú, La noche que te fuiste, Junto a tu corazón, Quiero verte una vez más,  Tabaco, Al verla pasar, Bajo un cielo de estrellas, Como aquella princesa, Cuando no existas más,  Esas cosas del corazón. Cobarde, Cuando te tuve a tí, Esclavo, Has de volver un día... o los 4 con Rodio.

                               
Orquesta Miguel Caló en Chile, 1946. Antonio Rodio es el primero por izq.


Mejor, no sigo, basta con estas maravillas. Porque pareció transmitirle su pasión a todos los músicos que colaboraron en los temas que él escribiera, redondeando entre ambos una producción, quizás reiterativa, pero hermosa. En Mi camino, se despacha de entrada con su espiche de amor desesperado.

Perdido entre las sombras de mis noches afiebradas
sin tu amor, mi desolado corazón...
quiero llorar
¡Tanto soñar... tanta ilusión deshecha...!
Hoy vivo triste, acompañado con mi queja.
Quisiera reprocharte todo, todo lo que has hecho
pero qué... si ya no es mío tu querer,
¡no escucharás!

Es como la naturaleza de la conversación íntima, trasladada a un tango. Sus palabras, sus quejas se arrullan buscando lo perdido. Su transmisión es fresca, dolorosa, humana y figura entre las joyas del género. Así va transmitiendo su propia biografía en un relato sugerente, hipnótico, que nos lleva hacia sus inolvidables tangos y valsecitos. En su alianza con los grandes compositores construyó un corpus sonoro que sigue latente en nuestras vidas a través de las grabaciones. Tienen una estética  muy lograda y las viejas heridas, abiertas de par en par, nos golpean las orejas y el cuore. Un amor emotivo, épico.

Me resigno a perderte       
si lo quiere el destino.
Seguiré mi camino
arrastrando mi amor.
Y al llegar, dolorido
ya sin fuerzas ni fe,
he de arrancar feliz
y dejaré a tus pies
mi sangrante corazón.

El tema está coloreado de excesos, que hablan del momento en que se confesaba en tangos. En la primera bis sigue con su letanía  doliente pero ya ha relatado su via crucis, vencido por un amor que no supo o no pudo retener, cuando se desangraba en este tema interminable, y lo dejo así.

La música de Antonio Rodio ilustra felizmente a los versos y el tango Mi camino, fue llevado al disco por la orquesta de Francisco Lomuto, con el cantor Jorge Omar,  el 7 de enero de 1937.

Mi camino - Francisco Lomuto-Jorge Omar



1 comentario:

  1. Muy, pero muy interesante ...Un tanguero de ley,debe saber
    esta historia de amor....Muy bueno...!!

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