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sábado, 7 de septiembre de 2013

Firpo

Cada tanto me gusta poner la marcha atrás para reencontrarme con esos fenómenos que hicieron posible el tango y su evolución. En este sentido Roberto Firpo creo que mrece un reconocimiento permanente. Porque introdujo el piano en el tango, en reemplazo de la guitarra inicial, el uso del pedal consiguiendo una mayor resonancia, le dio la conformación definitiva al valsecito porteño despojándolo de su ropaje europeo y fue un innovador permanente.

                                 
Confieso que mi hermano consiguió aburrirme con las grabaciones del cuarteto que escuchaba a todas horas, pero más tarde comencé a encontrarme con los temas de su orquesta y es impresionante el cambio, las modificaciones, las hechuras románticas que alcanza en su conjunto.

Pasarían por el mismo músicos de la talla de Pedro Maffia, Elvino Vardaro, Juan Bautista Guido, José Servidio, Rafael Tuegols, Cayetano Puglisi, Osvaldo Pugliese, José Nieso, Juan Cambareri, Carlos García, Armando Federico, Rafael Giovinazzi, Luis Cosenza -que ocupó su sitio en el piano, cuando agarró la batuta-. Y siempre le fue dando cancha a la gente joven que renovaba el ambiente y la música de la orquesta.
                             
                         
Como compositor fue un monstruo y casi todas las Típicas incluyeron temas suyos en sus atriles. Claro, que ahí están sus clásicos: El amanecer, Didí, Alma de bohemio, Vea vea, El apronte, Viviani, El resplandor, Marejada, Olas nocturnas, La mulita, Argañaraz, Benguria, De mi arrabal, Fuegos artificiales ( Arolas), entre una inmensa producción.

Asimismo dejó casi 3000 grabaciones, algo histórico y casi inalcanzable para la mayoría. Y si observamos cómo se grababa entonces y las herramientas que se utilizaban en aquella época para realizar las mismas, entenderemos porque no suenan bien en la actualidad.


Aunque nació en la localidad bonaerense de Las Flores, como Agustín Bardi, Firpo se crió en mi querido barrio  de Parque Patricios, cuando era entonces Corrales viejos. Vivió en Rondeau y Rioja a cien metros de lo que hoy es el Parque y su padre tenía un bar. Arrancó en 1907, con Bevilacqua -su maestro-  en El Velódromo, que estaba a 200 metros de Lo de Hansen, y se hallaba ubicado en calles de tierra, por entonces.
                                   
Gran comida de tangueros: Laurenz, Marcó, Rafael Rossi, Firpo, Cosentino, Caló, D'Arienzo, Do Reyes, Héctor Lomuto, Canaro, Barbero y Carlos Lombardi, entre otros.

Le contaba Firpo a León Benarós: "Desde El Velódromo (llamado así porque en el medio tenía una pista de ciclismo), se veía cuando tocaban en Hansen. Solía concurrir la "Gaucha Manuela", mantenida de un muchacho Del Carril, al que, creo, le comió cuatro o cinco millones. Era morocha, muy guapa, muy criolla para hablar. Capaz de agarrar un cuchillo y empezar a los planazos. Yo le dediqué un tango: La Gaucha Manuela. Nos pedían esas dedicatorias, y a veces el interesado nos largaba cien pesos. Ese tango lo dediqué: "a la distinguida señorita Manuela López". Yo ganaba un peso por día y algunas propinas. No había mujeres. Cada uno llevaba la suya".

Este simpático recuerdo sirve para ubicarnos en aquellos escenarios de entonces. Y de paso recordar que algunos compases de este tango los incluyó Firpo en su escritura de La cumparsita, como él mismo nos contó a Coco D'Agostino y a mí en la Sidrería La Victoria de la Avenida de Mayo, a diez metros del Diario La Razón, donde trabajábamos con Coco.

                                   
Y después de estas pinturitas yo creo que vale la pena escuchar a la orquesta de Don Roberto Firpo en algunos momentos de su carrera.  Lo podemos desgustar en este tango suyo: Una partida, grabado en 1941. Y en este valsecito, también de su autoría: Angustias del corazón, de 1942. Este tema lo puso de moda en las milongas porteñas, y luego en el resto del mundo,  el pianista uruguayo Miguel Villasboas, que visitó a Firpo en su piso de Callao y Corrientes, le manifestó su admiración y le ganó el corazón al maestro, que terminaría regalándole todas sus partituras.

                                                 


Vamos con los recuerdos...

 Una partida - Roberto Firpo

Angustias del corazón- Roberto Firpo




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