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sábado, 10 de agosto de 2013

Leopoldo Federico

El tango engloba lo existencial, lo moral, lo costumbrista, ráfagas, rachas, fulgores y su fascinación torrencial. Es música y es poesía. Un laboratorio de alquimia existencial y emocional. Y el bandoneón es el rezongo vital en medio de un torbellino ordenado.

Entre los grandes ejecutantes de fueye que trascendieron los umbrales del anonimato, Leopoldo Federico sigue manteniendo incólume su lugar en el podio de los elegidos, pese a los rigores de los años. Porque se necesita fuerza, además de talento y personalidad para seguir brillando con todas sus luces después de tantos años sacándole virutas de emoción  al bandoneón compañero.

              
Porque pocos pueden presumir de haber debutado siendo un adolescente de 17 años, con una orquesta de segunda fila en el cabaret Tabarís y de inmediato pasar a la de Juan Carlos Cobián. Y el curriculum posterior es para hamacarse: estuvo con Víctor D'Amario, Osmar Maderna, Horacio Salgán, Carlos Di Sarli, Alfredo Gobbi, Carlos García, Héctor Stamponi, Miguel Caló, Lucio Demare, Mariano Mores, Osvaldo Manzi, Florindo Sassone o con Ástor Piazzolla. Con  la orquesta de éste y en el recordado Octeto que marcó toda una época.

                         
Con la orquesta de Maderna, 1947.  Federico es el 2º, de derecha a izquierda.

También formó en la orquesta de Emilio Balcarce que acompañaba a Alberto Marino y sería director y arreglador del conjunto que secundaba musicalmente a Julio Sosa, así como fue Director de la Orquesta estable de Radio Belgrano y en 1958 tuvo su propia orquesta en dupla con Atilio Stampone y luego otra en solitario con Roberto Rufino y Elsa Rivas.

Incluido musicalmente por su estadía junto a Ástor Piazzolla y Horacio Salgán -de cuya orquesta fue primer bandoneón-, sus ideas se reflejan en ese espejo actual, aunque él no crea demasiado en los estilos, pero sí reconoce que todas las orquestas en que actuó, influyeron en él. Por sobre todas las cosas cree que los músicos que lo acompañan en cada momento son quienes determinan que la orquesta tenga un color particular. Como sucede con los futbolistas en un equipo.

En el recordado Octeto de Piazzolla
Lo vi hace un par de año en Buenos Aires tocando en la orquesta de Salgán -conducida por su hijo César- en una actuación especial como hicieron otros ex bandoneonistas de dicha orquesta (Pane, Mosalini, Marconi) y aunque se lo ve disminuido por la artritis en el físico, su talento y temperamento expresivo no han sufrido desgaste. Sin duda, Leopoldo Federico quedará en  la historia como una de las personalidades que más han aportado al brillo de su instrumento. por imaginación, temperamento, virtuosismo y naturaleza purísima de su sonido.

Desde 1958 en que forma su primera orquesta, no ha parado de trabajar y colaborar incluso  en actuaciones y grabaciones con numerosos colegas. Además de los viajes a Japón y otros sitios donde es aplaudido por esa polenta que transmite en cada ejecución.
                           


De uno de sus numerosos LP, extraemos dos temas con su orquesta, para masajear el cuore. Libertango, de Ástor Piazzolla y Amurado de los dos Pedros: Laurenz y Maffia, con arreglos suyos.

¡Música maestro!

09- Libertango - Leopoldo Federico

11- Amurado - Leopoldo Federico


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