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miércoles, 26 de abril de 2023

Flor campera

    Este tango nos recuerda a su autor, el payador oriental Juan Pedro López, que naciera en Canelones en 1985. Fue reconocido como El padre de los payadores  por sus notables dotes de improvisar cantando. Además en su curiosa biografía, destacan hechos como el de haber trabajado de estibador en el puerto de Montevideo y también su dedicación al boxeo. 

   Precisamente viajó a Buenos Aires donde realizó algunos combates amateurs, y allí afianzó su admiración por Gabino Ezeiza el precursor del arte payadoril que sería su mentor y maestro. En el recordado Parque Goal de la Avenida de Mayo se enganchó con los célebres como el citado Gabino, Ambrosio Río y mantuvieron lungas y celebradas noches de payada ante el asombro y aplauso de los presentes.

                             


     

   También destacaría como poeta y su famosa obra "La leyenda del Mojón", sería la base de una película argentina que se filmó en Rosario. "Llovía torrencialmente / y en la estancia del Mojón / como adorando al fogón / estaba tuita la gente. / Dijo un viejo en redepente: / "Les voy a contar un cuento /Aura que el agua y el viento / train a la memoria mía... / cosas que naide sabía / y que yo diré al momento..."

   El payador López se dedicaría, incluso, a componer canciones populares y entre ellas corresponde destacar en este espacio, su tango Flor campera,  al que su amigo y paisano José María Aguilar, el guitarrista de Gardel, le pondría música. Por eso lo traemos a la página, sin olvidar que la vida y obra de Juan Pedro López están relatadas en el libro "Un payador de leyenda", obra de Emilio Sisa López. 

                                       


      

   El tango Flor campera fue compuesto en 1919 y Carlos Gardel lo grabó con sus guitarristas el 22 de julio de dicho año. Muchos años más tarde Aníbal Troilo lo recupera y lo grabará con su cantor Jorge Casal reviviendo los versos del payador que narra la historia de la paisanita que deslumbra a los mozos y gauchos del pueblo, verbalizando una prosa familiar con su capacidad de transmisión emotiva.

“La flor del pago” te llamaban todos
Porque eras linda, paisanita hermosa,
Porque a diez leguas no nació otra moza
Que despertara tan extraño amor.
Cuando a los bailes tu silueta entraba
El corazón del paisanaje ardía,
Y era seguro que una voz decía:
“¡Guarda, muchachos, ya llegó la flor!”

   Los fragmentos de una historia sentimental con su nostalgia romántica, se hunden en las tinieblas con el viaje de la muchacha a la ciudad y su contaminación del barullo exterior. El poeta recrea esas situaciones que rompen el costumbrismo, y la letanía se refleja en los versos, recordando a la que fue su musa. Retazos del antes y el después en una amalgama de situaciones con mirada compasiva. 

Pero un día a la florcita
Se le metió en la cabeza,
La ciudad con sus grandezas
Y su fuego artificial.
Y una tarde enloquecida
La arrebató el torbellino,
De ilusiones, el destino
La trajo a la capital.
 
Y allá quedaron los paisanos tristes
Y mudo el pago y el hogar sombrío,
¿Quién de esas almas llenará el vacío
que la flor se llevó al marchar?
¡Qué mal pagaste, el cariño nuestro!
¡Y el de tus padres que te amaban tanto!
Los pobres viejos ya no tienen llanto
Parecen sombras en el triste hogar.
 
Todas las noches un gaucho
Que más parece una sombra,
Llega y cantando te nombra
Después llorando se va.
Si no sabés de quién es
Esa doliente visión,
Buscala en tu corazón
Que en tu corazón está.

    Vale la pena escuchar la versión de Pichuco con la voz de Jorge Casal, registrada en el disco, en el año 1952. 
                             


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