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jueves, 16 de junio de 2022

Los recuerdos de Pichuco

    El debut oficial

   Ocurrió en el café Ferraro, en Pueyrredón y Córdoba. Yo tenía 13 años y los bolsillos llenos de miedo. Se trataba de una orquesta de señoritas que en ese entonces eran muy comunes en los cafés de barrio y en las confiterías del centro. Eran cuartetos pero se les decía Orquesta de señoritas. E l piano siempre lo tocaba una gorda. el violín estaba en poder de una flaca. En toda orquesta de señoritas había un hombre. También eso era una cosa obligada. No sé por qué debía ser así, pero siempre fue así. Entonces yo pasé a ser el hombre de aquella orquesta. Creo que estuve una semana. De allí me arrancó Eduardo Ferri, cartel de primer orden en aquellos tiempos, cuya orquesta tocaba tango, jazz, folklore y música internacional.

   Con Ferri estuve poco tiempo porque formé mi primer conjunto. Un conjunto reducido, con el que conseguí trabajo en un palco también reducido, hundido en la penumbra, el del cine Palace Medrano. En el piano de aquella orquestita estaba un amigo y un gran músico, Héctor Lagna Fietta, que desde hace años está radicado en Brasil y colecciona sucesos como hombre de jazz. En ese cine, entre película y película se producía el entreacto y ése era nuestro momento. Ahí tocábamos. Duré bastante en el Palace Medrano. En esa sala me definí frente a la vida. Ahí empecé a ser esto: Pichuco. Uno. Yo mismo. No sé cómo lo he logrado o lo sé, que es lo mismo. Me hice, y esto es lo importante. Me dí a mí mismo, arrancando desde aquel palco en sombra cuando tenía 13 años, vestía pantalón corto, calzaba medias negras, largas. Era el tiempo en que Julio De Caro imponía su figura fabulosa de músico que había sabido crear la otra cosa y que por ser otra era nueva y como tal todo lo renovaba.

                                      


   Pacho

   Juan Maglio venía de arrastre largo, con una fama que iba desde el Gariboto hasta las pulperías sureñas. De pronto se encontró con un problema en cuanto a la modalidad, estilo y formas que iba adquiriendo el tango. Pacho era el ayer habanerado, con todo el coraje que se necesita para deshojar un repertorio a la parrilla, vale decir, sin someter a la partitura original al proceso de una instrumentación. Por ahí andaba De Caro con reminiscencias de Eduardo Arolas, con otro tango. Maglio -y era el año 1929- entendió que  había que entregarse al nuevo ejercicio y decidió formar un sexteto moderno, con gente joven. Reunió a Américo Figola, que era un excelente bandoneón. Pensó en los violines y optó por Doroteo Guisado y Benjamín Holgado Barrio. Había un muchacho flaco que dominaba con extraordinaria destreza el contrabajo y lo fue a buscar. Se llamaba Ángel Corleto. Faltaba otro  bandoneón y Pacho se acordó de un pibe gordito, de pantalones cortos, que había visto en el cine Medrano y me mandó a buscar. Me hablaron en un entreacto y acepté. Debutamos en el Germinal. Era sábado.

   Vardaro-Pugliese

   Elvino Vardaro y Osvaldo Pugliese habían formado un quinteto en 1929. En el 30 lo renovaron. Siguieron elllos dos, Corleto en el contrabajo, Miguel Jurado como bandoneón y entramos Alfredito Gobbi y yo. Los dos nos fuimos en el 32. Yo me fui con Ciriaco Ortiz al cabaret Casanova y Gobbi se abrió para ir con Osvaldo Pugliese al Moulin Rouge. Al mismo tiempo yo grababa para la RCA Victor con Ciriaquito, Kalisay (Vicente Gorrese), Germino, Vardaro, Corleto y Manlio Francia.

   Julio De Caro

   Julio De Caro formó una orquesta gigante para actuar en el Astor y me ofreció un puesto en la línea de fueyes  que compartí con Pedro Laurenz, Armando y Alejandro Blasco y Calixto Sallago. Tenía dos pianos: Francisco De Caro y José María Rizzuti. Dos contrabajos: Vicente y José Sciarreta. Los violines eran Julio De Caro, José Nieso, Vicente Tagliacozzo, Sammy Friedenthal y Simón Reznik y el cantor Antonio Rodríguez Lesende. Con esa orquesta Julio ganó el primer premio en un concurso realizado en el Luna Park. Enseguida me ofrecieron participar en la película "Los tres berretines", y allí aparezco tocando en un trío junto a José María Rizzuti y Vicente Tagliacozzo.

                                 


    Orlando Goñi

   A Orlando Goñi me lo presentó Alfredo Gobbi. Trabajamos en el cine Garay y enseguida pasamos los tres a un sexteto que formó Alfredo Attadía y que completaban el director, José Goñi y Agustín Furchi. Duró poco. Gobbi y Goñi se fueron con Manuel Buzón y yo volví a reunirme con Elvino Vardaro.

   Vardaro

   Elvino Vardaro formó un sexteto para actuar en radio Belgrano. Estaban él y Hugo Baralis en violines, José Pascual en el piano, Pedro Caracciolo en contrabajo y Jorge Fernández y yo en bandoneones. En esos años tallaban los dúos de fueyes: Maffia y Laurenz, Franco y Clausi. Ellos hacían temblar a las barras milongueras.  Con Jorge hicimos un dúo de bandoneones que la ciudad entró a considerar con el mejor de los apoyos. Con ese sexteto viajamos a Montevideo y actuamos en el Tupí Nambá nuevo, que estaba en la 18, cerca de Plaza Independencia. Allí venían a ponerle la oreja al sexteto, el poeta Sabat Ercasty, aquel centro half glorioso que fue Zibecchi, el Ñato Pedreira, Pintín Castellanos, El Loro Collazo, Di Feo, el Flaco Pérez, Venía todas las noches un pibe que se llamaba De los Hoyos... 

                              


   Ángel D'Agostino

   En 1935, y sin dejar a Vardaro me salió un trabajo con Ángel D'Agostino. Fuimos con Huguito Baralis,  el cordobés Escames, Jorge Fernández, Ángel Domínguez, Pedro Caracciolo y otros. El cantor era Alberto Echagüe. Eso duró poco y seguí con Vardaro hasta que, en 1936 resolvió disolver el sexteto. Me arreglé para acompañar al trío Irusta-Fugazot-Demare y allí me encontré otra vez con el violín brujo de Alfredo Gobbi. Héctor Varela hacía el dúo de bandoneón conmigo. Anduve un año dividiéndome y multiplicándome.  Actué con Eduardo Ferri, con Juan D'Arienzo, pasé a la Victor con Federico Scorticati , hasta que me llamó Ciriaco Ortiz para integrara el conjunto Los Provincianos, que actuaba en radio Excelsior y en el cabaret Casanova. 

    Juan Carlos Cobián

   Cuando llegaron los Carnavales de 1937, Juan Carlos Cobián me llamó para sumarme a una orquesta que estaba formando para actuar en el teatro Politeama. Fui con Ciriaco Ortiz y estaban Eduardo Marino, Jorge Fernández, Cachito Presas, Tito Rodríguez, Nicolás Pepe, Hugo Baralis, Eugenio Nóbile, Claudio Cassano, Cayetano Puglisi. Cobián presentaba instrumentistas de precusión y cinco contrabajos. Y cantaban Antonio Rodríguez Lesende y Susy del Carril. Terminados los bailes de Carnaval con Cobián, éste me lleva con él a una orquesta que formó para trabajar en radio El Mundo y en el Charleston, un cabaret de la Boca. Cuando terminó el ciclo de la radio, disolvió la orquesta y los músicos nos quedamos sin trabajo. Fue en ese momento cuando advertí que era mi hora, que yo también podía tirarme a la aventura de formar mi propia orquesta.


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