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miércoles, 2 de noviembre de 2016

Pichuco bandoneón



 BANDONEÓN  -   Cotidianas (1979)

Me jode confesarlo
pero la vida es también un bandoneón
hay quien sostiene que lo toca dios
pero yo estoy seguro de que es troilo
ya que dios apenas toca el arpa
y mal

fuere quien fuere lo cierto es que 
nos estira en un solo ademán purísimo                         
y luego nos reduce de a poco a casi nada
y claro nos arranca confesiones
quejas que son clamores                                       
vértebras de alegría                                                        
esperanzas que vuelven
como los hijos pródigos
y sobre todo como los estribillos

me jode confesarlo
porque lo cierto es que hoy en día
pocos
quieren ser tango
la natural tendencia
es a ser rumba o mambo o chachachá
o merengue o bolero o tal vez casino
en último caso valsecito o milonga
pasodoble jamás
pero cuando dios o pichuco o quien sea
toma entre sus manos la vida bandoneón
y le sugiere que llore o regocije
uno siente el tremendo decoro de ser tango
y se deja cantar y ni se acuerda
que allá espera
el estuche.

                         Mario Benedetti


                                                 



DOGOR

 (Una pintura de Pichuco)



                                                                             "No ves que está de olvido el corazón"
                                                                                                              Homero Manzi
Se amasija de luna la piojosa
Pa’embroyarse en un raje batemusa.

Desenfunda la jaula calzándola a babucha
franeleándola con mimo y en chancleta
la mano zurda jotrabando de barreta,
el espiro relojeándose en su trucha,
un blondo escabio que empuja y que lo scrucha
aunque el hombre sobrado de carpeta,
las dibuja de prima a las aletas
del fueye roncador que desestucha.
 
(Porque nació con destino de fueyero
y al lado un ángel ñericompa y porteñero
custodio de sus manos gardelianas.)

El insomnio lo inunda de quimeras
la nostalgia entre grillos se entrevera
y un espiche p’adentro, de sotana,
la conversa con el cuore batilana.
Ensiya el alma, en puro sentimiento
como si fuera deschavando un testamento,
refalando en el teclado sus macanas:
De los orsay que acusa el manyamiento,
de falopas y faso, de timbas pecoranas…
Su fueye bate el justo a ese lamento
blanqueando al alba confesora su nirvana.

Y entonces Pichuco le refila melodías
a la ferramenta que lofió de guacho,
por Fiore, por Floreal, por los muchachos
por las Milonguitas que cantó en María…
Dando changüís, gatiyando entre güiscachos 
y cincela, ensoñado, gloriosas troilerías.
La piedad está tayada en ese escracho
que enfarola la fetén tangomanía.

                         José María Otero




                                                      

4 comentarios:

  1. dequeruza jose maria juan de boedo

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  2. Isolina la corvina dequerusa la merluza (Stray)

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  3. [...] Hubo un tiempo en que la música me pareció el camino que me llevaría de verdad a Alana, mirándola escuchar nuestros discos de Bartok, de Duke Ellington, de Gal Costa, una transparencia paulatina me ahondaba en ella, la música la desnudaba de una manera diferente, la volvía cada vez más Alana porque Alana no podía ser solamente esa mujer que siempre me había mirado de lleno sin ocultarme nada. Contra Alana, más allá de Alana yo la buscaba para amarla mejor; y si al principio la música me dejó entrever otras Alanas, llegó el día en que f rente a un grabado de Rembrandt la vi cambiar todavía más, como si un juego de nubes en el ciclo alterara bruscamente las luces y las sombras de un paisaje. Sentí que la pintura la llevaba más allá de sí misma para ese único espectador que podía medir la instantánea metamorfosis nunca repetida, la entrevisión de Alana en Alana. Intercesores involuntarios, Keith Harrett, Beethoven y Anibal Troilo me habían ayudado a acercarme, pero frente a un cuadro o un grabado Alana se despojaba todavía más de eso que creía ser, por un momento entraba en un mundo imaginario para sin saberlo salir de si misma, yendo de una pintura a otra, comentándolas o callando, juego de cartas que cada nueva contemplación barajaba para aquel que sigiloso y atento, un poco atrás o llevándola del brazo, veía sucederse las reinas y los ases, los piques y los tréboles, Alana. [...]

    J. Cortázar, "Orientación de los gatos", Queremos tanto a Glenda.


    Ratoncito, pelusa, medialuna,
    calidoscopio, barco en la botella,
    musgo, campana, diáspora,
    palingenesia, helecho,
    eso y el dulce de zapallo,
    el bandoneón de Troilo y dos o tres
    zonas de piel en donde
    hace nido el alción,
    son las palabras que contienen
    tu cruel definición inalcanzable,
    son las cosas que guardan las sustancias
    de que estás hecha para que alguien
    beba y posea y arda convencida
    de conocerte entera,
    de que sólo eres Cris.

    J. Cortázar, "Otros cinco poemas para Cris", Salvo el crepúsculo.

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  4. ¡Gardel de Paraná y Lavalle!, Ché Pichuco:
    yo que escribí tu historia y tomé copas
    y te oí recitar... y senza grupo
    te he visto lagrimear con los recuerdos
    y cantar en un patio de Pompeya
    o hacer doler un tango en Mataderos
    o dar diez lucas -¿te das cuenta?...
    ¡Diez lucas! a un cantor fulero
    que se arrimó a la mesa con el justo:
    -"Ché Gordo, no ando bien: pasame un mango".
    Así que te presto mi vieja, si te sirve
    -yo que la tengo todavía...y que me dure-
    para que la uses de hombro y de pañuelo...
    y en una copa absurda, guardemos ese resto
    para otra noche de trocén, que andés de curda.
    Ah... y haceme ese favor: ¡cuidate un poco!
    ¡Mirá que hay mucho Troilo todavía...!
    Federico Silva

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