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sábado, 22 de noviembre de 2025

Relatos de la milonga

            


 A la distancia sueño con volver a esas noches impredecibles, en donde lo único certero es mi deseo. Que no es poco. Como si estuviera enamorada. Igual.
Recuerdo la última noche, una sorpresa... En aquel lugar conocido, donde bailé hasta el amanecer con desconocidos, hasta que cada músculo de mi cuerpo rogaba piedad.
Algunos hombres me contaban algo de su vida, otros sacaban temas de charla para conocerme un poco más, o porque el silencio simplemente los ponía nerviosos, quien sabe. Y hasta uno se animó a arriesgar sobre mi vida, y debo decir que algo acertó.
Pero las palabras entre tema y tema no eran nada. Absolutamente irrelevantes. Lo único que importaba era bailar. Bailar hasta que el agotamiento me deje extasiada entre las sábanas de verano de mi cama. Bailar hasta olvidar todo. Bailar hasta escuchar en susurros al cuerpo del hombre y acompañar su movimiento a la perfección. Sí. Por momentos era perfecto. El movimiento era perfecto, la música, el gesto, la pisada, el momento... pude respirar un instante en la perfección.
¿Cuántas veces de nuestras vidas podemos sentirlo? Aunque sea al menos por unos pocos segundos. Esos segundos que, en mi recuerdo, se transforman en eternos. Y cuando respiro ese aire, el resto del mundo no me es suficiente.
Por eso vuelvo. Siempre.
(Amor por el Tango)

 

 

martes, 18 de noviembre de 2025

TANTO

 Pocas veces un título tan corto puede ser suficiente para congregar adeptos y permanecer en el candelero del tango durante años. Porque Carlos Bahr y Elías Randal (Rubistein), compusieron este tema allá por 1942, pero da gusto seguir escuchándolo en las versiones grabadas del mismo. Es cierto que Bahr tiene una prolífica cosecha de tangos muy valiosa y perdurable, pero hoy me quedo en esta  página.                                                                                                                                                                                                       

Carlos Bahr

Tuve una relación amistosa muy grata con Manolo Sucher, que era la contrafigura de Bahr, y sin embargo compondrían muchos tangos de cartel entre los dos. Él me presentaría al poeta en el café que estaba frente a radio El Mundo. Yo era un pibe veinteañero, y pude compartir mesa con ambos. Aprecié la cordialidad y bonhomía de Bahr, que que me contó su contrariedad por no haber pasado de sexto grado.

Entre las cosas que me contaría en aquellos encuentros nocturnos, lo que más me llamó la atención  era en que sus temas provenían de historias reales. Las mismas habían sido vividas, algunas por él y la mayoría le habían sido trasladadas por distintas personas, en cartas o en encuentros solicitados por el personaje de turno. Incluso en ese mismo Café en que nos encontrábamos.  

Aunque nunca pudo vivir de su trabajo poético, Bahr fue un creador incansable y sus celebradas obras entraron en el repertorio de orquestas y cantantes con un éxito imparable. La lista es muy larga y sigue en el candelero milonguero y en la expansiva onda radial y victrolera con éxitazos como: Mañana iré temprano, Me quedé mirandolá,  Soledad la de Barracas, Humillación, Equipaje, Pecado, No te apures Carablanca...                                                                                                                                                                                                          


Y entre tanta composición poética, este tango que compuso con Elías Randal: "Tanto", que me empuja desde siempre y que que hoy desparramo en sus versos. La vieja historia del amor diluido, y que el personaje retorna una y otra vez leyendo aquellas cartas de la etapa amorosa. Con el estilo romántico y abolerado del tango de los cincuenta, que lo instaló en el área de los notables creadores.

Vuelvo a leer tus viejas cartas,
que ya he leído tanto y tanto
y vuelvo a hallarte apasionada
en las cálidas palabras
del momento del amor.
Es lo que queda de un pasado,
hecho de lágrimas y risas,
con un final desesperado
que escribieron el dolor
y el desamor.

Y entonces su corazón se agiganta y su cerebro recuerda cuánto amor los unió y una parte de ambos juntos, se ha quedado para siempre en su vida. El dolor lo oprime cuando comprueba que la relación se ha roto para siempre. Y entonces, una y otra vez mastica ese "tanto", que encierra la profundidad de lo vivido entre ellos y que ya nunca se volverá a recuperar. Aunque sea repetitivo, es profundo, vital.

Tanto,
tanto como nos quisimos,
tanto, tanto que soñamos,
tanto como hemos vivido.
Y de repente,
peor que el martirio,
peor que la muerte
este terrible comprender
que te he perdido,
que ya nunca he de tenerte.
Tanto,
tanto como fuiste mía
como nunca ya en tu vida
de ninguno más serás.

Guardo tus cosas más queridas,
porque conservan algo tuyo
es como un poco de tu vida
de tu vida y de mi vida
de mi muerta soledad.
Pero yo se que ya no hay nada
que te devuelva hasta mis brazos
y estoy así, sin esperanzas,
esperando nada más, por esperar.

Entre las grabaciones registradas de este tango, hoy escojo la de Roberto Florio, acompañado por la orquesta de José Libertella, realizada en 1967. 

                       




 


domingo, 16 de noviembre de 2025

martes, 11 de noviembre de 2025

Los cantores de Caló

 La historia registra el hecho de que la orquesta que mayor número de cantores enroló, fue la de Miguel Caló. Desde el pibe amigo del barrio, Carlos Dante en el inicio -que dejó 18 versiones grabadas-, su hermano Roberto Caló -luego director y pinta de galán-, Rufino, Dalton, Arrieta, Ortiz, Roldán, Tito Reyes o cancionistas como Chola Luna, entre otras.

Pero sus tres grandes descubrimientos fueron: Alberto Podestá, Raúl Berón y Raúl Iriarte. Al turco Washington Alé, lo trajo de San Juan el cómico Salvador Striano con 15 años. Se lo presentó a Roberto Caló a fines del '39, que intercedió ante su hermano para llevarlo a la orquesta. 

Éste lo incorporó el mismo día que al bandoneonista Domingo Federico y debutó en el disco con el nombre artístico de Juan Carlos Morel, que le impuso el director, y los temas: Yo soy el tango y Bajo un cielo de estrellas. Dos golazos de Federico, Francini y Stamponi mordidos por los versos de Homero Expósito y José María Contursi.

En 1942 Podestá se va a la orquesta de Di Sarli (que lo rebautiza con el apellido de la madre del cantor), dejando un hueco tremendo en la filas de Caló. Pontier,  bandoneón de la orquesta,  le recomienda al director que escuche a su comprovinciano zarateño Raúl Berón y Caló lo rechaza en principio con la frase "No quiero folkloristas en la orquesta"...

                          


Lo cierto es que todos los hermanos Berón (José, Adolfo, Elba, Rosa y Raúl) venían del foklore, pero la insistencia de Pontier  lo llevó a Caló a probarlo en el cabaret Shangai. Y aunque Raúl no se sabía entera la letra de ningún tango, apenas pasajes, pasa el examen con nota y debuta con la orquesta en el dancing Singapur, de Montevideo y Corrientes.

Curiosamente, al actuar en radio El Mundo, el director artístico de la emisora le pidió a Caló  que reemplazase a "ese cantor que no tiene acento de tango...". Con todo el dolor del alma, Caló le comunicó al cantor que a fin de mes terminaban la relación. El cantor sintió como una puñalada en el corazón porque ya se veía titular de la orquesta y su imaginación volaba.

En el ínterin sale a la venta el disco "Al compás del corazón". grabado por Caló-Berón, y el éxito impresionante del tema en la voz aterciopelada  y gardeliana del cantor lo lleva al mismo directivo a reconocer su error y la gran valía del zarateño. Y lo cierto es que Raúl Berón creó un estilo de interpretación vocal, con algo más de lo que enseñan las escuelas de canto, por su sentido rítmico y su prístina manera de tratar melódicamente la frase, convirtiéndose en una de las grandes voces del '40.

Al marcharse con Lucio Demare a su orquesta, en diciembre de 1942, otra vez la oreja de Caló volvería a acertar. Su hermano Juan le recomendó a Rafael Fiorentino que cantaba los estribillos en la orquesta de Enrique Forte y fue a escucharlo. De inmediato lo contrató, lo  rebautizó como Raúl Iriarte ( el nombre de una tienda de ropa que estaba junto a Radio Belgrano) y fue el sucesor ideal de Berón.

(De mi libro "ABC DEL TANGO - Biografías de grandes figuras". 

"Al compás del corazón" por Miguel Caló- Raúl Berón. Grabado el 29 de abril de 1942.) 

                              







sábado, 8 de noviembre de 2025

El abrazo en el tango

 Hace aproximadamente un año que aprendí a bailar tango y fue así que tomé mi primera clase en la Academia de Susana Miller y Ana María Schapira. Grande fue mi sorpresa cuando lo primero que me enseñaron, además de la postura, fue abrazarme a un señor.

El tiempo trnscurrió y muchos de los compañeros con los que empezamos, nos encontramos hoy en el grupo de avanzados. Sin embargo no todo fue tan fácil, y en general todos tuvimos que vencer ciertas dificultades o inhibiciones. 

Pero las idas y vueltas nos permitieron finalmente incorporar la técnica y actualmente este bailar "abrazados" se encuentra dentro del orden de lo placentero y, por qué no, mágico.

Mi actividad laboral se desarrolla dentro del campo de la psicología clínica y últimamente, a través del trabajo institucional, he tenido la posiblidad de coordinar talleres con pacientes incluyendo técnicas corporales. 

                                 


La inclusión del cuerpo dentro de la psicoterapia fue abriendo puertas y muchos de los pacientes  tuvieron logros con sólo aprender a escuchar "lo que el cuerpo dice". Sabemos que la historia de un individuo no sólo está escrita en su psiquis, y fue en función de esta idea que me puse a pensar que este "abrazo milonguero" conlleva en sí mismo algo que nos permie también rescatarnos de una serie de cosas.

Y sin ponerlo en términos técnicos, ya que no hace el objetivo de estas líneas, cuando nos abrazamos a "alguien" para "bailar", se produce un intercambio corporal. Aprendemos a escuchar el cuerpo del otro y también a conectarnos con nuestras propias corazas.

Debemos decodificar el lenguaje del otro cuerpo y lograr así una armonía de comunicación a través de su acercamiento que, desexualizado en su fin, transmita una corriente de ternura.

En este momento en que la institución de pareja se encuentra algo alterada, muchos de los que bailamos tango, pasamos por períodos de soledad. Quién sabe, nuestros hijos son grandes, o no hay hijos y el contacto corporal con otro no existe.

                                                       


Es así que, a través de las clases, las milongas, en esos minutos de abrazo y movimiento, se despliega lo que tiene que ver con el "sostén", sostener y ser sostenido, otro nos devuelve la conciencia de nuestro cuerpo, el calor, la armonía.

Lo demás lo hace la música. Pugliese, D'Arienzo, Di Sarli ponen su magia y nuestro cuerpo se mueve más allá de un mecanisismo como si también en ese instante nos estuviéramos, una vez más, abrazando a la vida.

Y entonces nuestra cotidiana individualidad cobra vuelo, trascendiendo los propios límites y cada uno elige su lugar favorito de destino como en un sueño del que se despierta, pero al que siempre se puede volver.

Gloria Schlieper  (Revista "El Tangauta"- Abril del 2000)



jueves, 6 de noviembre de 2025

Puloil

 Un producto comercial que tuvo gran auge en Argentina fue el polvo limpiador "Puloil", para lavar platos y cacerolas, como también cubiertos y otros objetos de cocina. Fue el pionero en desarrollar ese polvo que luego imitaría la marca "Relusol".

La imagen de una mujer con la escoba,vestida como en el 1900, resistió el paso de los años y el aviso en revistas de 1940 decía: "Usted, que cambió la plancha de carbón por la eléctrica, y la radio por la victrola, cambie a Puloil".

                              


El poeta tanguero Raúl Hormaza, autor de la milonga "El divorcio", que lleva música del contrabajista Luis Pucherito Addesso, dice en sus humorísticos versos: "...pa' que se bañe seguido, / también le dejo la tina, / el puloil, la lavandina, / y la piedra de esmeril..."

Entre muchos programas radiales que auspiciaba Puloil, también lo hizo en un Concurso de cantores por LR4 radio Splendid, en 1933, con gran apogeo. Nada menos que 3000 participantes tuvo el citado concurso. Los acompañaba el Trío Puloil que integraban músicos de prestigio como Miguel Caló en bandoneón, Raúl Kaplún en violín y Luis Brighenti al piano.

El concurso lo ganó Hugo Gutiérrez, que esa época era violinista en la orquesta de Caló, y también grabó durante siete años como cantor en la RCA Victor. Segundo se clasificó  Andrés Falgás, luego Elías Fort y en cuarta posición Enrique Casadei. El premio que se llevó Gutiérrez por ganar este Concurso, fue un contrato de seis meses en dicha emisora y 200 pesos mensuales de salario.

                                   

Hugo Gutiérrez

Curiosamente, Gutiérrez era violinista, aunque grabó durante siete años como cantor en la RCA Victor. Incluso en 1949 dirigió su propia orquesta, actuando en Radio El Mundo.Antes había actuado con su instrumento en las orquestas de Francisco Lomuto, Juan Bautista Guido, Pedro Maffia, Julio De Caro y Ricardo Luis Brignolo. 

Como composior aportó temas de valía. Con Homero Manzi, por ejemplo, construyeron una parva de tangos prestigiosos: Fruta amarga, Torrente, Despúes, Tapera y el valsecito Llorarás llorarás. Con Carlos Bahr: Monotonía. Con Homero Expósito: Todo. Con Venancio Clauso el vals: A Mercedes. Otros temas suyos destacados son: Duerme, Amigos que yo quiero, Quince años, Nada ha pasado entre los dos.

Quiero agregar que tuve el gusto de conocerlo y tratarlo, como lo he contado en otra oportunidad. Me lo presentó en el "Café del Águila" un amigo mío del barrio, que era un muchachito como yo y Hugo era su padrino. Muy simpático, me trató muy bien y a pedido mío me soltó algunas hazañas y como despedida sacó de su portafolio una foto que me autografió y dedicó.


    

Y podemos escuchar la milonga El divorcio, por la orquesta de Miguel Caló, cantando Raúl Berón. Fue grabada el 6 de junio de 1950.

                                          






martes, 4 de noviembre de 2025

Fresedo y la ronda nueva (XI)

 El “estilo Fresedo” según Fresedo

-En aquella época, ¿se hablaba ya de las variaciones de bandoneón?
-“No, absolutamente”.
Yo nunca las introduje en mi orquesta si no eran tangos en que las variaciones eran obligadas, como “Canaro en París”, por ejemplo.
 
-Pero nunca fui partidario de ellas.
-Yo me ocupé más de embellecer al tango, de refinarlo, pero me gustó siempre que el oyente entendiera la melodía.
Me interesó transmitirle lo que yo siento, de la misma manera en que mis músicos tratan de contagiarle mi sentimiento.
En mi orquesta ensayo cuerda por cuerda y les hago tocar como yo lo siento.
Ensayo con los violines, después los bandoneones con el piano y el contrabajo y luego junto todo y quiero extraer la esencia de lo que yo interpreto”.
            
                                 

 
         -¿En su orquesta usted asigna mayor predominancia a las cuerdas que los bandoneones?
-“No, no; yo le doy los divises a las cuerdas y a los bandoneones y eso lo alterno con algunos unísonos.
Porque no se olvide que la orquesta típica por lo general, exige cuerdas y bandoneones y no existe mucha diversidad de sonidos.
En mi orquesta salvo cuando yo tocaba, que eran cuatro, casi siempre tuve tres bandoneones”.
-¿Cómo colocaban las voces?
-“La mayoría en divises y unísonos, porque no se puede hacer otra cosa; es decir, se pueden hacer muchas cosas pero lo que a mí me interesa es que la gente me entienda.
Técnicamente divises significa que si por ejemplo hay cuatro violines, no toquen todos la misma nota, sino cada uno, una nota distinta, que se vayan armonizando. También con los bandoneones.
Otro detalle que cuido es colocar bien los “staccatos” –cuando los hay- y cuando pasamos de los staccatos a los ligados, que no sea una cosa chocante, que lo vaya “llamando” ligando, para después hacer un arranque “staccato”.
Además matizar los “staccatos” y los “ligados”, que es con lo que yo he conseguido que la orquesta guste a la gente.
Indudablemente no sé explicar lo que estoy imponiendo en cada cosa, pero yo pretendo por lo menos, interpretar bien cada frase, sin “molestar” a nadie.
Aparte resulta primordial saber pedir a los músicos, a la orquesta, qué es lo que uno quiere”.
-¿Cuál de sus orquestas ha sido la que más le satisfizo?
-“La que más satisfacciones me ha dado fue la que tuve con Pansera y Pérez Préchi”.
-¿Y aquella con Barbato en piano y Vardaro en violín?
-También, estaba bien, pero no era una orquesta con la que uno se pudiera defender como con esta última, en la que tenía seis violines, 2 violas y a veces dos cellos”.
 
El director
 
Durante la década del veinte surgen en el seno del período denominado Guardia Nueva, dos modalidades fundamentales en la interpretación instrumental del tango, orientadas a formas musicales más evolucionadas, que son las concebidas por las denominadas Escuela Decareana y Escuela Fresediana, en cierto modo antinómicas.
Las características de la nombrada en primer término, se señalan al referirnos a la figura de Pedro Maffia, de manera que resumiremos aquí los elementos definitorios de la creada por el maestro Fresedo, muchos de los cuales se infieren de sus apreciaciones en el anterior párrafo. La escuela de Fresedo, como recurso expresivo esencial, recurra al empleo de los matices, es decir, las variaciones en la intensidad del volumen sonoro, elemento que maneja con un grado de suprema sutileza.
 
Para ello dibuja líneas ascendentes, cuya intensidad sonora va aumenta de manera gradual del “piano” al “forte” – (“crescendo”), para descender a continuación de la misma forma, en un sentido inverso, del “forte”, al “piano” – (“Diminuendo”) medio que regula con llamativa precisión. Otro elemento que juega constantemente en sus interpretaciones, consiste en ejecutar un pasaje de la misma forma “ligada” –grupo de notas sucesivas en una sola emisión- y por lo contrario, el siguiente en “staccato” –es decir atacando cada nota por separada, a veces “pianissimos”. Con estos dos recursos, hábilmente conducidos, logra quebrar cierta rigidez en el fraseo, ya que no acostumbre a adelantarse o quedarse en la marcación, que es consecuencia de otro de sus preceptos estilísticos, el absoluto y total respeto por los tiempos musicales.
Finalmente, el escrupuloso acatamiento al dibujo melódico original, es otra de las pautas de su escuela interpretativa, derivando de la misma la virtual ausencia de solos y variaciones de bandoneón y limita el desdoblamiento de las voces de éstos en la fila, dando prevalencia a cantar en unísonos o a la mera marcación rítmica, que por lo común se efectúa de modo similar a lo largo de toda la obra vertida.
Corresponde aclarar que esto no implica que los bandoneones estén marcando en forma “cuadrada” en el curso de toda la pieza ejecutada; por el contrario, acude con mesura a introducir atractivos efectos de síncopa.
                                                         
                                               El espiante. Tango
 
 El estilo Fresedo ubica en un primer plano la utilización generosa de las cuerdas –en su momento más evolucionado empleó la cuerda completa- generalmente reforzada en el sector violinistico, con sus clásicos efectos de contrapunto, procedimiento por el cual combina varias melodías simultáneas sin que ninguna de ellas pierda su independencia.
Con frecuencia emplea el efecto contrabajístico denominado “rulo”, que recuerda al redoblar de un tambor, obtenido por un efecto percusivo, “Col legno”, consiste en una secesión rápida de golpes de la “baqueta” del arco sobre las cuerdas, acentuada en el final por un golpe con la mano izquierda sobre las mismas.
Incorporó además, en su afán perfeccionista, nuevos timbre musicales, sumando al a planta instrumental básica de una orquesta típica, instrumentos hasta entonces desusados en agrupaciones dedicadas a este género musical, o reincorporó a otros que se habían dejado de lado desaprovechando sus posibilidades.
En el primer caso se encuentra el arpa, instrumento que es utilizado como un elemento amalgamante del sector cordístico, dando un colorido empaste a la lujosa masa sonora.
Lo mismo podemos decir del vibrafón, que con notable sentido de la oportunidad y equilibrio, ubica esos clásicos toques o “pantallazos” que otorgan a sus ejecuciones tan particular clima.
 
Dice el maestro con referencia a la inclusión del arpa y el vibrafón en su planta orquestal:
-“La introducción del arpa reforzando las cuerdas, o la del vibrafón, perseguían el dotar al conjunto de mayor riqueza de sonido melódico. Apoyaban la base armónica y valoraban enormemente el trabajo de las cuerdas”. (Reportaje a Fresedo, de Geno Díaz).
Por último, recobró para la orquesta típica, la batería y elementos de percusión y agregó otros creados por él para lograr efectos especiales, como la “lija” que consiste en dos fratachos comunes de albañil, cubiertos por papel de lija que se frotan entre sí.
A propósito de esta reintroducción de la batería en la orquesta típica decía el maestro:
-“La batería la agregué para que se ocupe de llenar suavemente los vacíos rítmicos y darle así una libertad al piano. El piano fue siempre en mi orquesta un instrumento fundamental. Desde el gran Juan Carlos Cobián, con quien toqué mucho tiempo, o Enrique Delfino, hasta el pianista que haya tocado conmigo por última vez, a todos le reservaba un papel muy importante en los arreglos” (Reportaje de Geno Díaz al maestro Fresedo.)
Aunque en forma esporádica incluyó en ocasiones el saxofón, la primera hacia 1922 y nuevamente alrededor de 1933. ¿Para qué pondría el saxofón? Pensaba su violín Manlio Francia en 1922…
En la primera ocasión incorporó un saxo barítono, que tenía como finalidad doblar las notas básicas del contrabajo, pues los sistemas de grabación de la época, precarios en extremo no captaron el fondo grave de la orquesta y por ende, la marcación rítmica del bajo desparecía.
No obstante el espíritu renovador que impulsó toda su extensa y brillante trayectoria, jamás se apartó de los cánones adoptados en la concepción de su estilo, sino que los refinó y ahondó en ellos, tratando de extraer el máximo de posibilidades hasta la última vez que irguió su cuerpo para empuñar la batuta.
 
El bandoneonista

Nunca estuvo en la mira del maestro Fresedo, ser un virtuoso solista del bandoneón, sino que le interesó más como elemento de ensamble con los distintos sectores instrumentales de la orquesta y como nos confesara en nuestra entrevista, para componer en él: “El bandoneón me gusta sobre todo, para ir viendo cómo se van formando los acordes”.

Claramente influido por la modalidad bandoneonista de Eduardo Arolas en sus comienzos, aunque con tendencia a la ejecución ligada, natural musicalidad y aversión hacia las variaciones. Fresedo evolucionó sobre todo, respecto a sus antecesores, en “su sonido”, más cercano al de Pedro Maffia o Enrique Pollet, aportando además sus sobrios y personales fraseos de mano izquierda, aunque igualmente hábil con ambas manos. “Lo que más tenía yo era una gran intuición”, confesaría en nuestra charla.

Por otra parte, hacia 1939 abandonó su puesto en la fila de para dedicarse con exclusividad a la dirección orquestal, salvo alguna esporádica intervención, de modo que su evolución como director no fue acompaña en igual medida en su condición de instrumentista.

Los escasos testimonios discográficos sobre sus virtudes como bandoneón solista, han sido señalados al tratar su trayectoria, pero recordemos aquí que en el año 1920 dejó impreso un disco grabado en Camden, Nueva Jersey, para el sello Victor, con los temas “Bélgica” y su tango “Nueva York” y en nuestro país imprimió para la casa “Odeón” el vals “Un sueño” y en dúo de bandoneones con su habitual ladero de tantos años, el uruguayo Alberto Rodríguez, el tango de Francisco Canaro “Milonga con variaciones”, ambos de 1927.

El compositor


Indudablemente las dos facetas más importantes de su personalidad artística, han sido las de director y la de compositor, que se conjugan admirablemente, pues al haber creado un estilo interpretativo dirigido a exaltar los valores melódicos de las obras, así pues las creaciones debidas a su talento, han sido especialmente concebidas para ser ejecutadas por su agrupación, dotándolas de una particular riqueza inventiva que lo ubican en una tesitura similar a la sustentada por Enrique Delfino.

Algunas de estas composiciones melódicamente más valiosas, aptas para ser cantadas, han sido tratadas instrumentalmente constituyendo señaladas aciertos, como las versiones de “Sollozos” y “Aromas” a cargo del sexteto de Julio De Caro.

Lo dicho anteriormente no significa que no haya en su producción, tangos singularmente aptos para el tratamiento predominantemente rítmico, como “El espiante”, “Pimienta”, o “El once”, que fueron notables sucesos de su repertorio.
Al referirse a la forma de componer antiguamente y la manera en que se hacía en 1959, manifestaba el maestro Fresedo en un reportaje en la añorada revista “Cantando”:

-“Antes se componía a base de inspiración… ahora las letras limitan las posibilidades y la melodía debe ajustarse a la medida. Los tangos son “técnicos”. 
 
(Entrevista de OSCAR ZUCCHI)