El tango tiene muchas historias curiosas, después de haber desgranado el quejumbroso lamento malevo descrito con letra gorda, el tenue farolito del suburbio, el puñal de los guapos, las andanzas de paicas y gaviones y ese sur trasnochado de guitarras y de aljibes. Muchos poetas de calibre fueron renovando los versos y una ponchada de músicos con polenta supieron transmitir aquel chamuyo inconfundible de la noche porteña.
Ricardo Duggan
Incluso se dieron las circunstancias para que un actor como Ricardo Duggan, que tuvo la fortuna de vivir hasta sus 108 años, destacara también en el tango, con la creación de este tema que hoy me ocupa y que obtuvo un reconocimiento popular por las interpretaciones del mismo. También hizo los versos de "Melodía gris"-Suceso de De Angelis-Martel"- y "Tu voz", que grabara Biagi con Carlos Acuña.
Duggan se llamaba en realidad Fermín Carballeda, y filmó e hizo teatro junto a figuras como Julia Sandoval, Myriam de Urquijo, Iván Grondona, Diana Ingro, Beatriz Taibo, Hugo Pimentel, Ramón Garay, Carmen Campoy. Con varios de ellos formó parte de la "Compañía Argentina de Comedias Pepe Arias", que tuvo notable eco popular.
Este tango que compuso en 1944 junto con Juan Canaro, el autor de la música, fue el que tuvo más relevancia entre los escasos que escribió. La versión de Troilo con Alberto Marino le dio proyección y por eso sigue vivo en las milongas donde se lo puede bailar todavía, como hemos podido comprobar. Los versos de Duggan retratan el eterno problema del amor frustrado que él quiere retener a toda costa.
Cantando se van las penas Y es por eso que yo canto Si mi corazón no llora Es porque está ahogado en llanto Acercate vida mía Que estoy muriendo de amor Cantando se van las penas Y por eso canto yo
Es difícil entender y aceptar que la persona con quien compartimos momentos tan intensos pueda olvidarnos con total ligereza. Es lo que le pasa al personaje de Duggan que aparentemente quiere calmarla en su dolor por la ruptura. Pero las contradicciones brotan enseguida y confiesa sin tapujos que la quiere y la seguirá queriendo. Y brotan sus ruegos amorosos para retenerla, incluso cantando, que ve como forma de alivio al dolor de la pérdida.
Yo fui sincero y siempre supe quererte, si tú llegas a olvidarme antes prefiero la muerte. No llores mi alma que tu dolor me tortura, lo que pasó ya no importa lo que yo quiero es tu amor.
Cantando se van las penas y es por eso que yo canto, si tu no sabes quererme para qué te quiero tanto... No te vayas vida mía que me muero de dolor... Sí. Cantando se van las penas y por eso canto yo.
Hay una milonga del mismo nombre, que firma Roberto Lurati y la grabó Biagi con su orquesta y el cantor Jorge Ortiz. Nada que ver con este tango que Francisco Canaro con Eduardo Adrián grabó el 18 de noviembre de 1942. Francisco Lomuto/Jorge Omar el 9 de diciembre de 1942. Aníbal Troilo con su cantor Alberto Marino lo llevó al disco el 30 de septiembre de 1943. Piazzolla, que integraba la orquesta de Pichuco hizo el arreglo del tema. Es la versión que podemos recordar aquí.
Este tango es de los que dejan huella y, aunque se haya estrenado en 1932, todavía podemos degustarlo. Escuchándolo en la versión del Polaco Goyeneche acompañado por la orquesta de Osvaldo Berlingieri, la de Ada Falcón con la orquesta de Francisco Canaro, la siempre inmortal de Gardel con sus guitarristas, o bailarla con la grabación de Juan D'Arienzo, su orquesta y Armando Laborde.
Pedro Maffia recordaba así algunos detalles de la creación de esta página suya que llevaría letra del periodista-poeta José Horacio Staffolani:
-"En 1932 estrené Ventarrón, primer premio del Teatro Colón en un concurso organizado por unas damas de beneficencia. Se presentaron solamente tres orquestas al Concurso, actuando un único día: la de Edgardo Donato, la de Francisco Lomuto y mi orquesta. Se anunció el concurso. El Teatro Colón estaba repleto. Las entrada eran costosas. Un jurado de 9 miembros decidía.
La orquesta hacía su presentación y tocaba un solo tango, una sola vez preferentemente dirigido por el mismo compositor. Se prefería que por lo menos el autor fuese componente del conjunto. Nosotros aparecimos como fin de fiesta; había otros números anteriores. Donato se presentó con un tango que luego tuvo mucho éxito: El huracán.
Ganamos el primer premio y recibimos un cheque por mil pesos. El tango no tenía letra. Ya se llamaba Ventarrón, después le hice poner letra, que hizo Sttaffolani. Lo registró Francisco Canaro con el cantor Ernesto famá en disco Odeón. La Típica Victor con el cantor Alberto Gómez ha dejado una fidedigna versión en una placa grabada el 13 de marzo de 1933".
La cancionista Ada Falcón como solista, acompañada por la orquesta de Francisco Canaro lo registró en ajustada interpretación el 9 de febrero de 1933, en el sello Odeón. Carlos Gardel, quien con su maestría de siempre lo volcó en un 78rpm el 15 de febrero de 1932 con las guitarras de Pettorossi, Barbieri, Riverol y Vivas
Un verdadero hallazgo artístico resulta la grabación de esta obra por la orquesta típica de Alberto Mancione en versión puramente instrumental. Lo dejó impresa en disco RCA Victor realizada el 28 de julio de 1950.
Juan D'Arienzo con el cantor Armando Laborde, concretaron su registro en Victor AVL 370 (RAAN 7266) repitiendo antiguos "clichés", el 23 de octubre de 1967.
OSCAR ZUCCHI
("El Tango, el bandoneón y sus intérpretes ")
Escuchamos la versión instrumental de la orquesta de Alberto Mancione. Grabado el 28 de julio de 1950.
Y la de Ada Falcón acompañada por la orquesta de Francisco Canaro.Grabado el 9 de febrero de 1933.
A Anselmo Aieta le llamaban -y con razón- "El brujo del bandoneón", pero además, también fue "El brujo de la composición", porque su obra es no sólo muy extensa, sino también muy valiosa. La prueba está en la cantidad de músicos y cantantes que han interpretado sus temas, los han llevado al disco y han conseguido que perduren en el tiempo renovándose constantemente.
Alfredo de Angelis afirmaba que no hubo ningún bandoneonista con sus recursos y su don de improvisación, sin perder el hilo de la melodía. Pichuco le llamaba cariñosamente Papi y le tenía una gran estima. Y además, Aieta formó esa maravillosa sociedad creativa con Francisco García Jiménez que derivó en la parva increíble de temas que crearon a lo largo de cuarenta años. Y todos ellos convertidos en éxitos.
Como ya he tratado sobre ambos en mis páginas y en mis libros, hoy me sumerjo en una de sus creaciones, el tango "Príncipe" que compusieron en 1922, juntamente con el violinista Rafael Tuegols. Aieta integraba la fila de bandoneones en la orquesta de Canaro, junto a Minervini, Schumacher y Danesi y actuaban en el "Casino Pigalle". Allí estrenarían este tango que sería muy aplaudido.
Francisco García Jiménez
Justo estaba esa noche Gardel en una mesa del cabaret y le gustó mucho el tema. Tanto que se presentó en el intervalo, saludó a Aieta y le dijo: "Este tango es posta, muy posta y te aseguro que te lo voy a grabar y te va a quedar una ponchada de dinero. Hasta te podrás comprar una casa, ya verás...". Aieta lo comentaría con García Jiménez y la alegría de ambos fue muy grande porque entrevieron la dimensión del tema.
Los versos de García Jiménez dibujan la estética de la individualidad y beben de las fuentes del alma. Los años crepusculares del personaje, aguijoneados por la afilada melancolía que nos recuerda el paso el tiempo y nos devuelve a los lugares inolvidables de la memoria en eterna descomposición. El príncipe se ha bajado del trono y recuerda aquel entusiasmo, y el embrujo final que cuadra el círculo.
Príncipe fui, tuve un hogar y un amor, llegué a gustar la dulce paz del querer y pudo más que la maldad y el dolor, la voluntad de un corazón de mujer, y así llorar hondo pesar hoy me ves, pues para luchar no tengo ya valor. Lo que perdí no he de encontrar otra vez, príncipe fui, tuve un hogar y un amor.
Los efluvios desgranan en el aire un cromatismo oscuro en la épica de lo cotidiano. Esskol Nevo dice que "cada uno reescribe su vida cuando se la cuenta a sí mismo". Y nosotros lo podemos apreciar en la confesión del personaje que siente un peso de lápida en su vida amorosa. Su apología del escepticismo se ve machacada incluso, por el escarnio que recibe como respuesta.
Y hoy que, deshechos mis sueños bellos, mi pie en las calles sin rumbo pisa, cuando les digo que he sido un príncipe los desalmados lo echan a risa: cuando les digo que fue la muerte quien de mi trono se apoderó, ¡cómo se ríen de mi desgracia y es mi desgracia su diversión!
Loco, me dicen los desalmados y siento por todos lados «loco, loco». Esos, que me insultan al pasar, nunca, nunca mi recuerdo han de empañar.
Una vez más la dupla García Jiménez-Aieta logra un respaldo popular a esta creación, incluso en la interpretación. Hay que reconocer la intervención de Tuegols en la parte musical. Existen numerosas grabaciones de este tango. Aníbal Troilo con la voz de Alberto Marino, lo grabó el 23 de enero de 1946.
Osvaldo Pugliese con su orquesta, cantando Alberto Morán, lo llevó al disco el 28 de marzo de 1946.
Horacio Salgán fue un músico reconocido por sus colegas, en su argamasa de vanguardia y conservadurismo. Ha sido original en sus planteamientos, y, al revés de Piazzolla, alcanza su objetivo desde un comienzo anárquico, por su obsesión de meterse dentro del tango, tocando al modo tradicional.
Mientas Astor lucha por salirse de los esquemas clásicos del tango, Salgán se aleja de sus fantasías primerizas -producto de su gran dominio de la música-, cuando acompañaba a su primera esposa, Carmen Duval, desde el piano, y en su desasosiego creador, pugna por zambullirse de lleno en las fuentes, consiguiéndolo plenamente, pese al rechazo inicial.
Decían que lo que él hacía no era tango y desconcertaba a los expertos. Lo cierto es que a sus 13 años ya era un aventajado alumno del Conservatorio Municipal y consumado intérprete de Bach, Beethoven, Ravel, Debussy y Chopin. Tocaría en orquestinas, casamientos, organista en la iglesia y solista en las matinés de un cine de Villa del Parque. Tocó incluso música tropical.
A fines del 2009 recordaba: "Yo me crié en el tango. Cuando era chico, cuando era joven, se tocaba tango como cosa principal, sin perjuicio de que hubiese otros géneros como valses y pasodobles. Pero el tango era la música nuestra y estaba a todas horas y en todos lados". Elvino Vardaro primero y Juan Caló luego, lo llaman a formar en sus orquestas típicas.
El legendario Roberto Firpo deja el piano y empuña la batuta en su orquesta, dejándole el sitio a Salgán en su lugar. A los veinte años ya había hecho su primer arreglo musical para la orquesta de Miguel Caló: el tango Los Indios. Fue incluso una de sus primeras orquestaciones porque entonces no se arreglaba. Y su primer tango "Del 1 al 5" ya le daba chapa de tanguero.
En 1944 debutó al frente de su propia orquesta, en la Confitería Diamante, de Rivadavia y Castelli. "En ese entonces actuaban muchas orquestas típicas pero yo tenía otro gusto. Posiblemente esa sensibilidad diferente provenga de mis orígenes. Dos o tres generaciones atrás, mis bisabuelos fueron negros. Quizás viene de ahí mi manera de sentir las síncopas".
Con su orquesta logró que los grandes del tango lo siguieran en sus noches de actuaciones. aunque no haya una sola grabación de su primera orquesta. Tuvo tres cantorazos: Horacio Deval, Ángel Paya Díaz y Roberto Goyeneche. La perfección del sonido es su búsqueda vital. Lamentablemente, consuma la disolución de su orquesta en 1957.
Se hace solista, toca en dúo con Ciriaco Ortiz, en trío, y funda el Quinteto Real. "Lo tomamos más bien como un divertimento y los arreglos eran míos", decía. Junto a Laurenz, Francini, Ferro y el guitarrista Ubaldo de Lío, con quien estuvo unido más de cuarenta años, aunque -y también en ésto es único- no se tutearan nunca.
Horacio Salgán, Pedro Laurenz, Enrique Francini, Ubaldo de Lío y Quicho Díaz
El Quinteto Real, con el padrinazgo de Aníbal Troilo y la presentación de Antonio Carrizo, debutó en 1960 en radio El Mundo. Y los llamaron de todas partes, viajaron a Japón en varias ocasiones, grabaron con éxito y esos registros han cobrado valor histórico.
Por encargo de un sello japonés, el conjunto resucitó años más tarde llamándose "Nuevo Quinteto Real". Lo integraban De Lío, Salgán, Leopoldo Federico (le sucedió Néstor Marconi), Antonio Agri y Omar Murtagh. Hubo muchos cambios con el paso de los años. A principios del siglo XXI, Salgán se retira, dejando en su lugar su hijo César, en la ejecución del piano y dirección del conjunto.
En el año 2004 la formación era la siguiente: Cesar Salgán (piano), Ubaldo de Lío (guitarra), Carlos Corrales (bandoneón), Julio Peressini (violín) y Angel Bonura (contrabajo). También esta formación tuvo nuevos ejecutantes que se fueron reemplazando a través de los años.
En el 2010 el Quinteto celebró sus 50 años con diversas giras por el mundo, mientras que en nuestro país participaron de eventos muy especiales como el Bicentenario de Argentina y El Festival de Tango de Buenos Aires.
Podemos escuchar la versión del tango de Luis Brighenti: "Ensueños". grabada por el Quinteto Real en 1960
Y también la milonga "La trampera" de Aníbal Troilo, llevada al ese año.
Una de las tantas rarezas del tango. La sociedad musical Osmar Maderna-Miguel Caló se alió en este caso en los rubros: poeta-compositor, para crear el tema que resalta las peculiaridades de la yunta en la poesía y musicalización del tema. Como hicieran también con el tango Qué te importa que te llore y el valsecito Luna de plata.
Era la época en que el piano de Maderna sacaba roncha en la Orquesta de las estrellas, como se conocía entonces a la formación de Miguel Caló. Ese modus inconfundible del músico de Pehuajó,que a sus 21 años ya se había incorporado al grupo y no sólo como pianista sino incluso en función de arreglador, lo que le permitiría lucir tempranamente sus cualidades en esos capolavoros tan especiales.
Se trata de un caso muy especial, porque en general, los compositores trabajaban sobre la poesía de los escritores, y en este caso Maderna y Caló rompieron con el molde y lograron en 1942, éxitos como este en la doble función creativa. El tango que recuerdo en este caso no tiene muchos registros discográficos, pero la versión de Miguel Caló con Raúl Berón es gratificante y dan ganas de escucharlo una y otra vez.
El tema versa sobre el clásico déjà vu de la pareja que consagró tantos proyectos unidos y promesas luminosas que de repente, inesperadamente se quiebran. Los sueños reverberan esas circunstancias del adiós que parecía tener boleto de retorno, pero la realidad desbarata todas las perspectivas y el hombre, quebrado, recuerda esos momentos que se le hacen inolvidables y desgraciados.
Cuando dijo adiós, quise llorar... Luego sin su amor, quise gritar... Todos los ensueños que albergó mi corazón (toda mi ilusión), cayeron a pedazos. Pronto volveré, dijo al partir. Loco la esperé... ¡Pobre de mí! Y hoy, que tanto tiempo ha transcurrido sin volver, siento que he perdido su querer.
Muchos poetas del tango retratan en algunas de sus creaciones, las vivencias personales y amorosas. Leyendo los versos del tema que traigo hoy a la página, da la sensación de que hubiese una historia real, yacente en todo el espíritu del tema. Acorralado por la nostalgia, la fugacidad de los momentos de amor, deshilvanando su musa, el personaje confiesa que su vida está herida de muerte sentimental.
Jamás retornarás... lo dice el alma mía, y en esta soledad te nombro noche y día. ¿Por qué, por qué te fuiste de mi lado y tan cruel has destrozado mi corazón? Jamás retornarás... lo dice el alma mía
y, aunque muriendo está, te espera sin cesar.
Cuánto le imploré: vuelve, mi amor… Cuánto la besé, ¡con qué fervor! Algo me decía que jamás iba a volver, que el anochecer en mi alma se anidaba. Pronto volveré, dijo al partir. Mucho la esperé… ¡Pobre de mí!
Y hoy, que al fin comprendo la penosa y cruel verdad, siento que la vida se me va.
Y el tango pegó. Pegó de tal forma que a ochenta y tres años de su creación, lo seguimos escuchando y bailando con ganas. También es cierto que la intepretación de Raúl Berón con la orquesta de Miguel Caló le suma muchos puntos al tema. Lo que sin embargo no deja de llamar la atención, insisto, es que los versos hayan sido creados por dos músicos de tango como Maderna y Caló.
El 9 de octubre de 1942, Miguel Caló con su orquesta lo llevó al disco. Y acá lo tenemos otra vez con la nostalgia que va creando en sus compases y el canto sentimental de Berón.
Rodolfo Biagi se acababa de independizar, y luego de destacar en la orquesta de Juan D'Arienzo, con su estilo pianístico, dio el paso adelante hacia su consagración entre las formaciones que alumbrarían los años cuarenta del tango. Su primer disco de 78rpm tenía de una cara el tango instrumental de Vicente Greco: El incendio, y en la otra faz este tango que acababa de componer con Francisco Gorrindo.
Lo cierto es que Gólgota fue toda una pegada y entró en el repertorio de orquestas y cantantes. Francisco Lomuto con su vocalista Jorge Omar, Héctor Mauré, Agustín Irusta y otros le dieron relieve grabándolo y Biagi con su orquesta y la voz de Teófilo Ibáñez le dio el impulso definitivo. Lo cierto es que muchas voces nuevas lo van renovando y demostrando que el tema tiene gancho.
El quilmeño Gorrindo, supo engancharse con varios temas suyos que echaron raíces fuertes como por ejemplo: Mala suerte, Ansiedad, Por tener un corazón, La bruja, , Verano, Perdón, Dos guitas. Su amistad con Biagi le sirvió para que entrambos compusieran éxitos como el tema que hoy comento y también: Por tener un corazón, Perdón y Magdala. Éste últimosería el primer registro discográfico de Armando Laborde con la orquesta del Rey del compás.
Hoy traigo a la palestra ese tema que crearon Gorrindo y Biagi en 1938. Su nombre, Gólgota, recuerda al Monte, cerca del exterior de la murallas de Jerusalén, donde Jesús de Nazaret exhaló su último aliento. Tan arraigado se encuentra el nombre en el seno de la Cofradía de la Expiración, , que incluso la revista o publicación de la Corporación recibe ese icónico nombre: Gólgota.
Francisco Gorrindo
Gorrindo también surca entre claridades melancólicas, diagnosticando, la ruptura del idealismo amoroso fracasado. Esas fases embrionarias de las cosas a través de la niebla del destino. El amante abandonado descubre una sociedad androcentrista, misógina y demasiado injusta en la que está sumergida la maraña afectiva. Y piensa que no hay virtud cívica posible.
Yo fui capaz de darme entero y es por eso que me encuentro hecho pedazos, y me encuentro abandonao. Porque me di, sin ver a quién me daba, y hoy tengo como premio que estar arrodillao. Arrodillao frente al altar de la mentira, frente a tantas alcancías, que se llaman corazón; y comulgar en tanta hipocresía, por el pan diario, por un rincón.
Virgilio decía "Bajar al infierno puede ser algo relativamente fácil, lo difícil es una vez dentro poder salir...". El alma receptora de emociones pasionales y de la agresión, renuncia a la aventura diaria y la bohemia lo arrastra con sus vicios, sobre todo el alcohol que lo acepta como si fuera el reemplazante del amigo. Y siente que el mundo que lo rodea es un circo ambulante.
Arrodillao, hay que vivir,
pa' merecer algún favor; que si de pie te ponés, para gritar tanta ruina y maldad. Crucificao, te vas a ver, por la moral de los demás; en este Gólgota cruel, donde el más vil, ése, la va de Juez.
No me han dejao más que el consuelo de mis noches, de mis noches de bohemia, mezclar sueños con alcohol. Ni quiero más, me basta estando solo, teniendo por amigo un vaso de licor. Que por lo menos con monedas he comprado, a quién no podrá venderme, quién me prestará valor para cumplir en este circo diario, con las piruetas de tanto clown.
El 19 de agosto de 1938, con el cantor Teófilo Ibáñez llevan a la placa: Gólgota. el primer disco de 78rpm que graba Biagi en Odeón. En la otra cara tenía el tango de Arturo De Bassi: El incendio. Podemos recordarlo aquí.