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jueves, 18 de julio de 2013

Javier y Geraldine

La belleza me puede. Cada tanto traigo a parejas profesionales para mover un poco el esqueleto del blog, y la yunta tan recordada de Javier Rodríguez-Geraldine Rojas, siguen siendo la maravilla que nos reclama el alma para recrearnos en la perfección de su arte.

Hace ya bastante tiempo que emprendieron caminos separados, pero por suerte quedan sus videos que serán siempre material de primera, para apreciar en todo su sentido lo que es una pareja de tango.
En realidad, da la impresión de que conforman una solo cuerpo con cuatro extremidades, pero además, a ello hay que sumarle la elegancia de sus movimientos, la captación musical de lo que realiza la orquesta.
                                             


Es como si hubieran nacido para el baile. Para el baile en pareja, claro. Ambos siguen siendo muy buenos bailarines, pero nunca volvieron a alcanzar por caminos distintos, separados, ese nivel, el fulgor repentino que los iluminó en sus infancias. El tango sublimado.

Podemos apreciar su arte, bailando con el conjunto italiano Hyperion Ensamble, el tango de Mariano Mores: Tanguera.


Da la sensación de que lo que hacen es insuperable. Por supuesto, cada pareja y cada bailarín, tiene su estilo, su gracia, su donaire especial. Pero el duende que los impulsa a Javier y Geraldine les da un tono distinto, un ángel especial movilizándolos permanentemente.

Para mí, representan el arquetipo de la pareja de tango.  Sin desmerecer a lo que hacen con sus respectivos/as partenaires en la actualidad y en el futuro, creo que esto es insuperable. Tenían además esa impronta juvenil, nueva, virgen, que los impulsaba y aún no se habían profesionalizado, aunque en realidad fueran grandes profesionales.

Uno recuerda esas cosas maravillosas que hacían Fred Astaire y sus compañeras ocasionales y se nos ocurrían mágicas, imposibles de mejorar. Aseguro que hubo y hay grandes parejas de tango, cada una  con su estilo y sus coreografías, pero siempe volveré a Javier-Geraldine, cada vez que quiero ver la belleza plena del baile del tango, en un escenario.

En este caso bailan la milonga Flor de Monserrat, de Juan Santini y Vicente Planells del Campo, por Rodolfo Biagi, cantando Alberto Amor, grabado en 1945.



                                                                                  

miércoles, 17 de julio de 2013

Los mareados

Este es uno de los tangos que mayor difusión han alcanzado y en algunos casos se han realizado versiones maravillosas del mismo. Y como todos los temas, arrastra consigo una historia, pero en este caso, por tratarse de semejante obra fundamental, vale la pena recontarla.

Fue compuesto por ese genio bohemio llamado Juan Carlos Cobián en 1922, con el nombre de Los dopados y lleva letra de Alberto Weisbach, un sainetero uruguayo que escribió varias obras en colaboración con otros prestigiosos autores argentinos. Fue uno de los pioneros en introducir tangos en las obras de teatro, como sucedió  con Mi noche triste en la obra "Los dientes del perro", que firmó con José González Castillo y que cantó con gran suceso Manolita Poli, esa hija de zarzueleros españoles, en 1918, acompañada por la orquesta de Roberto Firpo.
                                         
                    
Lo mismo le sucedería luego con la obra que hizo en sociedad con su compatriota Samuel Linnig titulada Delikatessen Haus, estrenada en el Teatro Ópera el 12 de mayo de 1920. Aunque la pieza fue silbada y muy criticada, en ella se estrenó el tango del propio Linnig y Enrique Delfino, que cantó María Ester Podestá: Milonguita, que en cambio fue ovacionada.

La letra de Los dopados, en la cual colaboró el comediógrafo Raúl Doblas, fue grabada por el propio Cobián al piano y Agesilao Ferrazzano en violín, acompañando al cantor Roberto Díaz y la registraron el 13 de enero de 1924, con muy pobres resultados.

                                             
Enrique Cadícamo que fue compinche de bohemia de Cobián y coautor de hermosas obras con el pianista de Pigüé (Buenos Aires), había alquilado un departamento amueblado de tres ambientes en la calle Tucumán 642, en sociedad con el editor Lebendiguer, que se encargaba de sus obras, incluso de sus libros de poemas, y pagaban los gastos del bulín a medias.

Cadícamo se compró entonces un minipiano Carlit, que manejaba discretamente y en el mismo comenzó a componer temas. Empezó a firmar con el seudónimo criollo de Rosendo Luna y allí sacó El cuarteador, un tema que Troilo grabó con la voz de Fiorentino, realizando una creación muy original.
                                                   

Decía Cadícamo que ese piano le había traído un fluido afortunado y se largó a fondo en la tarea. Así sacó Tres amigos, que grabó Troilo con la voz de Marino. Y a continuación: Por las calles de la vida, A quién le puede importar y No vendrá, que su editor le publicaba de inmediato, entre las juergas y correrías nocturnas que montaban en aquel departamento.
     

Un día llega Aníbal Troilo a visitarlo portando una vieja versión de Osvaldo Fresedo, grabada por su orquesta en forma instrumental del tema de Cobián: Los dopados. A Pichuco le encantaba el tema y le pidió que le acoplara versos para estrenarlo urgentemente, pero con letra. Cadícamo puso toda clase de objeciones porque Cobián estaba en Estados Unidos y no le parecía correcto hacerlo sin su autorización. Pero Troilo insistió con el argumento de que cuando volviera Cobián al país se encontraría con un éxito seguro. Metieron la placa en el tocadiscos varias veces y como el vate tenía ya la melodía incrustada en us oídos desde los tiempos en que Cobián tocaba en el Abdullah, le hizo una nueva y magnífica letra y le impuso un nuevo título: Los mareados.

                             

Troilo realizó un magnífico arreglo y con la voz de Francisco Fiorentino lo estrenó en 1942 en el Tibidabo. Desde entonces viaja en los pentagramas y en las voces de los cantantes con interminable éxito. Sólo tuvo un parón cuando la censura del gobierno militar de 1943, le prohibió la letra y el título, que se llamó fugazmente, entonces,  En mi pasado.

                                   

La grabación de Díaz con Cobián y Ferrazzano es bastante pobre y prefiero traer entonces la versión instrumental de Osvaldo Fresedo realizada en 1922. Y a continuación, 20 años más tarde,  el milagro de Troilo y Fiore realizado el 15 de junio de 1942.

Los dopados - Osvaldo Fresedo

015- Los mareados - Fiore con Troilo

martes, 16 de julio de 2013

El primero de Troilo

El poeta Héctor Gagliardi tuvo momentos de gran popularidad, vendía libros y actuaba en radio con mucho éxito. Sus versos eran sencillos, pero entrañables. Pinturas de barrio, de hogares, de tipismos de aquel Buenos Aires de los años cuarenta que florecía en tangos.

En una oportunidad lo encontré en Santiago de Chile, donde actuaba en un local llamado. "El pollo dorado", y también estaba Alberto Podestá entre los artistas participantes.Y el local se llenaba y tanto el uno como el otro eran muy aplaudidos.

Pero quizás Gagliardi también está en la historia porque compartió el primer tango que hizo Troilo en sociedad con él. Se llama Media Noche, y el poeta contó en un reportaje que le hizo Leonel Godoy en radio, la historia de este tango.

-Pichuco trabajaba con Vardaro en el Germinal, donde cantaba Fiorentino. Él no había hecho ningún tango y yo tampoco; recién tenía escrito mi primer verso. Todavía no me conocía nadie, era el año 1933. Le comenté al Gordo: "Tengo una letra", y se la leí. El dijo: "¡Qué lindo!, vamos a ponerle música", y nos fuimos a un bar allá en Sáenz Peña y Avenida de Mayo. Yo le di la letra y la miramos, luego comenzó a tararear la melodía...

- Charlo estrenó ese tango en el Fénix de Flores: lo hizo con las guitarras. Me acuerdo que después tocaba en el café y a veces íbamos a ver la reacción que causaba, pero nos quedábamos en la calle porque teníamos una vergüenza bárbara los dos. Un día fuimos a cobrar los veinte pesos que nos correspondían a cada uno y que nos dio Editorial Julio Korn. La Editorial quedaba enfrente del Germinal. En esa época era mucha plata, así que te imaginás que nos fuimos a festejar. Esa noche caímos en el Chantecler con los primeros veinte pesos que recibíamos como derechos de autor. Más tarde hicimos Claro de luna, otro tango.

                             

 -Los versos de Media Noche los hice en la cocina de mi casa. Una noche venía por la calle y pasaba por el Hospital Ramos Mejía. Daban justamente las doce en un reloj que tenía la publicidad de los cigarrillos Caravanas y desde algún lado se oía un vals. era un valsecito del ayer, de esos de casamiento. Las casas era bajitas alrededor del Ramos, entonces se oía clarito, porque además era verano.Yo era conscripto en esa época y no tenía un centavo en el bolsillo, en la mala, ¿viste? Venía con bronca por eso. Me fui a mi casa, escuché la música y pensé que todos los que estaban internados, estaban peor que yo. Se me pasó por la cabeza que si hubiera estado en una de esas camas, como era la víspera del domingo, habría pensado que los muchachos estarían en algún casamiento o jugando al billar, porque en aquel entonces era así. Nació entonces lo de: "Un reloj da la doce, las doce de la noche..."

-Cuando estábamos en Mar del Plata, en el Re-Fa.Si, escribí un verso para el Gordo. Lo dije una sola vez porque se lo recité de sopresa en el escenario y se puso a llorar. Casi no pudo seguir tocando, entonces no lo hice más.
                                               
En Re Fa Si, Pichuco con Gagliardi, su mujer y 3 nietos.

Después del lindo recuerdo de El triste, como le apodaban a Gagliardi, vale la pena acotar que Pichuco grabó este tema recién en 1950, cantándolo Aldo Calderón pero ese disco nunca salió a la venta y permanece entre los inéditos de Troilo. En cambio grabó el tema del mismo nombre, perteneciente a Eduardo Escaris Méndez y  Alberto Tavarozzi, que cantó Raúl Berón en 1952.

                                               

El que obtuvo un éxito impresionante con el tango de Troilo y Gagliardi, fue Alberto Morán, con la orquesta de Osvaldo Pugliese primero y luego acompañado por la que dirigía el pianista Armando Cupo. Cuando lo cantaba en la milonga, todos dejaban de bailar porque apenas si se dibuja la música. Y el flaco se desgarraba, ponía el cuore en el tema, se agarraba al micrófono como si le estuviese hablando a él y la hinchada se volvía loca.

Lo recordamos entonces por el Flaco Morán acompañado por Cupo.

Alberto Morán - Medianoche
-


domingo, 14 de julio de 2013

Omar Gianmarco

El Quinteto que  dirige este músico y cantante, se zambulle y bucea en los géneros  vecinos del tango, sin despreciar a éste, pero interpretándolo a su manera. Además de la milonga y el candombe. Puede que le choque a los puristas, pero hoy es domingo, hace mucho calor en Madrid y la piscina me está esperando. Y creo que hay que darle un lugar a esta gente que hace tiempo lleva trajinando con bastante éxito en un cancionero nuevo.

Por eso voy a extraer de los varios CD que ha grabado, un tema de su autoría como compositor y letrista. Y lo interpreta él mismo, acompañado por Mariana Cañardo en violín y metalofón; julio Locatelli al acordeón: Alejandro Nuin en flauta,  y Diego Settón a la guitarra eléctrica y coros.

                               

Han colaborado con él en diversas oportunidades aartistas de la talla de León Gieco, Kevin Johansen o Arthur de Farías, además de otros colegas importantes. En 2001 registró su primer disco (Por esos barrios) y sigue en la brecha. Del mismo extraigo esta milonga candombeada muy lunfa sobre las peripecias de un cafisio (proxeneta).

El tema es realmente ingenioso, se llama: Renová el stock, está incluido en el CD "Por estos barrrios" y vamos a entretenernos escuchándolo. Aclaramos que el "ocho cuarenta" es el proxeneta que vive de las mujeres y se le llama así por tratarse del número de la Ley de Policía que los persigue.

01- renová el stock - Omar Gianmarco Quinteto


Y acá vemos la letra completa.



Renová el stock

De chiquito ya soñabas
con ser un ocho cuarenta
mantenido por las minas
darte una vida mejor.
Copetín vuelta de perro
controlar mercadería
y después gastar los dados
hasta ver salir el sol.
Que se mueran de la envidia
los cosos en el boliche
que te importe tres carajos
la yuta y moralidad.
Vos naciste en cuna de oro
y esta vida mereciste
que si algo te juraste
es no laburar jamás.

Tenías en tu reparto
carne pa´ todos los gustos,
la gorda Clara, la Matilde
y la francesita Inés,
que aunque no era francesita
y había nacido en Wilde,
hacia que los chabones
le batieran mademoiselle.
Y así pasaban las noches,
vos colgado en una rama
y en la calle las fulanas
haciendo la producción.
En tu orgía de placeres,
en tus noches de jarana,
no se te cruzo la idea
de renovar el stock.

Pero una noche la suerte
que es una mina fulera
torció tu lunga carrera
de cafiolo triunfador
se piantó la francesita
atrás de un ruso cualquiera
que yugaba de payaso
en el circo de Moscú.
Y a la gorda de a poquito
fue llegándole el vencimiento,
ya no te dejaba un vuelto
ni pa´ garpar el vermouth.
Pa´ colmo la clientela cambió su comportamiento...
y tener que laburar con trabas
(por Dios!)
Dios te libre y te dé salud.

Y ahora que llegó la mala
habrá que irse a baraja,
guardarse por un tiempito
curtir el bajo perfil
que si la cosa no cambia
si no repunta el negocio
a tu tierna madrecita
vas a volver a vivir.
 











sábado, 13 de julio de 2013

José García

Quizás no lo haya ayudado mucho su nombre y apellidos tan comunes, que muchos almaceneros galaicos portaban en sus documentos. O tal vez su falta de ambición con la orquesta, vaya uno a saber a tantos años de su paso por el tango. Pero lo cierto es que montó una orquesta de  muy buena línea, tanto para escuchar como para bailar.

Sabido es que le agregó a sus señas, aquel estandarte de su orquesta: Los zorros grises, que también se confundían con los guardias manicipales de tránsito porque vestían con una prenda de ese color. No creo que tampoco haya sido afortunada la ocurrencia de algún representante, debido al traje gris que compraron los integrantes de la orquesta para el debut, y que estaban en oferta en una tienda céntrica. A raíz de ello utilizarían el nombre artístico de José García y sus Zorros grises, y se presentaban siempre a los compases del tango Zorro gris, de Tuegols.

José García, su violín y su orquesta Los Zorros grises
Hoy que pululan tantos imitaciones de las antiguas orquestas, incluso tocando las partituras de sus antecesores, donde hay arreglos, orquestaciones y un trabajo exhaustivo para obtener los mejores resultados, en un medio súper competitivo, me aferro a la originalidad de estos músicos que aunque nunca alcanzaron los primeros planos de la popularidad , y por ende, de los buenos contratos, pero tuvieron siempre una línea muy personal y, en este caso, muy milonguera.

Porque la orquesta de José García, no sólo suena grata al oído y es musicalmente rítmica y apetecible  de escuchar, sino que está muy bien marcada por la decisiva intervención de sus pianistas (Juan Carlos Barbará y Carlos Figari luego), con su sonido romántico y apagado que empuja a los milongueros en la pista. Y su cantor Alfredo Rojas (Asdrúbal Sterla Webster) fue la voz perfecta para esa orquesta, por su estilo y su voz exquisitamente manejada, sin desbordes y acoplado a los compases del conjunto.

                                 
Jose García nació y se crió en el porteño y tanguero barrrio de Barracas y su afición musical que le venía de la madre, lo llevó al Conservatorio Nacional de donde emergió con matrícula en violín. Fue también ejecutante de piano y bandoneón, pero su ilusión estaba radicada en la música clásica. Al trasladarse la familia a la localidad bonaerense de Lanús y para ingresar algún dinero a la casa, montó un Conservatorio. Y como un juego, con el ánimo de fomentar el estudio de sus alumnos, formó una orquesta juvenil, embrión de la que años más tarde serían Los Zorros grises.

En 1936 armó lo que sería su orquesta definitiva por la que pasarían los pianistas ya citados, y entre otros el violinista Mario Lalli, el bandoneónista Carlos Cubría (tantos años primer fueye en la orquesta de De Angelis), los cantores Osvaldo Cordó (luego con Fresedo), Augusto Gauthier (que estuvo con Osvaldo Pugliese al comienzo). En sus primeras actuaciones, José García ejecutaba el violín, pero luego se encargaría de dirigir a la orquesta, exclusivamente.

                             

Como compositor realizó unos 20 temas, destacándose Esta noche de luna en yunta con Graciano Gómez y letra de Héctor Marcó. Con éste realizó también el tango Si escucharas mis amores. Con Julio Jorge Nelson: Nocturno de tango. Con Mario Battistella: No pudo ser. Con Julián Centeya: Nieve de amor. En total unos 30 temas que incluían otros ritmos. Julio Jorge Nelson me contó que la letra de Nocturno de tango la escribió sobre la música previa de García y que rompió muchos papeles antes de encontrarle la vuelta definitiva a este hermoso tema.

La orquesta fue muy popular en otros países de Sudamérica, donde también registraría varias placas, En Colombia todavía es muy apreciado y su música se difunde con asiduidad. En 1950, José Francisco García decidió disolver el conjunto y aprovechando una oferta se radicó en Córdoba (donde había actuado con su orquesta) y pasó a regentar un hotel. Y de paso dedicarse a su otra pasión: La pintura. También despuntó en algunos ratos su vieja afición musical.



En el sello Odeón, lamentablemente dejó apenas 40 temas grabados. Alfredo Rojas puso su voz a 33 de esos temas, Nilda Wilson a uno y dos a dúo entre ambos. El resto fueron instrumentales.

Los invito a escuchar dos de sus grabaciones:  No estamos solos, del pianista Hipólito Basilio con versos de Carlos Bahr, grabado el 9 de agosto de 1944. Y Nocturno  de tango, de García y Nelson, grabado el 19 de febrero de 1943. Ambos cantados por Alfredo Rojas. Julio Jorge Nelson, que fue presentador de la orquesta, me contó que rompió muchos papeles antes de encontrar los versos definitivos de este tango.


No estamos solos - José García-A. Rojas

José García - Nocturno de tango- A. Rojas





viernes, 12 de julio de 2013

Inéditos de Troilo

Dentro de la discografía de Troilo, quedaron algunos discos que no llegaron a salir a la venta porque finalmente no le convencieron a Pichuco. Como todos esos grandes directores del cuarenta  e ainda mais, el resultado final de las grabaciones lo revisaba minuciosamente y muchas veces las repetía. Di Sarli, por ejemplo, hacía seis  o siete versiones, para elegir la que sonara más lograda.

Hoy día en que el revisionismo en el tango permitió abrir las cortinas de las grabadoras y con la ayuda de los coleccionistas históricos, salen a la palestra muchas de aquellas placas que quedaron archivadas en el rincón del olvido.

                           


Como estábamos ayer recordando a Aníbal Troilo, traigo hoy al Blog las palabras de mi compañero y amigo Antonio Carrizo, maestro de locutores y presentadores ,que lo anunciaba con esta frase en Radio El Mundo: "Troilo se escribe así, con T de tango". La ideó Barreiro Bazán, el mismo que inventó la de D'Arienzo: "Yo me presento así". Barreiro Bazán era chicato, fumador, anarquista, pobre de todo pobreza. Tan es así que, una noche, cuando iba a visitar a una hermana en Remedios de Escalada, lo quisieron asaltar en el Puente Avellaneda, pero al final los ladrones lo dejaron ir. Caminó diez metros y lo llamaron; Barreiro pensó: "me van a fajar", y les dijo: "¿Qué quieren ahora?", y ellos contestaron: "Si te asaltan en la otra cuadra, tenés que decir que ya te robamos nosotros".

Antonio rememoraba todo eso y detallaba a Pichuco en la Radio. "Antes de tocar contaba las baldosas en el estudio para sentar a los músicos de la orquesta. Hay un poco de artesanía en la ubicación de los conjuntos en un estudio de radio. En esa época no se usaban los decibelímetros y toda la técnica que hay ahora para examinar las reberberaciones, resonancias de las paredes y todo eso". 

-El rito empezaba ahí, cuando llegaba Paquito con la valijita con el bandoneón, lo sacaba y lo ponía arriba de la silla de Pichuco, que era la del medio, y el estuche al lado, en el piso. Al rato llegaba el Gordo y la daba la afinada final a la ubicación de la orquesta. Ponía el micrófono como él quería, movía el del contrabajo y contaba las baldosas; tenía una medida, era muy artesanal y lo hacía con un sentido geométrico del orden. También era muy lindo verlo ensayar porque lijaba las orquestaciones que hacía, los arreglos; les pasaba la lija. En ese sentido era como un lustrador de muebles. 

Yo también podría estar horas recordando cosas de Pichuco con quien compartí algunas noches inolvidables, o en los baños turcos. Era capaz de decir que "Di Sarli fue el hombre más grande en el tango.Pero muy loco. Mi vida fue otra cosa". De sus colegas y amigos como  Gobbi, por ejemplo: "Tiene una gran pomada milonguera y es de mi mismo palo en la sensibilidad, como Pugliese. Y Salgán, que es el mejor "bandoneonista" de la Argentina, ¿me entiende, sí?"

                                        

Gardeliano a muerte, opinaba que mientras existieran sus discos todos los cantores iban muertos.  Y en estos inéditos que traigo hoy está Melodía de arrabal, el tango de Gardel, Le Pera y Battistella. Troilo no era partidario de tocar los temas gardelianos, porque entendía que el gran cantor los había sublimado. Quizás por eso no le dió vía libre a esta grabación que canta Fiorentino con su orquesta. Aunque con el tiempo accedería a tocar y grabar un par de temas del gran cantor.

                                        
Y les traigo una versión en tiempo de milonga que hizo del tango El llorón, con letra de Cadícamo y que presenta esa originalidad. Al pobre Fiore le deben haber puesto un café fuerte al finalizar la grabación, con aquel ritmo inicial que proponía Goñi desde el piano. Y el coro que le hacen al cantor, cosa que no era del agrado de Pichuco. Incluso al final se da el gusto de meter un par de firuletes con el fueye. Pero no le daría el visado a la placa, aunque tiene muy lindo ritmo bailable. Escuchémoslos.

6- Melodía de arrabal- Troilo-Fiore

2- El llorón - Troilo-Fiore



jueves, 11 de julio de 2013

Pichuqueando

Hoy hacen exactamente 99 años que Aníbal Troilo naciera en la calle Cabrera número 2937, entre Anchorena y Laprida. O sea, el barrio porteño del Abasto lo acunó en su seno, como si fuera a alumbrar un nuevo Gardel.

Y justamente Pichuco, como lo llamaba su padre, siempre tuvo el espejo de Gardel en su carrera dentro del tango, como si portara un mensaje del gran cantor en su equipaje y en su fueye. El mismo que le compró su padre, el carnisa, cuando el pequeño Aníbal tenía 10 años, y ambos: músico e instrumento se identificaron de tal manera que uno no puede imaginarse a Aníbal Troilo sin el bandoneón sobre sus piernas.
                                                   


En este día quiero homenajearlo con un hermoso poema que le dedicara Humberto Costantini, escritor y poeta porteño del barrio de Villa Pueyrredón, donde hay una Plaza que lleva su nombre, y que debió exiliarse varios años en México, amenazado por la dictadura militar.




Pichuco                                                                      

¿A usted le asombraría
verlo tomar la posición del loto?
¿asumir la nirvana?
¿curar en sol mayor a los enfermos?

¿Usted diría que no
si tuviera un tachito con incienso?

Porque
¿quién lo va a discutir?
Si es ley antigua.
Si hay que zalameriarlo.
Protegerlo.

Porque
¿y si se disgusta?
¿Y si dice por ahí:
no le hago más variaciones a Recuerdo?

¿Y si en eso se va?
¿Y si agarra y se lleva
a Sur, a Barrio de tango y a María?

¿Usted se lo imagina?
¡Qué silencio!

Porque, está bien.                                                                     
El dice que creció en Palermo.
Pero ¿y si no?
¿si vino del Olimpo?
¿Y si llegó muy pancho del infierno?

¿Y si un día lo viera
al abrir el estuche
en vez del bandoneón sacar la lira
y resultaba que era nomás Orfeo?

Por eso hay que cuidarlo.
Por las dudas.
Saberle los gruñidos.
Tocarle la papada.
Contemplarlo.
Quererlo.

Mire si se disgusta.
Si se embronca y se va.
Uh, ni pensar lo que sería el silencio.

Humberto Costantini,1973




Y después de esta belleza de verso, lo recuerdo también en el poema lunfa que le dediqué.






 DOGOR

(Una pintura de Pichuco)

                                                                              No ves que está de olvido el corazón
                                                                                                            Homero Manzi

Se amasija de luna la piojosa
Pa’embroyarse en un raje batemusa.

Desenfunda la jaula calzándola a babucha
Franeleándola con mimo y en chancleta
La mano zurda jotrabando de barreta,
el espiro relojeándose en su trucha,
un blondo escabio que empuja y que lo scrucha
aunque el hombre sobrado de carpeta
las dibuja de prima a las aletas
del  fueye roncador que desestucha.

Porque nació con destino de fueyero
y al lado un ángel ñericompa y porteñero
custodio de sus manos gardelianas.

El insomnio lo inunda de quimeras
La nostalgia entre grillos se entrevera
Y un espiche p’adentro, de sotana
la conversa con el cuore batilana.
Ensiya el alma, en puro sentimiento
como si fuera deschavando un testamento,
refalando en  el teclado sus macanas:
De los orsay que acusa el manyamiento,
de falopas y faso, de timbas pecoranas…
Su fueye bate el justo a ese lamento
blanqueando al alba confesora su nirvana.

Y entonces Pichuco le refila melodías
a la ferramenta que lofió de guacho
por Fiore, por Floreal, por los muchachos
por las Milonguitas que cantó en María,
Dando changüís, gatiyando entre güiscachos,   
y cincela, ensoñado, gloriosas troilerías.
La piedad está tayada en ese escracho
que enfarola la fetén tangomanía..
                                                    




Y Ángel Yonadi, el cantor de Mataderos, lo recita de esta guisa, haciendo de su cuore un bandoneón.