Translate

domingo, 3 de marzo de 2013

Un cacho de Buenos Aires

A todos los amigos de Tangos al bardo, a los que reciben el Blog, a los que lo buscan en distintos países y continentes, los quiero acercar a estos días finales del verano porteño, envueltos en tango.

Para que vean que no los olvido y aunque me falta el tiempo, porque recorrer las milongas es un trabajo arduo pero sumamente reconstituyente de las células nerviosas y el buen funcionamiento del cuore, en cuanto puedo me inserto en el blog.

Gaspar y Gisela
 Un amigo tano refraneó aquello de "La notte é lunga", y el hombre se había instalado con su pinta y su alma tanguera en Buenos Aires. Yo lo entendí perfectamente y compartí su fundamento.

Saquen un pasaje virtual a La Reina del Plata y orejeen un poquito las maravillas de esta ciudad. Aunque sea un paisaje fugaz, pero entrañable.

Acá encontrarán los motivos para instalar su cuore en estas entrañables calles y sitios inolvidables.

Nos acompaña el tango y también Gisela Celatti en yunta con Gaspar Godoy y la pareja Melody Celatti-José Fernández.   ¿Viajamos?

                              

                                                       








viernes, 1 de marzo de 2013

El Negro Ledesma

Este jilguero santiagueño, morocho y futbolero, que salió de su bucólica provincia para intentar ser militar en la vecina Tucumán, ni en sus sueños más locos podría imaginar que el daltonismo que le cerró las puertas del Colegio Militar, le permitiría un día ser gran figura del tango en Buenos Aires.
                                                                                     
Y lo conseguiría nada menos que en una etapa de bajo calado de la música ciudadana en en el pueblo, cuando las radios y las compañias grabadoras dedicaban sus espacios a otros géneros que invadieron el mercado, lo que representa un doble mérito para este cantor que se había establecido en Tucumán con mucho éxito, en emisoras y bailables.

Se llamaba Argentino Corazón Ledesma y  su primer nombre constituía una constante  en la familia. Eran ocho hermanos y lo único que cambiaba era la  "a" de Argentina, cuando se trataba de una niña. Ledesma hizo de todo en su adolescencia. Estudiaba, tabajaba de botones en un hotel, jugaba de insai izquierdo en el Club Mitre de Santiago y le gustaban los números.

                                          
En el viaje a Tucumán, después del rechazo del Colegio militar por sus problemas de daltonismo, se hizo de amigos que le facilitaron la entrada en una emisora, dándole cuerda a su pasión tanguera, heredada de su tío. Y sus habilidades con la pelota le sirvieron para entrar en el primer equipo del histórico Atlético Tucumán. Tenía la agenda completa entre la radio, los festivales, los sábados bailables en los clubes, entrenamientos con su equipo y el partido de los domingos.

Le entrevieron su calidad vocal, músicos llegados de Buenos Aires y le recomendaron que bajase a la Capital, porque, con sus condiciones tendría un filón seguro. Pero lo que lo obligó a viajar, fue un motivo totalmente distinto.
El gran dúo: Argentino Ledesma y Rodolfo Lesica con Héctor Varela detrás.
Había regresado a Santiago, trabajando en la Dirección de Rentas de la Provincia y volviendo a cantar. Fue cuando la Dirección de Cultura de Santiago del Estero llamó a concurso por una vacante de tenedor de libros para la Casa Rassetti, que tenía su asiento en la esquina de Sarmiento y Maipú, de la Capital Federal. Ledesma ganó el concurso entre 123 postulantes y viajó a Buenos Aires, el 10 de junio de 1952.

El resto es más o menos conocido. Lo vincularon con Julio De Caro que buscaba un cantor, y mereció los beneplácitos del legendario director, en una prueba. Debía esperar a que terminase el contrato de Roberto Medina (el autor de Pucherito de gallina). Pero en el ínterin, otra vez el destino le hizo un guiño. Lo habían llevado a Radio Belgrano, donde lo contrataron por un año, y el locutor , el Negro Brizuela Méndez, quedó impresionado y se lo recomendó a Héctor Varela que buscaba un cantor para reemplazar a Armando Laborde. Era una fija. El mejor negocio que hizo Varela.

Y el Negro Ledesma se convirtió en ídolo a toda velocidad. Vivía en una especie de constante euforia y sus discos se vendían como masitas. Estaba presentizado en radio, televisión y bailes. El ritmo anfetamínico de Varela no conseguía menguar su calidad canora. Con Rodolfo Lesica ligaron una dupla ideal. En la vitalidad rítmica trepidante de la orquesta, su voz sonaba con una estremecedora naturalidad.

La inolvidable Estela Raval junto al cantor santiagueño
Sucederían su ida con Di sarli, el regreso a la orquesta de Varela con mucho dinero por medio y por fin su camino de solista acompañado por Jorge Dragone, Mario Demarco o guitarras. Viajaría por países remotos, su sonrisa se mantendría incólume y como buen santiagueño haría un culto de la amistad. Fue un gran cantor en horas difíciles para el tango, al que nunca lo cambiaron las mieles del éxito, y hoy lo recuerdo en dos temas.

Qué tarde que has venido, de Héctor Varela y Carlos Waiss, grabado con Varela el 24 de julio de 1956 y Fueye, ese tangazo de Charlo y Homero Manzi, que grabó con la orquesta dirigida por el maestro Carlos García, en 1968.

Qué tarde que has venido - Varela-Ledesma

Fueye -A. Ledesma con C.García


jueves, 28 de febrero de 2013

El fueye de Laurenz

Mi experiencia milonguera me permite afirmar que el bandoneón de ese maestro enorme que fue Pedro Laurenz ( Pedro Blanco Acosta), es el único que en la pista me guía por encima del piano, inclusive.
                                                                                           Ya he explicado que para bailar, mi brújula generalmente es lo que brota del piano y el resto me aporta sugerencias y matices para figuras, caminatas, detenciones, variaciones y demás. En la orquesta de Pedro Laurenz, curiosamente, y aunque haya contado con muy buenos pianistas (Osvaldo Pugliese, Héctor Grané, César Zagnoli, José Colángelo), la tremenda polenta de su fueye cadenero, mueve los hilos de la orquesta y las piernas de los bailarines, al menos en mi caso particular.

La escuela de Laurenz que tuvo destacadores seguidores como Osvaldo Ruggiero, entre otros, fue tan importante en el tango como la iniciática de Arolas y Berstein.                          
 Supo conservar y transmitir aquellos valores, pero a la vez le imprimió un toque evolucionista que galvanizó los pilares de esta música, y a más de cuarenta años de su desaparición física, su vitalidad tímbrica se mantiene intacta en las pistas de baile, arrastrando a los milongueros con la fuerza avasallante de su belleza rítmica. Y ese sonido impactante de su orquesta.

 Como ejecutante alcanzó formas brillantes, con polos de enorme tensión emocional. Tuvo ideas precisas y sabias sobre la sonoridad del bandoneón, lo que le llevó a encontrar en el instrumento notas inéditas y fraseos de concepción original y temperamental increíbles. Bastaría con decir que en el año 1926, fue el propio Laurenz quién modificó el tipo de afinación del fueye.

Como compositor dejó una herencia inagotable de ideas, de fiebre creadora que constituyen una fuente inagotable de recursos y de reclamos para tantísimos músicos. Milonga de mis amores, De puro guapo, Orgullo criollo, Mala junta, Como dos extraños, Amurado (con Maffia), Vieja amiga, Berretín, Risa loca, Mal de amores o La revancha bastarían para consagrar a a un gran  creador de páginas tangueras.
                                                   
Yo me voy mañana a Buenos Aires, para milonguear duro y parejo unas tres semanas y no se me ocurre mejor cosa que ensayar con Pedrito Laurenz y su orquesta. La que tuvo una duración de 25 años en el candelero, aunque haya dejado un mínimo de paisajes musicales pero que constituye un repositorio inagotable de ideas para lucir en la pista.

Y le dediqué este poema en señal de reconocimiento:



   LAURENZ
                                                                            “Vos dejá nomás que algún chabón /
                                                                              chamuye al cuete
                                                                              y sacudile tu firulete”
                                                                                                     Rodolfo M. Taboada


Barrios orientales:
Reus, Unión,  Aguada, Cordón
y el mandato del tango.
Vos, quinceañero Pedro Blanco
con tus hermanos Laurenz,
abrevabas en el fueye
y en esos atrios tauras
horneabas tu historia.

Te bendijo la laureada decareana
y abriste el conservatorio
del digitar catedralicio
ayuntado al otro Pedro, el gran baqueano.

Bardo cadenero
de páginas tremendas
que vistieron los paisajes de la ciudad feérica
y supusieron un antes y un después
en nuestra música patria
derramada en las calles:
Mala junta,  Risa loca,
Mal de amores,
Berretín, Orgullo criollo, Amurado,
Como dos extraños, Milonga de mis amores…

Láminas que vuelven siempre; bailarines
Que reclaman el acento llamador
De tu paleta milonguera y tu fueye patricio.

Fuiste poblando pentagramas paicos
creando atmósferas en la comarca idílica
con una sonoridad distinta y revelada
y le arrancaste el nuevo latido al bandónium
que inventó un alemán, sin imaginar
que de esa caja salieran tales filigranas
desbordando los cálidos reductos
al hurgar en esa selva de botones
que domaste de pibe en aquella Villa Crespo
de patios de conventiyo con perfumes malvoneros
y maduraste junto a troesmas
que te dieron la chapa.

Con sombra de bailarines
dibujaste tu estela
y sembraste la nocturnal belleza de arrabal
que hoy regresa épica,
al estallar en la pista 
el fértil racimo de tu savia nutricia,
La revancha, Vieja amiga, Marinera…

Ese instrumento
que se te incrustó en la sangre
se entregó acompañando
a tu pinta gardeliana
de percha y gomina
y anclaste en el corazón de Corrientes
junto a nuestro faro-obelisco
porque te lo ganaste a pulso.
De puro guapo.

Y para mover los remos en forma, mientras engraso los tarros, lo escuchamos en dos temas que levantan el ánimo en cualquier milonga de punta y hacha: Es mejor perdonar, de Laurenz y José María Contursi, registrado el 31 de marzo de 1942 y Firuletear de bandoneón, de Ángel Domínguez y José Rótulo , con la voz de Juan Carlos Casas ambos, del 2 de diciembre de 1942. Así como Laurenz hizo el hermoso Mal de amores para su ex compañero y amigo Osvaldo Pugliese, el fueye Ángel  Domínguez parece haber compuesto Firuletear, a la medida de Pedro Laurenz. ¡Que bárbaro!

11- Es mejor perdonar - Laurenz - Casas

18- Firuletear de bandoneón - Laurenz-Casas


miércoles, 27 de febrero de 2013

Antonio Rodio

Muy buen músico, exquisito compositor, notable violinista, el rastro de este hombre del tango se va esfumando del otro lado de la Cordillera, donde se radicó, alejándose del centro de gravedad de este género, cuando precisamente estaba en el apogeo del gusto popular.

Lo conocí precisamente en Santiago de Chile, en ocasión de la despedida de una vedette argentina del local donde actuaba ella, acompañada por la orquesta que dirigía Rodio. El dueño  del establecimiento nos invitó al final a una cena en donde estábamos unas 12 personas. Me tocó justo sentarme junto a Rodio. Lo ametrallé a preguntas. Para mí era un lujo. Para colmo se habían producido roces entre la vedette y una cantante que estaba en la mesa y se respiraba un mal ambiente que ni la gran mariscada sobre el mantel conseguía disipar. Y yo me refugié en ese diálogo.


No entendía como  se había alejado, después de haber tocado junto a Marcucci, Maffia, Fresedo, Delfino, Scalise, Ferrazzano, Enrique Rodríguez y músicos de gran nivel y repercusión. Claro, no podía evadirme de aquellos acompañamientos que le hicieron a Carlos Gardel, junto a  Rodolfo Biagi al piano y los guitarristas Aguilar, Riverol, Barbieri y Vivas -más Rodio con su violín-,  en los temas: Aquellas farras, Aromas del Cairo, Buenos Aires, Viejo smoking y el foxtrot Yo seré para tí, tú serás para mí. Ocurrió en abril de 1930, Rodio tenía 26 años entonces y no le dio demasiado trascendencia al asunto. Esto al menos fue lo que me dijo aquella noche. En cambio Biagi "estaba exultante", según me explicó, porque tenía la afición de los burros, como Gardel. Además andaba mal en ese momento y le vino muy bien.

Antonio Rodio con la batuta dirigiendo a su orquesta
En la charleta, salió a relucir el barrio y resultó que cuando vino de Italia con sus padres (nació en Crispiano, provincia de Tarento -Italia), junto a seis hermanos, se radicaron en Parque Patricios, el barrio de este bloguero y fue a la escuela primaria de la calle Deán Funes y Pavón. A mí me volvía loco el tango que hiciera con José María Contursi, Cosas olvidadas, y le conté una anécdota que había vivido con dicho tango en Rio de Janeiro. Repentinamente se puso serio, se apartó de la conversación un largo rato y comprendí luego que a él, también ese tema parecía traerle tristes recuerdos, como al Catunga y su Grisel, destinataria de los versos. Y pensé que su alejamiento del país debería tener algo que ver con ese hermoso tango. Cuando hablamos de orquestas me dijo que le gustaban Lucio Demare y Pedro Laurenz.

Antonio Rodio (derecha) junto a Daniel Álvarez, Libertad Lamarque y Alfredo Malerba.
En 1935, junto a Alfredo Malerba  y el fueye Daniel Sardina Álvarez, acompañaron a Libertad Lamarque en actuaciones y grabaciones. Realmente, Rodio fue un músico de enorme talento, reconocido por gente del ambiente de aquellos años. En 1936 formó el conjunto llamado Los poetas del tango, junto a Francisco Fiorentino, Héctor Artola y Miguel Bonano. Luego estuvo en una formación de fuste, dirigida por Argentino Galván, que acompañó al cantor Roberto Maida, y en 1941 forma orquesta propia.

 La integraban músicos de la nueva hornada que venían pisando fuerte y conformaron una orquesta de muy agradable estilo melódico, una impresión de plenitud y sobre todo de emotiva atmósfera , avivado además por el buen gusto de sus cantores Alberto Serna, Mario Corrales y también Antonio Rodríguez Lesende en algunas colaboraciones.

Y el elenco de músicos era de nota: Antonio Ríos, Mario Demarco,Tití Rossi, Máximo Mori, Carlos Parodi, Luis Bonnat, Eduardo Rovira, Juan José Fantín, Tomás Cervo y Héctor Chupita Stamponi al piano, además del director. No podía salir otra cosa que ese sonido y la capacidad de encantamiento del ritmo que logra una orquesta afiatada, con buenos arreglos, que lució su alquimia en Radio Splendid y locales céntricos de arraigo popular.

Pero Rodio quería volar, hizo las maletas, se fue de gira con Miguel Caló y en Chile encontró un futuro destino en 1946. Volvería a  Buenos Aires,  integrándose en la orquesta de Francisco Rotundo pero en 1949, enrolado en la del Chula Clausi, viejo compañero de aventuras, volvió a cruzar la cordillera y no regresó más. Dirigió orquestas sinfónicas y formó hogar en la hermosa ciudad balnearia de Viña del Mar. Allí  lo sorprendió la muerte en 1980. Y yo me quedé con ganas de seguir hablando con él....

Como compositor dejó una interesantísima producción en la que sobresale mi eternamente preferida: Cosas olvidadas. Pero no se pueden olvidar otros temas de mucho calado como: ¡Y la perdí!, Angustia, Mi camino (las tres junto a José María Contursi) Parece mentira, Angustia, Rosa Celeste, Si yo te contara, Amor brujo, Yo no puedo comprender.

Entre 1943 y 1944, Rodio grabó 16 temas en Odeón. Vale la pena revivir el estilo evolucionista de esa orquesta, y ese buen gusto melódico que caracteriza a una formación que debió recorrer mayor trayectoria, para recibir el merecido reconocimiento.

Podemos comprobarlo escuchando dos temas. Cien noches de Tití Rossi y Ricardo Thompson, y Parece mentira de Rodio y Rodolfo Scianmarella. Ambos cantados por Alberto Serna.

08- Cien noches - Rodio-Serna

16- Parece mentira - Rodio-Serna


martes, 26 de febrero de 2013

José Dames

Vale la pena recordar a este bandoneonista rosarino, que se radicó en Buenos Aires, transformándose en un porteño de Nueva Pompeya, el barrio donde también recaló en alguna oportunidad Julián Centeya, que fue quien me lo presentó, en el café de la esquina de Radio Argentina, de la Avenida Santa Fe y Junín.


Su obra autoral es prolífica y realmente valiosa. Algunas de sus creaciones han cobrado relevancia internacional y se han quedado encalladas en las nostalgias, después de haberse bautizado por ese crucero de la calle Corrientes, hasta alcanzar el ecuador del paladar tanguero.

La familia se radicó en San Fernando, en el extrarradio de la capital, y allí Dames comenzó a tañer el bandoneón, de la mano de un profesor de la zona y luego puliría sus conocimientos con Carlos Marcucci.

Su historia como bandoneonista es bastante inferior a su trabajo de compositor. El currículo lo muestra creando el dúo Dodero-Dames en 1934, después un trabajo de escaso valor artístico-musical con su propio conjunto "José Dames y sus muchachos" y en el torbellino de los años cuarenta apuntan sus acciones al alza, alternando en orquestas de mérito: Anselmo Aieta, Juan Canaro, Ricardo Pedevilla, Emilio Orlando, Rodolfo Biagi, Atilio Bruni y Francisco Rotundo.

También estuvo en los acompañamientos orquestales de cantores como Roberto Rufino, su vecino y amigo  de Pompeya: "El Chato Flores", Alba Solís, Andrés Falgás y otros.

Pero hoy lo quiero recordar en la faceta que lo hizo grande: componiendo. Aseguraba que nunca buscaba la música en el bandoneón, sino que llevaba en el bolsillo el poema y por la calle, en el bar, en el tranvía, iba ideando e hilando los compases que acompañarían a esas letras de poetas como Horacio Sanguinetti, con quien hizo la exitosísima  Nada, una composición maravillosa.También Los despojos, la bellísima Tristeza marina, Por unos ojos negros, Yo soy feliz y Milagroso. Con eso alcanzaría para pintar a un señor de la música, que derramó por las calles de Buenos Aires su alma tanguera y se incrustó en los repertorios de orquestas y cantantes de todos los registros.


Por si con ello no alcanzara, tal vez podríamos afirmar que la cumbre de su obra se resume en Fuimos, ese rituario del desamor, esa confesión que conquistó el universo emocional porteño.

Junto al Catunga Contursi enhebraron Tú, Fulgor, Brindemos en silencio, con la sombra de Gricel detrás de los versos. La lista de sus composiciones excede los 350 registros. Compuso con numerosos poetas: Carlos Bahr, Héctor Marcó, Luis Rubistein, Julio Camilloni, Cátulo Castillo (Detrás del turbio Cristal y Dos fulleros), Enrique Cadícamo (No me importa su amor), Abel Aznar, Marvil (Elizardo Martínez Vilas), Leopoldo Díaz Vélez (Mientras vuelve el amor), Juan Pueblito (Noé Scolnic), etc. Y también numerosos temas de diversos géneros con Rodolfo Toscano (Rodolfo De Forte).

La Esquina José Dames en el barrio de Nueva Pompeya
Además es autor de tangos, milongas y valses instrumentales, de los cuales señalo al tango El buscapié y la milonga La luciérnaga, por su enjundia. El jueves 28 de octubre de 1999, en un acto realmente muy emotivo se rindió un merecido homenaje a Dames al cumplirse cinco años de su desaparición. Estuvieron presentes Ben Molar, Elsa Rivas, Oscar Ferrari, Acho Manzi, Elías Rubistein y otras figuras como los bailarines Esther y Mingo Pugliese.

                                         
Varios de ellos actuaron pero la nota cumbre ocurrió cuando su hijo Julio cantó precisamente Fuimos, provocando lágrimas en algunos. Un año antes se presentó el proyecto para imponer el nombre de José Dames a la plazoleta ubicada entre las calles Esquiú, Tilcara y Abraham J. Luppi, donde estaba el viejo corralón de las citas de Manzi. Ese día se colocó la placa por orden de la Legislatura y estuvieron sus hijos Julio y Gloria y sus nietos. Se hizo justicia y Pompeya demostró una vez más que nunca olvida a los grandes personajes que traquetearon sus adoquinadas calles y fondearon en sus rantes y acogedores boliches.


Elegir entre esa riolada de títulos imprescindibles me cuesta mucho, pero como de costumbre debo regirme por la condensación

Y vamos entonces con El Buscapié, grabado por la orquesta de Osvaldo Pugliese el 1 de diciembre de 1947. Y por Miguel Caló con la voz de Raúl Iriarte: Los despojos (Dames-Sanguinetti), del 9 de mayo de 1947.

18- El buscapié - O. Pugliese

Los despojos- Caló-Iriarte


lunes, 25 de febrero de 2013

Zurdo

Un amigo gentilmente me avisa que hoy, 25 de febrero de 2013, se cumple un año del nacimiento de este Blog.

Y yo aprovecho entonces para saludar y agradecer a todos aquellos que me acompañan diariamente. Por mis 429 estampas tangueras, he recibido 36.500 visitas de todas partes del mundo y es para sentirse feliz y orgulloso a la vez. Esto me da nuevos impulsos, nuevos ánimos, ganas renovadas y por eso quiero brindar con todos ustedes en este día de cumpleaños del Blog.

A la vez, también soy consciente de que gran parte del hecho de poder dialogar a diario con todos ustedes y ofrecerles páginas imborrables de tango con sus historias y anécdotas incluidas, no podría llevarlas a cabo como lo hago, sin la colaboración generosísima de SkyDrive, a quien quiero recordar muy especialmente y manifestarles toda mi gratitud.



Y vuelvo a lo del cumpleaños. Sinceramente, no me había percatado de las fechas, pero, ante el alerta del amigo,  me pareció un momento oportuno volver la vista atrás y recordar la primer página que ofrecí a los lectores y oyentes. Y puse el jingle de Geniol que le atribuyen a Gardel y que en realidad, es cantado por el bahiense Juan Carlos Marambio Catán y este tango que repito ahora.

La cosa rezaba así:

                                  
¿A cuantos zurdos habremos conocido, no?

En mi barrio había dos y había que agregarles el apeyido pa’diferenciar. El zurdo Cacho o el zurdo Pancho.

Apuntá: Messi, Maradona, el loco Loustau, el Payo Pellegrina, Passarella, el yoruga Pavoni, el Tano Pescia, Bermúdez, el Tanque Rojas, Trossero, Cacho Alberti, Baldonedo, Ringo Bonavena, Nicolino, Kempes, el Beto Alonso, el gran Antonio Báez…

 ¡Ma’que sé yo!.

Va por ellos. De zurda

Este hermoso tango de Armando Pontier y Federico Silva, cantado por el Polaco Goyeneche con la orquesta de Armando Pontier: Zurdo

04- Zurdo - Roberto Goyeneche 




domingo, 24 de febrero de 2013

María De la Fuente

Surgió en una época de grandes cancionistas y sus virtudes le permitieron instalarse en las marquesinas con notable éxito, dada la calidad, matices y calidez de su acento vocal y su interpretación, entre sentimental y dramática..

Siempre se la recordará como la primera mujer argentina que llevó el tango a Japón en aquella recordada gira de Juan Canaro con su orquesta y las voces de María y Héctor Insúa, además de parejas de baile. Esa embajada tanguera de 1954 tuvo tanto éxito que fue la que abrió las puertas del lejano Oriente a orquestas, vocalistas y bailarines. Desde entonces el giro no cesa.

                                      
María es oriunda de la provincia de Río Negro (Fuerte General Roca), y de ascendencia siria. De pequeña se advirtió en ella una gran facilidad para el canto y sus padres le pusieron un profesor. Al trasladarse la familia a Buenos Aires, su panorama se amplió. Estudiaba magisterio, pero el arte la llamaba con fuerza y disfrazando su apellido comenzó a cantar como Mary Mater en el Cuarteto Ferri, que organizó el Director de Radio El Mundo.

En 1940 lo transformó en el definitivo María De la Fuente y estuvo nueve años en la cartelera de la radiodifusión, en una época en que el artefacto radial se había instalado en las casas de la gente como un miembro más de la familia y le daba un espesor a la vida musical de la ciudad.

María De la Fuente en su plenitud
Ella y Carmen Duval fueron estrellas del momento en la Argentina de la revista Radiolandia y el encanto que trasunta la voz femenina en el tango, sirvió para auparlas. La radio le dió el pasaporte a la fama, fue su anclaje sentimental,  y en ella se instaló hasta que la televisión entró a tallar en el arrastre popular y  fue difuminando el fulgor de muchas estrellas.

Como un pájaro errante María recorrería toda América y en todas partes su voz y su radiante belleza árabe, cautivaban a los espectadores y oyentes. El cine la convocó en algunas oportunidades como actriz y cancionista, roles en que cumplió con la misma eficacia.


La década del cuarenta fue pródiga para el tango en orquestas y cantores y también oscureció aquella etapa descollante de las cancionistas. La triunfal gira a Japón la devolvió a la popularidad y demostró que su calidad de artista estaba intacta. Aunque luego tuviera etapas de problemas con las cuerdas vocales.

Hugo Baralis, María De la Fuente y Juan Canaro en Tokio
Y en el año 1997, el sello Melopea decidió rescatar grabaciones no editadas y entre ellas algunas de María De la Fuente. Como otras tantas veces, había que agradecerle a un tanguero japonés, el señor Yoyi Kanematz, que dispusiera de las cintas grabadas de aquel viaje al Japón y se las regalase a María. Y el sello TK entre 1950 y 1952, registró varios temas de María acompañada por un conjunto dirigido por Ástor Piazzolla, que integraban Ástor y Leopoldo Federico en bandoneón, Hugo Baralis en violín y Carlos Figari o Juan José Paz en piano.

De estos temas últimos  extraigo dos, muy románticos, especiales para un día de tanto frío como hace hoy en Madrid. Se trata del vals Canción Celestial, de Carlos Figari y José Rótulo y el tango La misma pena del propio Ástor y Homero Expósito, que tiene una hermosa letra.

05- Canción celestial- María De la Fuente

07- La misma pena -Piazzolla-De la Fuente