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domingo, 8 de enero de 2023

Álzame en tus brazos

   Este valsecito contiene unos ingredientes realmente conmovedores en sus versos y creo que Mario Battistella, el autor de los mismos, encontró la historia en una realidad cercana, que viene envuelta en emociones atrapadas por las palabras de otros. Y así vemos cómo el nihilismo de la muerte aleja al personaje de la mujer que amaba, y lo deja sin opciones, sin ideales ni sueños.

                                      

Mario Battistella

  Siente un peso de lápida sobre su corazón desangrado ante la adversidad. Se fue de pronto el tiempo dilatado de las caricias, el tiempo del éxtasis amoroso y la espita de la melancolía lo sumerge en profundas reflexiones. Su égloga casi parece un determinismo cuando insta a su amada a volver a la tierra desde su imaginario cielo, para llevarlo con ella.

   Y entonces le cantará y le dice de sus sueños y aunque en sus pensamientos no es omninisciente, en la evocación de los momentos compartidos con tanto amor, sueña con un aetérnum o un perpétum in nuce. El calor de la compañía querida se vislumbra en el tono con que le pide que baje a buscarlo y llevarse su alma con ella para siempre. El exorcismo poético es un sueño imposible y le da un gran poder de sugestión. 

Cuando bajes a la tierra
a llevarte el alma mía,
entre tu plumaje blanco
tachonado de fulgor.
Cantaré para ti sola
con la dulce melodía,
la canción mas tierna y pura
que jamás canté al amor.

Yo he soñado con tus besos,
mil ensueños arrullando,
yo soñé con la esperanza
de poderte acariciar.
Pero tan humildemente,
como aquel que esta implorando,
la mirada de la virgen
con temor de profanar.

                                


   Larvando las ansias contenidas, va subiendo poéticamente su contenido emocional. Y entre los agujeros negros del pesar, el amor, fuente de toda imaginación ingenuista, lo lleva a  navegar en la esencial ambigüedad de que están hechas la vida y la muerte.  El Karma de la felicidad fugaz en el reencuentro, se desvanece rápidamente cuando comprueba que todo ha sido un sueño. Un hermoso y a la vez pesaroso sueño.

Cerrando los ojos yo veo tu visión,
tan bella y divina como una ilusión,
yo siento que pasas muy cerca de mí
y extiendo los brazos, diciéndote así:
Llévame contigo a un mundo mejor,
qué hago yo tan solo con este dolor,
me miras, me besas y echando a volar,
despierto de un sueño, qué triste es soñar.

  Este vals al que le puso música el pianista Héctor Gérard Cruz, fue grabado por la orquesta de Roberto Firpo, cantando Carlos Varela, el 14 de marzo de 1936. Seis años más tarde lo resucitó la versión de Carlos Di Sarli con su orquesta y Alberto Podestá, llevada al disco el 9 de abril de 1942. La podemos escuchar.

                                

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