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jueves, 28 de febrero de 2013

El fueye de Laurenz

Mi experiencia milonguera me permite afirmar que el bandoneón de ese maestro enorme que fue Pedro Laurenz ( Pedro Blanco Acosta), es el único que en la pista me guía por encima del piano, inclusive.
                                                                                           Ya he explicado que para bailar, mi brújula generalmente es lo que brota del piano y el resto me aporta sugerencias y matices para figuras, caminatas, detenciones, variaciones y demás. En la orquesta de Pedro Laurenz, curiosamente, y aunque haya contado con muy buenos pianistas (Osvaldo Pugliese, Héctor Grané, César Zagnoli, José Colángelo), la tremenda polenta de su fueye cadenero, mueve los hilos de la orquesta y las piernas de los bailarines, al menos en mi caso particular.

La escuela de Laurenz que tuvo destacadores seguidores como Osvaldo Ruggiero, entre otros, fue tan importante en el tango como la iniciática de Arolas y Berstein.                          
 Supo conservar y transmitir aquellos valores, pero a la vez le imprimió un toque evolucionista que galvanizó los pilares de esta música, y a más de cuarenta años de su desaparición física, su vitalidad tímbrica se mantiene intacta en las pistas de baile, arrastrando a los milongueros con la fuerza avasallante de su belleza rítmica. Y ese sonido impactante de su orquesta.

 Como ejecutante alcanzó formas brillantes, con polos de enorme tensión emocional. Tuvo ideas precisas y sabias sobre la sonoridad del bandoneón, lo que le llevó a encontrar en el instrumento notas inéditas y fraseos de concepción original y temperamental increíbles. Bastaría con decir que en el año 1926, fue el propio Laurenz quién modificó el tipo de afinación del fueye.

Como compositor dejó una herencia inagotable de ideas, de fiebre creadora que constituyen una fuente inagotable de recursos y de reclamos para tantísimos músicos. Milonga de mis amores, De puro guapo, Orgullo criollo, Mala junta, Como dos extraños, Amurado (con Maffia), Vieja amiga, Berretín, Risa loca, Mal de amores o La revancha bastarían para consagrar a a un gran  creador de páginas tangueras.
                                                   
Yo me voy mañana a Buenos Aires, para milonguear duro y parejo unas tres semanas y no se me ocurre mejor cosa que ensayar con Pedrito Laurenz y su orquesta. La que tuvo una duración de 25 años en el candelero, aunque haya dejado un mínimo de paisajes musicales pero que constituye un repositorio inagotable de ideas para lucir en la pista.

Y le dediqué este poema en señal de reconocimiento:



   LAURENZ
                                                                            “Vos dejá nomás que algún chabón /
                                                                              chamuye al cuete
                                                                              y sacudile tu firulete”
                                                                                                     Rodolfo M. Taboada


Barrios orientales:
Reus, Unión,  Aguada, Cordón
y el mandato del tango.
Vos, quinceañero Pedro Blanco
con tus hermanos Laurenz,
abrevabas en el fueye
y en esos atrios tauras
horneabas tu historia.

Te bendijo la laureada decareana
y abriste el conservatorio
del digitar catedralicio
ayuntado al otro Pedro, el gran baqueano.

Bardo cadenero
de páginas tremendas
que vistieron los paisajes de la ciudad feérica
y supusieron un antes y un después
en nuestra música patria
derramada en las calles:
Mala junta,  Risa loca,
Mal de amores,
Berretín, Orgullo criollo, Amurado,
Como dos extraños, Milonga de mis amores…

Láminas que vuelven siempre; bailarines
Que reclaman el acento llamador
De tu paleta milonguera y tu fueye patricio.

Fuiste poblando pentagramas paicos
creando atmósferas en la comarca idílica
con una sonoridad distinta y revelada
y le arrancaste el nuevo latido al bandónium
que inventó un alemán, sin imaginar
que de esa caja salieran tales filigranas
desbordando los cálidos reductos
al hurgar en esa selva de botones
que domaste de pibe en aquella Villa Crespo
de patios de conventiyo con perfumes malvoneros
y maduraste junto a troesmas
que te dieron la chapa.

Con sombra de bailarines
dibujaste tu estela
y sembraste la nocturnal belleza de arrabal
que hoy regresa épica,
al estallar en la pista 
el fértil racimo de tu savia nutricia,
La revancha, Vieja amiga, Marinera…

Ese instrumento
que se te incrustó en la sangre
se entregó acompañando
a tu pinta gardeliana
de percha y gomina
y anclaste en el corazón de Corrientes
junto a nuestro faro-obelisco
porque te lo ganaste a pulso.
De puro guapo.

Y para mover los remos en forma, mientras engraso los tarros, lo escuchamos en dos temas que levantan el ánimo en cualquier milonga de punta y hacha: Es mejor perdonar, de Laurenz y José María Contursi, registrado el 31 de marzo de 1942 y Firuletear de bandoneón, de Ángel Domínguez y José Rótulo , con la voz de Juan Carlos Casas ambos, del 2 de diciembre de 1942. Así como Laurenz hizo el hermoso Mal de amores para su ex compañero y amigo Osvaldo Pugliese, el fueye Ángel  Domínguez parece haber compuesto Firuletear, a la medida de Pedro Laurenz. ¡Que bárbaro!

11- Es mejor perdonar - Laurenz - Casas

18- Firuletear de bandoneón - Laurenz-Casas


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