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martes, 13 de noviembre de 2012

Quinteto Pirincho

Francisco Canaro dentro de sus limitaciones -tuvo poca cultura, no estudió música, se crió en la extrema miseria- se vió siempre empujado por su ambición de aprender, inventar y arriesgar. Y ahí queda su formidable curriculum, sus casi 7.000 grabaciones, sus revistas musicales, la ristra de temas que compuso, las películas que produjo, su decisiva intervención en la fundación de SADAIC y COMAR. Y el empujón que dió a sus hermanos Juan, Rafael, Humberto y Mario, a quienes les compró un instrumento y los introdujo en el tango para que se ganaran la vida.

Además, y pese a la mala fama que le crearon, fue una persona generosa, amigo de sus amigos, que le dio el espaldarazo a muchos músicos y cantores/cantantes, viajó a Europa, a Estados Unidos, a países de Sudamérica con su música y sus revistas, creó el famoso trío Irusta-Fugazot-Demare, escribió su libro de Memorias al cumplir las bodas de Oro con el tango y su herencia está a la vista.

El Quinteto en 1956. De izq. a der: Alegre, Sabino, Scaglione, Minotto, D'Alesandro y Canaro.

Miguel Bucino, que fue bailarín en sus espectáculos y secretario luego de Canaro, y que también produjo temas muy valiosos como poeta y compositor, me decía una mañana en la radio, que Pirincho tenía fama de hombre huraño y era todo lo contrario, tenía el corazón de oro que le dedicó a su madre. Y me contó que se rascaba con frecuencia el bolsillo cuando un integrante de su orquesta o de los espectáculos le pedía una ayuda. Aunque le gustaba cobrar sus deudas, cuando salían de la mala situación o de un imprevisto.

Además de todo el ingenio que demostró en su vida, de haber sido el primero en incorporar cantores fijos en su orquesta, tuvo también la ocurrencia de crear el Quinteto Pirincho, que jamás actuó en público y solo lo formó para grabar. Y en muchas ocasiones -él lo afirmaba- vendía más discos el Quinteto que la Orquesta.


Después de sus escarceos en los tríos iniciáticos del tango, donde rasqueteaba el violín con más empeño que sapiencia, rápidamente comprendió sus limitaciones con el instrumento y se puso a dirigir. Y condujo orquestas gigantes, normales y el Quinteto.

Este Quinteto que lleva el apodo que le puso su madrina al nacer -Pirincho, por el pájaro de dicho nombre- lo armó con un piano (Luis Riccardi), bandoneón (Minotto), dos violines (Juan José Gallastegui y Octavio Scaglione) y contrabajo (Olindo Sinibaldi), buscando siempre obtener el máximo resultado en ritmo y compás. El fabuloso bandoneonista Minotto Di Cicco fue piedra angular del proyecto y se mantuvo firme en el mismo, mientras iban rotando los otros componentes de la formación. A veces, debido al exceso de trabajo era sustituído por Alfredo De Franco.

En 1964 -año del fallecimiento de Canaro-  tuvo su final el Quinteto, que para entonces lo integraban Bassil, D’Alessandro, Scaglione, Pedernera y Canaro.

Vamos a revivir dos temas del Quinteto Pirincho que aún se mantiene vital en las milongas. Milongón, del propio Canaro (1952) y el valsecito Noches de amor (1954).

Milongón

Noches de amor

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