Todos sabemos lo que representó en la historia y evolución del tango. Su división del bajo entre los elementos rítmicos y los elementos melódicos. El tango canónico de fórmula instrumental y la ritmicidad milonguera que fue conformando su estilo. Un estilo esencialmente polifónico que fue bisagra entre la improvisada Guardia vieja, de logia orillera y la Guardia Nueva, emergida de las Academias de Música.
De Caro, además, fue decisivo y osmótico en la formación y temperamento musical de Osvaldo Pugliese, Alfredo Gobbi, Aníbal Troilo, Pedro Laurenz, Orlando Goñi, Horacio Salgán y tantos otros genios de nuestra música ciudadana.
No sólo por su capacidad de conmover estéticamente, sino de significar emocionalmente.
Esta metamorfosis implica el auge de las nuevas hornadas de tangueros con madera curricular, adaptados a la ciudad emergente y público ascensional que saborea y aplaude las flamantes formas. El cambio del 2/4 antiguo al 4/8 que traen los nuevos vientos y las mutaciones que sufre el ejército de milongueros que debe cambiar sus antiguas figuras por otras que encajen en las nuevas partituras y los tempos musicales.
El glorioso Sexteto de De Caro |
Y que De Caro asumió totalmente, como me lo demostró en una entrevista radial que tuvimos en un programa mío en 1972. Él mismo admiraba a los músicos que estaban en boca del pueblo.
Y para volver a mimetizarnos con su estilo y comprobar que podría continuar deleitándonos para saborearlo en el parqué, vamos con dos milongas, por su orquesta: Milonga de Monserrat de Rafael Sánchez, grabada en 1940 y cantada por Héctor Farrel, y Milonga gris de Carlos Marcucci y Mario Gomila. La canta Luis Díaz y la grabó en 1938.
Milonga de Monserrat
Milonga gris
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