Y Corner estaba radicado en Miami, adonde habíamos ido con Ringo Bonavena, luego de su pelea con Joe Frazier, para restañar las heridas del combate. Manolo Sojit me servía de correo para mandar material desde el aeropuerto al periódico en Buenos Aires, sobre todo fotos, cuando no existían los medios actuales. Y cuando hablamos de tango y recordamos anécdotas me la narró.
Él conocia a Salas, dueño del Marabú, que estaba buscando un recambio para la sala. Y después de sus respectivas actuaciones muchos de los músicos que actuaban con Juan Carlos Cobián en ese momento, se reunían en la Pizzería Las cuartetas. Hacia allí fue Manolo y se encontró con el grupo en el que estaban Pichuco, Orlando Goñi, y el Toto Rodríguez entre otros. Y los entusiasmó con la idea. Los dos últimos fueron quienes más empujaron a Troilo para que armara la orquesta, aunque Pichuco creía que todavía le faltaban unas horas de vuelo para dirigir.
Pero al final accedió. Los preparativos fueron febriles. Comprar partituras, juntar los músicos, ensayar, llegar a un acuerdo con Salas, cosa a la que éste accedió de inmediato. Y así fueron se fueron arrimando los cuatro que compartían plaza en la orquesta de Ciriaco Ortiz: Pichuco y Juan Miguel Toto Rodríguez (bandoneón), Goñi (piano) y el violinista Pedro Sapochnik. Y completaron el octeto inicial: Reynaldo Nichele y José Stilman (violines), Roberto Yanitelli (bandoneón) y Juan Tito Fassio en contrabajo. Francisco Fiorentino era finalmente el cantor elegido por Troilo, tras el descarte de Rodríguez Lesende.
El empujón grandote que le había dado D'Arienzo al tango tenía que conducir a alguna parte y eso es lo que estaban pidiendo los porteños milongueros o seguidores de la música nuestra. Y así ocurrió cuando estos muchachos jovencitos, pero curtidos en la noche tanguera y los escenarios, se presentaron en el palquito del Marabú, en la calle Maipú entre Corrientes y Sarmiento, pleno centro noctámbulo de Buenos Aires.
El cartel invitador de la entrada mostraba un texto primario: Todo el mundo al MARABÚ / La boite de más alto rango / donde PICHUCO y su orquesta / le harán bailar buenos tangos.
En aquella noche fría del 1º de julio de 1937, con mucha gente del ambiente expectante ante la novedad, van incorporándose al estrado, los violines y el contrabajo. Orlando Goñi, el Pulpo, va al piano. Suben Toto Rodríguez y Roberto Yanitelli. Sube el Director, toma el fueye, lo calza sobre sus piernas, mira en derredor, luego a sus músicos pidiendo atención, da los tres golpecitos de rigor y arranca la orquesta con Tinta verde de Agustín Bardi.
La Guardia nueva entra en la vía de la historia. Pichuco comienza a escribir su leyenda.
El 7 de marzo de 1938, Odeón registra una placa de 78 rpm con las dos primeras grabaciones de la orquesta. De un lado: Tinta verde, en la otra cara: Comme il faut. Pichuco mostraba su fino paladar tanguero.
Comme il faut
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