En la revista VIVA del diario Clarín, se publicó la siguiente nota al respecto:
Para estudiar el cerebro, los científicos buscan diferentes situaciones, marcos, experiencias y tecnologías. En el Instituto de Neurología Cognitiva (INECO) los investigadores analizaron el funcionamiento cerebral monitoreando a bailarines de tango. No tanto porque sea una danza identificada con nuestro país sino porque tiene cualidades especiales. “El tango tiene características peculiares (no presentes conjuntamente en otros tipos de danza) que lo vuelven interesante. Por ejemplo, requiere de una gran sincronización y coordinación en el tiempo-espacio en cercanía con otro cuerpo, incluye diferentes velocidades y variaciones rítmicas e incorpora la improvisación y cambios de dirección espontáneos, lo cual obliga a los bailarines a desarrollar una alta capacidad para poder anticipar la cinemática del otro cuerpo”, explica Agustín Ibáñez, director del Laboratorio de Psicología Experimental y Neurociencias (LPEN) de esa institución e investigador de Conicet, quien dirigió el estudio junto a la investigadora Lucía Amoruso, primera autora del trabajo.
Los milongueros que fueron objetos de estudio científico. Foto revista VIVA |
Con esas premisas estudiaron a bailarines expertos, como Johnny Lambert y Virginia Vasconi, de la academia DNI-Tango, y a otros con menos trayectoria. Observaron qué ocurría en sus cerebros mientras veían videos con pasos de tango. Las conclusiones sorprendieron: la actividad de los cerebros de los expertos procesó las acciones como si tratara de un lenguaje (activando área de procesamiento lingüístico). Así el estudio demostró que el entrenamiento sostenido aumenta la capacidad predictiva de nuestro cerebro y el modo, además, en qué procesa el significado de las acciones. La palabra “predictiva” puede disparar fantasías pero, en realidad, no se trata de adivinar números del Quini 6 sino que se trata de una capacidad útil en la vida cotidiana. “Se pone en juego de forma explícita, por ejemplo, en las interacciones sociales”, dice Ibáñez.
Es curioso como la danza del tango y su éxito en países de características disímiles entre sí: (Argentina, Australia, Turquía o Japón, por ejemplo) sorprende a los científicos y hace años que están buceando en la misma para encontrarle los secretos de su atractivo. Y van descubriendo lo beneficioso que resulta para la salud en general, además del aspecto social que produce relaciones humanas destacable en personas de espectro social, bastante disímiles entre sí, como ocurre a veces.
La experta en periodismo sobre ciencias, Nora Bär, habla sobre este estudio:
En un trabajo con 80 "tangueros" de distinto nivel de entrenamiento, que se publica en Neuroimage, descubrieron que sólo los más expertos pueden prever cuándo se cometerá un error y también hallaron cuáles son los engranajes que se activan para dilucidarlo a partir de información contextual. "Veníamos estudiando cómo el contexto modula la comprensión de las acciones -cuenta uno de los autores, el biólogo y psicólogo Agustín Ibañez-. Es algo que ocurre en nuestra vida cotidiana: nuestro cerebro está constantemente tratando de anticipar lo que va a suceder y queríamos saber cómo lo hace."
Lucía Amoruso, primera autora, se planteó que por las características de la danza los bailarines de tango debían ser un buen modelo para averiguarlo.
"Trabajamos, entre otros, con los subcampeones mundiales de tango -cuenta Ibáñez-. Filmamos 500 videos y estuvimos un año validándolos. Luego, seleccionamos imágenes de cinco segundos en las que se veían pasos perfectos, con un error grueso o con errores sutiles. Y finalmente les pedimos que los miraran y nos dijeran cuándo iba a ocurrir la falla, mientras registrábamos la activación de ciertas regiones del cerebro con electroencefalograma de alta densidad."
La investigación reveló que sólo en los expertos, 400 milisegundos antes de que se iniciara la secuencia, la actividad cerebral ya anticipaba que iba a ocurrir un error. "Había algo en el contexto que se los indicaba", afirma Ibañez. Los científicos también observaron que el cerebro de los más experimentados, pero no el de los novatos, procesaba las pasos de baile de forma similar a como se procesa el lenguaje..
El grupo de expertos estudiando a los bailarines. Foto Hernán Zenteno -La Nación |
Y yo quiero agregar que no es el primer estudio científico que se hace sobre nuestra danza. En mi Libro: La llamada del tango, le dedico un largo capítulo a todas estas investigaciones y a resultados publicados por el Journal of Neurology Physical Terapy, sobre la investigaciones de Madeleine Hackney, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington, en St. Louis, Estados Unidos.
Incluso la Fundación Favaloro realizó un seguimientos exhaustivo de 22 milongueros (11 hombres y 11 mujeres) y determinaron que el acto regular de bailar tango, demanda lo que se denomina un "ejercicio moderado y sostenido", el cual hace trabajar al corazón, pero no lo exige indiscriminadamente. Lo cual para la Organización Mundial de la Salud, mejora la actividad cardiovascular y previene de males cardíacos.
Y me quedo acá, porque podría seguir trayendo más estudios, pero dejemos los papeles y me limito a invitar como Homero Expósito en su tango:
¡A bailar, a bailar que la orquesta se va...!
De paso cañazo, qué les parece si nos mandamos este tangazo de Domingo Federico y el citado Expósito, por Aníbal Troilo con su cantor Fiorentino . Lo grabaron el 5 de noviembre de 1943.
¡Y todavía nos produce electricidad en los remos y en el cuore!
11- A Bailar - Aníbal Troilo-Fiorentino
mira yo tuve dos infartos y me pusieron dos steem esos tubitos permiten un paso mas fluido de sangre por la arteria principal del bobo y por alli corren vertiginosamente los tangos el medico se asombro en un estudio que me hizo dice que mi corazon late en dos por cuatro en sistole late en sol y en distole en fa sol-fa chan -chan..... el tango es vida.salute
ResponderEliminarY el bobo es feliz...Metele tangos por un tubo y le hacen un gran masaje al cuore. Salute Juancho
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