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martes, 25 de junio de 2013

El Chino Hidalgo

Hoy lo traigo al Blog a mi amigo, Alberto Hidalgo. Le dicen El Chino desde siempre, pero es más gallego que yo. Si se llama en realidad Juan José Morandeira y nació en el Bajo Flores. Cantaba desde la cuna, y se lucía en cumpleaños y fiestitas infantiles a los diez.

Luego vendría el estudio serio con el maestro Dubrot que le dió el pase a los escenarios, y su voz grave, de metal, llegó en el momento justo en que los registros de bajo habían por fin abierto las puertas del tango, gracias al beneplácito arrancado por Edmundo Rivero y Julio Sosa.

                                              
En 1958, Antonio Cantó, aquien llamaban cariñosamente: "el ladrillero" en el ambiente, tenía programas tangueros en la radio y fue presentador de Carlos Di Sarli, organizó uno de aquellos habituales concursos de cantores de barrio, tan comunes por entonces, en su barrio y lo ganó. Fue en el Club Tucumán de Carabobo y Avenida del Trabajo (Hoy Avenida Eva Perón).

Saltaria rápidamente al Tango Bar, de Flores compartiendo cartel nada menos que con Julio Sosa y Ángel Vargas, pero el hombre venía lanzado y creía en su polenta tanguera. Por lo cual no extrañó que el pianista Miguel Nijensohn lo incorporara a su conjunto en reemplazo de Carlos Budini. Y llegarían las presentaciones de la orquesta en Radio Belgrano y en el club nocturno milonguero Las mil y una noches de la avenida Cabildo, donde, además de dedicarme a bailar, lo vi manejando el micrófono con gran desenvoltura y llamando la atención por esa voz recia que vomitaba tangos de gran resonancia.
                                                       
Con su amigo, El Polaco

 Aquel paréntesis grande que tuvo el tango en los sesenta , motivó que muchas orquestas se deshicieran, otras se redujeran para sobrevivir y el Chino volvió a trabajar de colectivero, como Goyeneche, entre varias faenas.

El recordado Juan Zucchelli, otro tanguero animador de programas radiales que alguna vez me convocó a sus micrófonos, lo recomendó a Alfredito Gobbi, quien lo probó y lo contrató de inmediato. Después pasaría por los conjuntos de Fulvio Salamanca y Osvaldo Piro y como destino de una aventura, aterrizaría en Caracas cantando y merengueando.
                                   
El Chino con Alberto Morán

Al final, su viejo, un gallego de Lugo,  siempre fue un milonguero de rompe y raja hasta el final, sin descuidar jamás el trabajo y al Chino también le dió por probar fortuna en otros lares. Incluso luciría su gola de faso negro y su estampa tanguera, en Bogotá y Medellín. En el año 2008,  la Municipalidad de Buenos Aires, lo declaró Personalidad destacada de la cultura.

Hace un par de años estuve con él en Madrid en la boda de unos amigos comunes. Incluso compartimos unos ratos lindos en Buenos Aires cuando fuimos a presentar un libro de González Tuñón que editó una amiga madrileña y en el cual colaboré.

Vamos a verlo y disfrutar escuchándolo en dos temas: La abandoné y no sabía, de José Canet.



Y también en el tango de Homero Expósito y Armando Pontier: Trenzas

                                          































                               

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