Detrás de la vidriera, en la cual contemplamos la estatura
de los que germinaron esta música, la afirmaron y consagraron, estuvieron los
que le agregaron volumen a la obra, con su aporte artístico.
Hoy descorro las persianas del recuerdo y traigo a esa página
a un bandoneonista que siempre estuvo en las gateras y corrió a la par de los
destacados.
Joaquín Do Reyes (1905/1977), era porteño de del barrio de
Mataderos, aprendió de pibe los secretos del bandoneón y acompañándose de
guitarreros de la zona, recorrió boliches para dar salida a su vocación
tanguera, antes de lanzarse a la conquista del centro, luego de sortear duras
peripecias de una vida nada fácil.
A los 20 años ya tocaba en las filas de Francisco Lomuto.
Alternó con D’Arienzo y Alberto Gambino y con 30 en sus espaldas, por fin montó
su propio conjunto que mantuvo siempre una línea musical respetada por su
enjundia decareana. Supo rodearse de grandes ejecutantes que formaron en su
orquesta, como los fueyes Máximo Mori, Alfredo Ahumada, Eduardo del Piano,
Mario Demarco. Y sobre todo, sus violinistas ahondaban en el sello del conjunto que destacó por su
ensamblamiento, sonoridad, su equilibrio armónico y un ritmo vibrante.
Nada menos que Elvino Vardaro, Alfredo Gobbi o Roberto Guisado
aportaron su enorme talento, así como pianistas de la talla de José Pascual, Juan
José Paz y Osvaldo Manzi entre otros. Horacio Deval y Tito Reyes formaron parte
del núcleo de cantores que alternaron en la orquesta.
Joaquín Do Reyes (izq.) con su entonces cantor Horacio Deval |
Un tango suyo de corte romántico que tocaba en el Chantecler,
mereció la atención de la célebre Pepita Avellaneda, que ejercía de encargada
del guardarropas del cabaret, y pensaba en su dura caída. Le sugirió el título:
Yo no sé llorar, aceptado en el acto. Celedonio Flores le puso
letra tiempo después, a pedido de Gardel. Tuvo mucho eco en las grabaciones de Juan D’Arienzo con
la voz de Armando Laborde y de Osvaldo Fresedo con Roberto Ray.
Mi evocación lo ubica en Radio El Mundo, donde estaba
afincado, mientras almorzábamos, pues los mediodías radiales también destilaban
tango.
Y acá lo escuchamos en tres temas. el tango Argañaraz, cantando Enrique Lucero (hermano de Mariano Mores),Yo soy la milonga del centro y el vals: Por un amor.
Argañaraz. 1950
Yo soy la milonga del centro. 1953
Por un amor. 1951
Argañaraz. 1950
Yo soy la milonga del centro. 1953
Por un amor. 1951
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