Fue quien en mayor medida contribuyó a estructurar la
definitiva composición de la
Orquesta típica, según la certera aseveración del historiador
y musicólogo Luis Adolfo Sierra.
Roberto Firpo introdujo el piano en el tango, fue el
verdadero creador del valsecito porteño al cosificar el vals Boston de Rosita
Melo Desde el alma, y darle la forma
nueva, que lo transformó en el valsecito porteño por excelencia. Y modelo a
seguir.
La cumparsita era una marchita de dos partes a la cual le agregó una tercera y la transformó en un tango. Cometió el error de no firmarla con Matos Rodríguez. Siempre se lamentó y soy testigo de ello.
La orquesta de Roberto Firpo constituyó por espacio de muchos años una verdadera escuela
de excelentes ejecutantes de tango. Músicos de la talla de Pedro Maffía, Elvino
Vardaro, Osvaldo Pugliese, Carlos García, Rafael Tuegols, Cayetano Puglisi,
Armando Federico, José Nieso, Juan Cambareri, entre muchos otros, desfilaron
por la escuadra del pianista de Las Flores (Pcia. Buenos Aires), y le dieron
jerarquía a la misma.
Además de fecundo y feliz autor de páginas inmortales, le
dio a su orquesta (distinta al cuarteto), una modalidad lenta, muy melódica y
destacado empleo asordinado de las cuerdas.
Compuso temas como El Amanecer, Alma de bohemio, Viviani, Vea vea o Didí |
Sus mejores éxitos los logró cuando dejó el piano y empuñó
la batuta. Llegó a dirigir una orquesta de 100 músicos en 1933 en el Teatro Colón.
Les dejo estos temas de su gran época cuando se vendían sus
discos con fervorosa adhesión del público.
De mi flor (1934).
Barreras de amor (vals) 1936. Carlos Varela.
Lo mismo que ayer. Príncipe Azul (Herberto Emiliano Da
Costa – 1931)
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