Fue una de las primeras cosas que aprendimos cuando nos largamos con los muchachos mayores de la barra, en mi barrio porteño de Parque Patricios, a bailar el tango.
Ponían hincapié en ello, en seguir el ritmo de la orquesta. Y nos resultó muy fácil conseguirlo, una vez que comenzamos a tallar en la pista.
Los milongueros éramos hinchas o seguidores de tal o cual orquesta, porque nos identificábamos con ese ritmo determinado. Para bailar el anfetamínico D'Arienzo, el ralentí de Pugliese, el andar señorial de Di Sarli, el piano acompasado de D'Agostino y así sucesivamente.
En España tardaron en entenderlo, y aún le cuesta a muchos bailarines. Entre los nuevos términos que introducen los profesores para aggiornar didácticamente el vocabulario tanguero, hablan de musicalidad. Que no es otra cosa que bailar a compás o a ritmo. Como se hacía en aquella Buenos Aires milonguera de los cincuenta.
Entrar en el ritmo de la orquesta y seguirlo en la pista requiere simplemente oído musical. Privilegiar el ritmo sobre el despliegue de figuras que a veces no concuerdan con el compás.
Para facilitar la tarea elijo un tangazo como De puro guapo, de Pedro Laurenz y Manuel A. Meaños, ejecutado por distintas orquestas. Si seguimos mentalmente la música y nos dejamos llevar como si estuviéramos bailando, llegaremos con facilidad a la cuestión primordial: Bailar a compás, de acuerdo al tempo que propone cada conjunto.
Los dejo con esta selección para que se entretengan y prueben. El mismo tango por diferentes orquestas.
Francisco Canaro
Quinteto Real
Osvaldo Pugliese
Francisco Lomuto-Jorge Omar
Pedro Laurenz-Juan Carlos Casas
No parece tan difícil. ¿no?
No hay comentarios:
Publicar un comentario