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lunes, 18 de septiembre de 2023

Música para la milonga

    Esta nota proviene de la charla que tuve con una pareja milonguera, sobre el tango en la pista y su maciza identidad. Entonces aparecieron esas pinceladas y el cromatismo musical que nos impulsa en la noche. Oteaban ellos las costumbres de algunos discjockeys sobre la música que desgranaban en el recinto bailable y criticaban las elecciones  de unos y otros.

   Por supuesto, yo  me limité a escucharlos, opiné que cada uno tiene su gusto particular, pero claro, ellos viajaban a Buenos Aires y venían con su impresión particular sobre el contrapunto lúdico  y las diferencias notables que -según opinaban-  "comprobamos con las efervescentes noches porteñas donde errar en la selección de la música es algo insoportable e imperdonable".

   Es cierto que, la nerviosa intensidad que se vive en la milonga hace que la música nos aguijonee con su mensaje, nos impulse, nos exalte, nos dé un subidón determinado en algún momento, por nuestro sentimiento y gustos particulares. Y es lógico también que un argentino tanguero-milonguero trasladado a Europa, encuentre diferencias lógicas entre todo lo que se vive en el ambiente nativo y el de estos lares.

                                      


   La cuestión fue que la charla derivó hacia experiencias particulares, anécdotas graciosas y la cosa se fue derritiendo y convirtiendo en  algo estándar. La sensibilidad, la vibración que sentimos en cada tema, no nos iguala. Y eso se nota aún más cuando alguna música que está sonando nos llega a fondo, impulsándonos y nos cuesta trasladar nuestro sentimiento a una pareja de turno. O viceversa, claro.

   Con mucha milonga en el lomo, muchos años dándole caña al cuore y a los remos en distintas pistas porteñas, allá lejos y hace tiempo y en otras americanas y europeas, en Festivales, en charlas concertadas, doy fe del fuego que vivíamos en las milongas porteñas de los años cincuenta, con las orquestas en vivo o con las clásicas grabaciones que pinchaban los encargados de la música.

   En nuestra barra milonguera había mayoría de hinchas de Pugliese, le seguían los fanas de Di Sarli, y luego venían los mínimos de D'Arienzo y Troilo. Yo me anotaba con la orquesta de Pichuco y mi hermano, que tenía dos años más que yo, era del Rey del compás a muerte. Con la orquesta de Pugliese fue con quien más bailé en vivo. Y cómo me gustaba bailar Pugliese...

   Esa es una de las diferencias que noto. En las milongas de España, por ejemplo, no advierto el sentimiento de las muchachas porteñas cuando suena Pugliese. Ese encuentro sutil y profundo que aprecio cuando lo bailo en las pistas de Buenos Aires es un continuum aunque hayan pasado los años. Como un juego de alquimias y deseos.  entonces, el reto consiste en reinventarse.

   Y ya puesto en el brete de tener que  expresar mis sentimientos personales en cuanto a la música de la milonga, es la que siempre he hecho sonar en el tocadiscos tanto en las milongas que he tenido en España, como en aquellos festivales a los cuales he sido invitado para disertar sobre el tango y de paso, para hace estallar la música por la noche y madrugada.

   Los cuatro pilares de la milonga son, como todo el mundo sabe: D'Arienzo, Di Sarli, Troilo y Pugliese. No pueden faltar. Les agregamos a Tanturi, Biagi, Caló, D'Agostino-Vargas, algún Canaro y ya está la base. Siempre habrá lugar para los Demare, Fresedo, Donato, Enrique Rodríguez y otros, pero a la hora en que la caldera está hirviendo, los grosos son los reyes de la noche.

   Y Cuando digo Troilo, me refiero al de Orlando Goñi y Fiorentino. Sus primeras 71 grabaciones. Di Sarli es más rítmico al principio, con Rufino y luego más melódico, por lo cual no es bueno mezclar sus temas en una tanda. A Pugliese lo prefiero instrumental. D'Arienzo en cualquier época. Y me encanta Laurenz con sus escasas grabaciones pero muy milongueras.

   Confieso que hay orquestas que no me incitan a bailar, salvo algunos temas determinados, y que sin embargo no pueden faltar en una milonga como Caló o D'Agostino-Vargas. Incluso algún Fresedo o Basso. Y todo ello es debido a los gustos personales de cada musicalizador, por eso son todos respetables,  salvo que cometan tropelías, que también esto lo he vivido, y con gran asombro, a través de los años.

   La nerviosa intensidad que se vive en la milonga, no debe apagarse en ningún momento. El póquer Di-Sarli-Troilo-Pugliese-D'Arienzo son la base, pero, afortunadamente, muchas orquestas de tango nos han dejado un material ¡im-pre-sio-nan-te!. Es un lujo increíble, maravilloso, de un valor incalculable. Por eso hay hoy día tantas milongas en el mundo que sobreviven y se expanden gracias a  este legado que fermenta nuestra pasión milonguera. 

   Como ilustración, vale la pena ver a Osvaldo Zotto y Lorena Ermocida bailando el tango de Bardi: Gallo ciego, interpretado por la orquesta de Osvaldo Pugliese.

                            


     Y también a Noelia Hurtado y Carlitos Espinoza luciéndose con el tango Total pa'que sirvo por Troilo-Fiorentino.            

                                          


   

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