En 1924 llegó a la Capital para dar una prueba y desde entonces está en el candelero, salvo el período en que la dictadura militar la prohibió (verbo que utilizan con gran eficacia) y estuvo marginada de radio, televisión y actuaciones públicas.
Intérpete sobria, de fuerte registro de voz, de buen fraseo y cabal intérprete de los temas que escogió o le indicaron, su romance oculto con Homero Manzi también le jugó en contra muchas veces.
Con guitarras o acompañada por Francisco Canaro o Alberto Di Paulo, sus grabaciones siguen teniendo vida en el dial de la radio y en la mesa familiar.
Se llama en realidad Nilda Elvira Vattuone y sus padres era italianos. Incluso llevaron a Gardel a su casa después de una actuación, pero el progenitor las dejó aparte a ella y su hermana Gory, por aquello del respeto a los mayores.
Pero algo se le pegó del Morocho.
Basta con verla en esta actuación en el Luna Park con 88 años encima.
Canta el hermoso valsecito de Francisco Canaro y Homero Manzi: Parece mentira.
Y es cierto ché, parece mentira.
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