DOGOR
(Una pintura de Pichuco)
(No ves que está de olvido el corazón.)
Homero Manzi
Se amasija de luna la piojosa
Pa’embroyarse en un raje batemusa.
Desenfunda la jaula calzándola a babucha
Franeleándola con mimo y en chancleta
La mano zurda jotrabando de barreta,
el espiro relojeándose en su trucha,
un blondo escabio que empuja y que lo scrucha
aunque el hombre sobrado de carpeta
las dibuja de prima a las aletas
del fueye roncador que desestucha.
Porque nació con destino de fueyero
y al lado un ángel ñericompa y porteñero
custodio de sus manos gardelianas.
El insomnio lo inunda de quimeras
La nostalgia entre grillos se entrevera
Y un espiche p’adentro, de sotana
la conversa con el cuore batilana.
Ensiya el alma, en puro sentimiento
como si fuera deschavando un testamento,
refalando en el teclado sus macanas:
De los orsay que acusa el manyamiento,
de falopas y faso, de timbas pecoranas…
Su fueye bate el justo a ese lamento
blanqueando al alba confesora su nirvana.
Y entonces Pichuco le refila melodías
a la ferramenta que lofió de guacho
por Fiore, por Floreal, por los muchachos
por las Milonguitas que cantó en María.
Dando changüís, gatiyando entre güiscachos,
y cincela, ensoñado, gloriosas troilerías.
La piedad está tayada en ese escracho
que enfarola la fetén tangomanía.
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