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jueves, 22 de enero de 2015

Enrique Mario Francini

En aquella camada de músicos que vinieron de Zárate, Campana, Rosario, Guaminí, para apuntarse en la familia que sostenía la enorme popularidad del tango, estuvieron algunos como Armando Pontier, Héctor Stamponi, Enrique Mario Francini, Julio Ahumada, Alberto Suárez Villanueva, Emilio Barbato, Antonio Ríos, que descollarían en la gran década del cuarenta, aunque llegaran con muchas ilusiones y pocos recursos económicos.

Por eso se fueron amontonando en la famosa Pensión "La Alegría" de la calle Salta 321, casi esquina Moreno, de Humberto Cerino. A la misma  se subía por una larga y empinada escalera, como recordaba el estupendo bandoneonista Julio Ahumada, dado que estaba en los altos de una casa grande. Y allí se fueron juntando otros músicos llegados de provincia, como Parodi, Trivizi, Howard, Scorticatti y algunos más. Luego se irían diseminando, ingresando en diversas orquestas del momento, unos con mayor fortuna que otros, pero la Pensión los siguió albergando hasta que conseguían posicionarse en una Buenos Aires que crecía vertiginosamente.

                                 
Ya es muy conocido el destino que les correspondió a todos ellos, pero hoy quiero volver con el gordo Francini, un personaje único, excepcional violinista y gran persona, con el cual compartí gratos momentos en Caño 14, especialmente. Allí mantuvimos charlas muy lindas en los intervalos de su actuación junto a Chupita Stamponi, el gran amigo que conocía de Campana y que lo fue hasta su muerte, precisamente en Caño 14, cuando cayó fulminado mientras tocaba el violín junto a él.

El recuerdo más duro, la imagen que no se me borra, es la  que vivimos en el Palco levantado en el camino a Ezeiza, el día que volvió Perón al país, luego de un prolongado exilio. Yo estaba como periodista y Francini llegó con unos músicos del Colón a tocar para la enorme multitud que rodeaba al palco. Y cuando estaban precisamente en plena interpretación, comenzó un brutal tiroteo de uno a otro lado del palco. Ellos estaban en el escenario, expuestos,  y nosotros apoyados en la pared del palco.

Armando Pontier, Enrique Francini y Héctor Stamponi

Nunca me pude olvidar cómo tuvieron que echarse cuerpo a tierra los músicos para que no los alcanzaran los disparos que pasaban sobre ellos y dejaban una estela de terror. Francini abrazado a su violín, de cara al piso, y todavía me parece increíble que hayan podido salvar sus vidas en medio de aquel impresionante tiroteo.Pero hoy no me gusta evocar aquellos momentos de angustia de los cuales nos costó mucho salir y abandonar ese palco donde pensábamos que se iba a disfrutar una gran fiesta popular.

Cuando los dos amigos Francini y Pontier se separaron en 1955,  después de haber gozado de una bien ganada fama con la orquesta que formaron en 1945, al salir de la formación inolvidable de Miguel Caló, tanto al uno como al otro les iría muy bien artísticamente. Francini no paró nunca de trabajar, colaboró con orquestas importantes, y con el Quinteto Real, del cual fue también fundador, viajó tres veces a Japón, donde era  reconocido como un músico excepcional. Francini realmente fue un virtuoso del instrumento y se lo puede considerar como uno de los más grandes dentro del tango, junto a Elvino Vardaro y Simón Bajour.

                                                 
Con el quinteto Real en Japón. Francini está junto a Laurenz y su esposa.

Hoy he estado escuchando a su orquesta de los años cincuenta y realmente es digna de admiración, por el sonido, los arreglos y sus intervenciones. Ahí destacaba el fueye de Julio Ahumada (buenísimo), el piano de su amigo Juan José Paz y otros elementos, además de cantores como Alberto Podestá (eran como hermanos con Francini)  y Roberto Rufino. Es un placer escuchar cómo suena esta orquesta y para compartirlo con ustedes les dejo dos temas.

                                     


El primero es un tango instrumental de Julio Ahumada que no entiendo como no tuvo mayor difusión Se llama El gurí,  y lo grabó el 7 de marzo de 1956. El término gurí, es de origen guaraní y significa muchachito. Y a continuación va Melodía oriental, un tango de Enrique Cadícamo, Roberto Zerrillo y Juan Carlos Howard. Lo llevaron al disco el 3 de abril de 1957 y lo canta Roberto Rufino.

10 - El gurí - Enrique Mario Francini

19- Melodía Oriental- Francini-Rufino





1 comentario:

  1. y en ese lp hay grabaciones de un buenisima cancionista que aunque le tiraba mas el folklore cantaba muy bien el tango julia vidal,lastima que la orquesta no duro mucho tiempo saludos juan

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