Se llamaba David, aunque para todo el mundo era Tito, y fue un destacado violinista de la guardia vieja. Fue un grande del instrumento y con su violín generó un modo muy personal y original de interpretar el tango. A tal punto que mucho aseguran que fue la fuente inspiradora de numerosos ejecutantes del violín, entre los cuales se puede encontrar nada menos que a Julio De Caro.
Intervino en numerosos conjuntos entre los que vale destacar sus inicios junto a Roberto Firpo y Juan Carlos Bazán en un trío que dio que hablar, actuando en El Velódromo y el vecino El Tambito, en los bosques de Palermo, cuando corría el año 1908. Contaba entonces con 17 años y ya dejaba entrever su potencial que lo llevaría a alinearse con Eduardo Arolas en el cuarteto que éste dirigía.
Tito Roccatagliata, Eduardo Arolas y Roberto Firpo en 1914. |
Con Arolas formarían un dúo muy compinchado, tanto para interpretar la música popular que estaba iniciando su marcha imparable hacia la popularidad imparable, como para vivir la bohemia nochera a toda máquina, como si la existencia fuera muy corta. Su rica historia tanguística ya la he contado en esta página y hoy quiero detenerme en la creación de su tango más hermoso, el que sobreviviría a su corta vida, ya que murió con 34 años de edad.
No tuvo una gran obra, pero Elegante Papirusa le sobrevive por sus méritos melódicos y armónicos. Es un tema que ha figurado en el repertorio de orquestas importantes. Como por ejemplo las de Miguel Caló, Osvaldo Pugliese, Edgardo Donato, Héctor Varela y otras. Y más allá de sus valores, por el título y dedicatoria de su tango, creo que vale la pena volver sobre esa palabra que ha ingresado definitivamente en el lunfardo porteño y tiene detrás una historia interesante y tenebrosa a la vez.
Como es sabido por mucha gente, las prostitutas polacas cuando estaban en el cabaret como coperas, además de su profesión, le pedían a los ocasionales compañeros un papieros (cigarrillo) o papierosy (cigarrillos), dado que no dominaban el idioma castellano. Debido a ello, los asiduos a los cabarets de entonces comenzaron a llamarlas papirusas y así se fue implantando ese nombre que las distinguía del resto y que se mezclaría con otros requiebros galantes como papa o papusa.
La llegada de numerosas mujeres para trajinar en la prostitución se debió, entre otras, a una organización judía, la Zwig Migdal, que cobró unas proporciones impresionantes con el tráfico de esas personas provenientes de pueblos polacos, aprovechando la tremenda situación de pobreza y vicisitudes que atravesaban muchos países europeos, especialmente Polonia, y competían con las organizaciones marsellesas y de otros países que también se dedicaban a esos quehaceres rufianescos.
La organización se estableció originalmente en Avellaneda para luego expandirse por el centro porteño, Rosario y otras provincias. La trama vendía a Buenos Aires como "La París de América". Buscaban muchachitas campesinas pobres, jóvenes y convencían a sus padres del futuro que les esperaba en el nuevo país. Incluso traían a prostitutas. La trama se fue haciendo cada vez más grande, poderosa y tenía varios prostíbulos en la zona del Once porteño.
En principio, los capos de esta organización fundaron en Avellaneda la Sociedad de Socorros Mutuos Varsovia, en 1906, En sus estatutos exigían la buena conducta de sus socios. La realidad escondía otros propósitos. Porque los afiliados eran sencillamente rufianes o caftens, como se denominaba a los explotadores de aquellas esclavas blancas que cita el tango. Las prostitutas polacas trasmigradas solían usar esta palabra -caften- para nombrar a sus rufianes explotadores.
En 1929 la organización, cada vez más grande, y criticada por Sociedades judías, pasó a llamarse Zwig Migdal ("Gran fuerza" en idish). Había crecido en forma espectacular y traído a infinidad de jóvenes polacas que vendían directamente a explotadores o las subastaban en el Hotel Parissien de la avenida Alvear. También existía la Sociedad Asquenasum, formada por los inmigrantes judíos rusos que habían integrado la disuelta Varsovia, y traían mujeres de su país, engañadas, para prostituirlas.
Evidentemente tenían conexiones políticas y policiales que les permitían parapetar sus lamentables actividades. Además crearon su propio cementerio, tenían un Palacete espectacular en la Avenida Córdoba 3280, para distraer sus actividades mafiosas, la Sinagoga para los socios y así fueron creciendo de forma impresionante. Las organizaciones judías serias quisieron combatirlos pero se toparon con todo tipo de dificultades para luchar contra ellos.
Sería una mujer, Raquel Liberman, quien conseguiría echar abajo todo el poderoso tinglado mafioso. Ella había llegado a Argentina con dos hijos pequeños en 1922, llamada por su marido que había viajado antes para instalarse. Vivían en Tapalqué. Al poco tiempo él fallece, queda la familia a la intemperie y el cuñado la traslada a la Capital para ver si encuentra trabajo. Y termina cayendo en las garras de la Zwig Migdal.
Hastiada de la explotación sexual y sin recursos, en diciembre de 1929 se presenta ante la policía y denuncia a la organización. El juez Manuel Rodríguez Ocampo es el encargado de llevar el caso y allana la Sede de la organización, ordenando la prisión de 108 socios mafiosos de la misma. Muchos logran escapar, otros se verán beneficiados por la lentitud de la consecución de pruebas, además de la ayuda de capos policiales que colaboraban con ellos, pero al menos, la denuncia de Raquel sirve para terminar con esta explotación tenebrosa.
Hoy la estación Callao del Subte D lleva el nombre de Raquel Liberman. La escritora Mirta Schalom le dedicó su libro "La Polaca" que editado por Galerna, repasa su vida y la denuncia que sirvió para acabar con tantos rufianes y mujeres explotadas:"El acto solitario que hace Raquel Liberman sigue brillando como una gema", asegura sobre esta decidida mujer que apenas hablaba español y en 1930 no sólo hace la denuncia en una comisaría sino que la ratifica en la justicia. "Se atrevió en una corte de hombres", suma irrebatible Schalom.
Y así las papirusas dejaron de ser explotadas y pasaron a integrar la comunidad. Por eso el tango de Tito Roccatagliata tiene más valor todavía. ¿Lo escuchamos? Pugliese con su orquesta lo grabó el 18 de junio de 1986.
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