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lunes, 16 de mayo de 2016

Juan Maglio Pacho

Es más fácil reconocerlo y recordarlo por su apodo de Pacho, que por sus señas de identidad. Además en Argentina, casi todos arrancamos con un alias casero o barrial que arrastramos a lo largo de nuestras vidas y pasa a ser como un segundo bautismo vital. Algunos provienen del legado paterno (Pacho, Pichuco, Pirincho) y otros van señalando alguna característica particular de nosotros.

Nacido en el barrio porteño de Palermo y criado en Boedo (su hijo Juan fue destacado futbolista del club del barrio: San Lorenzo de Almagro y también músico), se iniciaría en su futuro medio de vida ensayando a escondidas con el pequeño bandoneón de su padre, un italiano enamorado de la música. Pero aquel pequeño fueye tenía apenas 13 botones y se guardaba como una reliquia en la casa de los hermanos Mariani, allá por 1936. Los mismos que reparaban bandoneones y terminaron fabricando uno netamente argentino.


Héctor Bates, autor de la primera Historia del Tango, junto a su primo Luis, lo fue a reportear a Pacho en su lecho del Hospital Ramos Mejía, donde fallecería tres días más tarde. Y éste le confesó que había aprendido de "oreja" a tañer el instrumento , y a los 18 años, luego de ejercer diversos oficios y trabajos para ayudar en la manutención de la abultada familia (eran 8 hermanos), se decidió por la música. Estudió con un señor del barrio, pero entonces se dió cuenta que sabía muy poco y con eso no le alcanzaría. Fue entonces cuando recurrió a las enseñanzas de Domingo Santa Cruz para que le diera las nociones necesarias.


Ya afianzado en sus conocimientos, rápidamente escaló posiciones y tendría bajo sus órdenes, lo que era considerada entonces como orquesta, que consistía en un cuarteto. Lo integraban Luciano Ríos en guitarra, Juan Pepino Bonano en el violín-corneta. Carlos Hernani Macchi en flauta y Juan Maglio Pacho, en bandoneón y la dirección. Sería en su época legendaria el que más discos vendería. Volaban de las tiendas especializadas apenas salían a la venta.

Sus actuaciones en los Cafés de la Paloma, o el Garibotto congregaban a los más fanáticos. Además les daba el gusto de interpretar algunos temas como solista e incluso grabarlos. Y tenían el mismo éxito que los ejecutados por su conjunto y registrados en el sello Columbia. El de 78 rpm que incluía a La sonámbula, de Cardarópoli y detrás una mazurca de Metallo: La morocha, tocados solo con su fueye batió records de venta, como lo señalaba Luis Sierra, que además reconocía los méritos de Pacho, como uno de los más grandes propulsores del tango en aquellos inicios.

Se había iniciado con el fueye de 35 botones y fue pasando gradualmente a otros de 45, 52, 65, 71 y 75 teclas,  respectivamente. Éste último que fuera construído especialmente para él, y con el que terminó de conquistar a sus desbordados hinchas que lo seguían de modo ritual. En 1912 actuaría en el Café Bon Marché, en Montevideo,  y tuvo que intervenir la policía por el gentío que se juntó en la calle para poder verlo y escucharlo y los coches amontonados en la cuadra.

                                           
Compondría numerosos temas musicales, algunos de los cuales trascendieron a su tiempo, como: Sábado inglés, Royal Pigall, Armenonville (salón en el cual fue gran figura), Un copetín, Tango argentino, Qué has hecho de mi cariño, Senda de abrojos, o valsecitos como Violetas, Orillas del Plata y Princesa, entre muchas más obras. A veces las firmaba con su nombre al vesre, como Oglima. Gardel le grabó nada menos que diez temas: La cuyanita, Tango argentino, Copen la banca, A medianoche, Llegué a ladrón por amarte, Qué has hecho de mi cariño, Tranco a tranco, Congojas, La chacarera  y El curdela. Incluso escribió varias obras teatrales que en su momento fueron bastante exitosas.

Por sobre todas las cosas fue el que terminaría por imponer la primacía del bandoneón en las orquestas típicas y hasta un chiquilín Aníbal Troilo llegó a tocar con la reaparecida orquesta de Pacho, cuando apenas contaba con 16 años. Incluso Rodofo Biagi con 15 añitos formó en la afamada orquesta de este prócer del tango que fue Juan Maglio Pacho.

Tuve de compañero en el Diario La Razón a Alfredo Bigeschi, el periodista deportivo y tanguero que me contaba cosas de Pacho y de Gardel.  Hablamos mucho de su etapa con Pacho, porque me llevaba largos años de ventaja y había vivido aquella época. Compuso con él siete temas, entre los cuales destaca Tango Argentino. En la mayoría de los casos, Bigeschi escribía sobre la música de Maglio y me contaba que era rapidísimo para escribir y que muchas veces no le gustaba lo que había borroneado y lo rompía.

Entre los dos compusieron este tema: Siete Palabras. Algunas incógnitas rodean a este tango sobre su autoría, pero quedó registrado como perteneciente a Pacho, que lo grabó con su orquesta y la voz de Carlos Viván el 12 de septiembre de 1930. Me gusta el clima del conjunto y las variaciones finales. Lo traigo acá junto con Quasi nada, tema instrumental de Pacho, que registró en disco con su orquesta el 26 de septiembre del mimo año.
Parando la oreja...

  19- Siete palabras - Juan Maglio-Carlos Viván

20- Quasi nada - Juan Maglio


2 comentarios:

  1. Notable. Un grande Pacho. Una época en la que al caminar por las calles porteñas siempre estaba el Tango presente. Fue, es y será nuestra música, mal le pese a muchos: escuche del director de Telefónica de argentina "si los argentinos quieren progresar, tienen que abandonar esos tanguitos...". La música popular m+as importante del mundo, atención, digo "MÚSICA".

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