Delfino, conocido por Delfy en el ambiente, tenía una sólida formación musical. Sus padres regentaban la Confitería del Teatro Politeama en Corrientes y Paraná y él nació en pleno centro porteño. Jugueteaba con el piano del Teatro y su padre lo mandó a estudiar en un conservatorio de Turín, Italia.
Pero su progenitor no lo había despachado al viejo mundo para que se enrolara luego en las filas del tango. Pretendía para él un futuro de mayor jerarquía. Y con 15 años el adolescente Enrique se conchabó para tocar en un cine, a espaldas de sus padres. Descubierto al fin, fue sacado de una oreja del local y el padre lo confinó en un buque de la Armada "para que se hiciera hombre".
Mostrando la imagen que lo caracterizaría, Delfy se escapó, se fue a Montevideo y allí comenzó con 17 años a componer sus primeros tangos, a la vez que desarrollaba una vis cómica que sería vital en su trayectoria. Ejecutaba arias de ópera pero a la vez jugaba con el piano, y hacía acrobacia musical, tocándolo de espaldas al mismo o desde la parte de atrás del instrumento. Imitaba tormentas, choques de automóviles, la partida de un tren, el tránsito atascado en un cruce callejero, la partida de excursionistas a un pinic y el retorno de los mismos agobiados por el cansancio. O le pedía tres notas a la platea para improvisar un tema, sin vacilar ni un segundo.
Fue unos de los creadores de lo que se dió en llamar "tango romanza", Con José González Castillo, precisamente, componen Griseta, donde Delfino muestra su predilección por Puccini, dado que los versos del padre de Cátulo están poblados de nombres de personajes de La Bohème.
Con Osvaldo Fresedo y Tito Roccatagliata viajarían a Nueva York para grabar aquellos temas de la que denominaron Orquesta Select. Anduvo tocando por toda Europa y entre tanto producía tangos para la posteridad. Durante su estancia en Montevideo creó dos páginas renovadoras de una enorme belleza: Bélgica y Sans Souci, con 19 y 22 años, respectivamente.
A su regreso a Buenos Aires, actuaría en teatros, compondría música para películas y dejaría temas imborrables. Araca la cana, Lucecitas de mi pueblo, Ventanita florida, Claudinette, Aquel tapado de armiño, Qué lindo es estar metido, Palermo, Haragán, Santa milonguita, Bandita de mi pueblo, Dinero dinero, Recuerdos de bohemia, Paisaje, Padrino pelao, A Montmartre, La copa del olvido, Otario que andás penando, Guapo y varón, Color de ausencia, Talán talán, No le digas que la quiero, No salgas de tu barrio, Al pie de la Santa cruz, hasta una lista de 300, en colaboración con grandes poetas, de los cuales Carlos Gardel le grabó 26.
Dirigió orquestas, realizó infinidad de recitales de piano y violín o guitarra, acompañó a cantantes como Azucena Maizani, descubierta por él y con su ocurrencia de siempre le contaba a Héctor Bates, lo que le sucedió con su tango Re fa si.

El tango fue estrenado en un café de la Avenida 18 de julio y como aún no tenía título, los músicos lo individualizaban por su tres primeras notas y así quedó. Re Fa Sí.
A este genio del piano y de la música, que nos legó un archivo fabuloso lo traigo en dos temas. Sobre el personaje literario de Ricardo Güiraldes, crearon con Manuel Romero, el Tango Don Segundo Sombra. Lo grabó la Típica Víctor con las voces de Roberto Díaz y Juan Carlos Delson el 2 de octubre de 1920. Y por la orquesta de Rodolfo Biagi, su tango Bélgica registrado el 20 de enero de 1942.
Don Segundo Sombra - Típica Víctor
Rodolfo Biagi - Bélgica
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