Gotán que me hiciste el vorfa
de amurarme en la milonga
en tiempos de mambo, conga,
foxtrot, rock..¡Qué ruido, porfa!
Cada finde era una fiesta
para nuestros corazones:
Los sábados con orquesta.
Los domingos grabaciones.
Las pibas con sus mayores
los chochamus con la barra.
Los mejores-las mejores
los novatos-las bandeadas.
A las jermus, los cancheros
las metían en un brete,
con su estilo garufero
y enroscando firuletes.
Notábamos el progreso
escalando posiciones,
de entrada, sensa adereso
y después los jarangones.
La barra quería a Pugliese,
lo bailaban bien lenteja,
no importa el tema que fuese,
lo clavaban con la oreja.
Cuando sonaba D’Arienzo
la pista era una enramada,
no salían los vichenzo,
les faltaba esa pomada.
Con Pichuco y Fiorentino
¡cuánto recuerdo infinito!
No eran tangos, eran himnos
y el gran Goñi en el pianito.
De Di Sarli ni te cuento,
cómo sonaba esa orquesta,
bailar con él, Un lamento,
Dídí, El jagüel… ¡huy qué fiesta!
Y aunque los años me lleven
hacia otra vida, otra historia,
los gotanes me remueven
y yo me siento en la gloria.
José María Otero
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