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martes, 12 de junio de 2018

BIEN MILONGA

      Si vieras que linda te pones bailando
      al son de la dulce canción del violín,
      el ritmo del piano te va acariciando
      y el bajo del fueye te llena de esplín.
      Penumbra en la sala. Sumisa y dichosa  
      marcando los pasos de un tango, soñás,
      se ve que su nota sensual y armoniosa 
      es sangre en tu carne, por eso bailás.   

                  Celedonio Esteban Flores


Martes de Bien milonga, día 12 de junio, y ya estamos disfrutando a cuenta la selección musical que he preparado para que esta noche bailemos sin descansos, salvo para  el trago de licor que ayuda a recordar que el alma está en orsay, ché bandoneón. Sí, Pichuco con su música es infaltable y los versos de Manzi también nos inspiran en la pista, ¡que vachaché!

                                   


Estamos milongueando desde las 21 a las 0 horas, en el hermoso salón, con pista de madera lustrada, de la Casa de Aragón, de Madrid, que está en la Pza. República Argentina nº 6. Y como precalentamiento y para ir poniendo el cuore y los remos en órbita, nos paseamos por otras pistas del mundo y vemos bailar a parejas que destacan por su arte.

Arrancamos en la milonga La baldosa, que se materializa en El Pial, ese club de la calle Ramón Falcón en el barrio porteño de Flores.  Donde podemos ver bailando a Cristina Sosa y Daniel Nacucchio, el tango Pan comido, por la orquesta de Juan D'Arienzo, cantando Alberto Echagüe.


Pegamos un salto lungo. Nada menos que hasta Portland-Estados Unidos, donde se sitúa la milonga Valentango.  Nos encontramos con John Hernan y Yaisuri Salamanca que se mandan al ruedo con este valsecito clásico: Lágrimas y sonrisas, por la orquesta de Rodolfo Biagi.

                                            


                      
De allí prendo el aéreo, que diría un tano, y me rajo a Catania-Sicilia-Italia. Vale la pena porque así podemos ver a la pareja que integran Rodrigo Joe Corbata y Lucila Cionci. Ellos se lucen con esta flor de milonga-candombe: Azabache, por el cuarteto Los Porteñitos.

                                       
Y después de estas exhibiciones parecemos golondrinas con fiebre en las alas, que diría Le Pera.
                                        

                                         

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