Los versos de Homero, como siempre, nos pintan la representación de la vida, el encuentro y sus evanescentes retornos. La voz narrativa no es omnisciente y Manzi con este tango, sigue engrosando el corpus poético de letras más importantes en cantidad y calidad del género. Es una de esas composiciones que dejan una constancia lúcida y desencantada de las realidades cortidianas, donde el amor y el paso del tiempo constituyen la materia con que se construyen los sueños.
Historia simple pero tan bien contada que me encanta sumergirme en ella. Trata del reencuentro amoroso donde se multiplican sensaciones y razones, con heridas que no han cicatrizado. Pero Manzi lo trata con ternura, una ternura que inunda todos los rincones del poema.
Hoy, recién, recién,
vuelvo otra vez a tu lado con mi vida,
escondiendo los fracasos,
ocultando las heridas.
Y hoy, al encontrar
la protección de tus manos tan serenas,
recién siento que me apena
saber que te hice mal.
Con este arranque nos gana el corazón y nos instala en el cálido reencuentro, con arrepentimientos y sensaciones dulces y amargas. Es tan sencillo y, a la vez, tan duro y difícil de transcribir esos sentimientos que manan de la realidad, que sin embargo consigue atraparnos con un lirismo descriptivo de percepciones, de ausencias inexplicables y dolidas. Y se justifica de un modo maravilloso.
Tenía menos años
y el corazón imprudente,
por calles del engaño
rodó, rodó torpemente.
Me amabas tanto y tanto
que me cansó tu tristeza
y por no escuchar tu llanto
preferí no verte más.
En su confesión dura, sentida, también parece achacarle a ella que el inmenso amor que sentía por él, lo estaba asfixiando. Como diría Stephen King. "El pasado se protege, hace trampas". Y ella, obrando femenina, busca comprenderlo y perdonar, sintiendo esa reberveración emocional que todos hemos palpitado alguna vez. Y al final, el deschave total y el amor renaciendo con toda la fuerza de un árbol en primavera.
Hoy, recién, recién
miro las cosas sin sombras ni mentiras,
y comprendo cuánto enseñan
las verdades de la vida.
Y hoy, al retornar
pensé escontrar el reproche de tu olvido,
y tan sólo hallé el castigo
de todo tu perdón.
Hermosura. El secreto que esconden las palabras, nos terminan descubriendo que el castigo al abandono, fue más amor por parte de ella. Por eso, al escuchar este tango, mecido con la música que le instaló Osvaldo Pugliese, mas rítmico que su habitual estilo demorado, cuando lo bailo recuerdo siempre que hay que mirar, estar abierto, sentir, disfrutar escuchando. Y de paso vivo esta historia tan real y tan vigente, que me sigue emocionando.
Lo grabaron orquestas, cantores y cancionistas, pero hoy traigo dos versiones bien milonga: La de Ricardo Tanturi con Enrique Campos, del 24 de marzo de 1944. Y la de Pedro Laurenz cantando Alberto Podestá, que grabara el 22 de septiembre de 1943.
Divinas.
070- Recién- Tanturi-Campos
18- Recién - Pedro Laurenz- Alberto Podestá
me abriste una veta para comentar de profundis algunas letras de los tangos cuya profundidad se nos escapa como oyentes por estar prendidos de la voz del cantor,la pondre en practica en mi audicion abrazo troileano juan de boedo
ResponderEliminarMe parece fenómeno Juancho. Abrazote.
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