Está unánimamente reconocido como el gran renovador en la letrística del tango, como él le llamaba a los versos alineados con la música, dentro del género al cual se adscribió como referente. Y lo hizo en una época vital para el mismo, porque Buenos Aires se había abrazado definitivamente a la causa y silbar o cantar un tango por la calle era muy común en esos años de gloria, cuando la radio despachaba tangos a toda hora, y tanto orquestas como cantantes no sabían de pausas en su trabajo diario.
Había llegado de Zárate con aquel ramillete de músicos que se irían incrustando en distintas orquestas de éxito. Homero había estudiado en la Facultad de Filosofía y letras, pero encontró la veta de su talento en la música popular, donde entró con paso ganador, desde aquel tango que escribió con su hermano Virgilio, y que entregó a Libertad Lamarque en una visita casual a la radio. Se llamaba Rodando y Libertad lo estrenaría en Radio Belgrano, sirviéndole de plataforma al joven poeta.
Homero Expósito |
Los temas de Homero reflejan pautas de su vida, de sus arrebatos, sus amores jóvenes, su tierra, la bohemia, el carácter ácrata que les transmitiría su padre. Todo ello envuelto en un perfil poético totalmente nuevo que sirvió para darle jerarquía al tango. En 1939, con sus amigos Héctor Stamponi y Enrique Mario Francini, componen un tango: Bohemio, para poder afiliarse a SADAIC, ya que exigen 5 obras para aceptar a los autores como socios, en la entidad que defiende los derechos autorales. Y escribía Homero en ese tango que estrenó Hugo del Carril por Radio Splendid.
Me siento soñador, tengo la idea
revuelta de proyectos que me espantan...
Mi casa es casi el cielo, una azotea,
y vivo como quiero, a la marchanta...
Y en la segunda parte lo termina así:
Yo sé del vil ensueño y la quimera
porque a cada momento los encuentro...
Lo malo es que me gozo por adentro
con cosas que practico por afuera...
Salí con la linterna y la apagaron,
la apagó la mujer de mi ansiedad,
y dicen que ando a oscuras, más la erraron,
yo sé que me ilumina la verdad.
En sus primeros tangos, realmente hermosos, subyacen astillas de dolor por una ruptura amorosa, sucedida en su pueblo. Pero el poeta lo escribe de una forma totalmente distinta, con un estilo conmovedor y en temas que cantará el pueblo y se bailarán en tantas pistas. Su hermano Virgilio confesaba en un reportaje que le hicieron en la revista Gente, a la muerte de Homero.
- Era un poeta limpio, aunque en sus letras siempe hay alguna cosa fatal, algo que nunca se le dio. En la quiniela de la vida hay un número que nunca le cantaron, que nunca se le dio: cuando era muy joven hubo una novia que no lo quiso. Él estaba muy enamorado en aquel entonces, y es posible que su obra a través de tantos años, haya sido sobre ese problema...
Y tal vez por eso me conmueven algunos temas suyos que he recitado en alguna conferencia, donde he visto el rostro emocionado de quienes los escuchaban con profunda atención.
A sus 25 años escribió con Chupita Stamponi el tango que grabaría Miguel Caló cantando Jorge Ortiz: Mi cantar. Allí vuelve con sus fantasmas y su maravillosa poética.
Mi cantar, es un canto de esperanza,
flor de yuyo, rabia mansa, soledad...
Mi cantar lo robé de las estrellas
con mis manos, con mis penas,
con tu adiós, con tu adiós...
Callejón
de caricias y sonido
que llegando del olvido
dan motivo a la canción,
mi cantar es un canto de esperanza,
es un grito de dolor.
Un ayer de perfumes y de flor,
un adiós sin motivo,
y el rencor de esperar y esperar
que escribió con olvido.
A mí me encanta Yuyo verde, que compuso con Domingo Federico. Allí está el relato y la síntesis de aquella desventura de su vida, pintada de un modo hermoso, sencillo, vital. Lo cantaba una vecina en el patio, cuando yo era un chiquilín y lo recordaba en todos los veranos: "Íbamos perdidos de la mano / bajo un cielo de verano / soñando en vano...". O Trenzas, con Armando Pontier, donde las metáforas poéticas y la genial estructura de los versos merecieron incluso la admiración de Enrique Santos Discépolo que se lo confesó el día en que se conocieron.
Trenzas,
seda dulce de tus trenzas
luna en sombra de tu piel
y de tu ausencia...
Trenzas que me ataron en el yugo de tu amor,
yugo casi blando de tu risa y de tu voz...
Fina
caridad de mi rutina,
me encontré tu corazón
en una esquina...
Trenzas de color de mate amargo
que endulzaron mi letargo gris.
La obra de Homero Expósito es digna de repasar una y otra vez y sumergirse en el fondo de esas poesías impresionantes. Como Naranjo en flor, Quedémonos aquí, Pueblito de provincia, Pequeña, Pigmalión, Percal, Maquillaje, Esta noche estoy de tangos, El milagro, Déjame volver para mi pueblo, Afiches, Absurdo o Al compás del corazón, por citar algunos.
Para recordarlo nuevamente podemos recrearlo en Mi cantar, que Miguel Caló con el cantor Jorge Ortiz, grabó el 21 de mayo de 1943. Y Loco torbellino, que compuso con el pianista Emilio Barbato y lo grabaría Francisco Lomuto con su orquesta y Jorge Omar en el estrillo, el 6 de noviembre de 1941.
Loco torbellino - Francisco Lomuto - Jorge Omar
Mi cantar - Miguel Caló-Jorge Ortiz
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