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viernes, 4 de octubre de 2013

El Strauss del tango

En algún reportaje que le hicieron, hablando de músicos salió el nombre de Héctor Stamponi, el pianista de Campana (Provincia de Buenos Aires) y Ástor Piazzolla dijo que era "El Strauss del tango", lo que habla del respeto que le tenía en el ámbito de la composición a Chupita, como se le conocía en el ambiente tan propicio a los motes cariñosos.

Luego, el propio Stamponi me comentará, acá en Madrid que éso lo había dicho Ástor por los valses que él había compuesto. "Y que me salían naturalmente , sin esfuerzo. Quizás por mi influencia italiana, no lo sé. De todos modos algunos tuvieron cierto éxito y otros menos recorrido".

                                                

Y sin miramos la lista de esos valsecitos la daríamos seguramente la razón a Piazzolla, porque son realmente bellos. Bastaría con nombrar Flor de lino (con Homero Expósito), Pedacito de cielo (con Francini y Expósito), Bajo un cielo de estrellas (con Francini y José María Contursi) o Un momento, que lleva además unos versos propios dignos de un poeta de muy buen nivel:

Adiós, qué raro fue tu adiós
de espina y de jazmín
como una cruz y una caricia.
Tal vez, no comprendí ni presentí
que las estrellas tienen que morir
con los rayos del sol.


Decía Chupita, que "el vals es un género que me gusta mucho porque es cordial, tiene perfume, colorido, romanticismo. Lo que yo he hecho con el vals, es aplicarle nuevas armonías y agilizarlo un poco, adosado con letras valiosas de gente que me acompañó, como Homero Expósito. Traté de hacerlo un poco más ciudadano, porque aquel valsecito de antes tenía reminiscencias de las cosas del campo, aunque también algunos eran realmente preciosos."

 Con Cátulo Castillo compusieron el vals Delantal, que es también muy romántico y entrañable porque contiene recuerdos lindos de amoríos adolescentes.

Delantal, delantal de colegio,
sortilegio de amor de muchacha.
Con sus rachas de viento sutil
me devuelves a veces su viejo perfil.
Delantal, delantal que en la espera
se hizo cerca velando mi ausencia.
Tu presencia se clava en la ojera febril
de un zaguán que murió en otro abril. 

                                                     

Y con otro poeta de primera, Carlos Bahr realizaron Caricias perdidas, donde la nostalgia del amor perdido flota entre las nubes del vals.

Cada noche de mi soledad
la nostalgia te vuelve a extrañar
y un recuerdo que sueña contigo,
cruzando el olvido, te sale a buscar.
Pero es sólo un instante nomás,
porque en este dolor de evocar
me doy cuenta que quiero olvidarte,
que quiero salvarme, que no espero más.


Este hombre que anduvo por México un largo tiempo acompañando a la cantante Amanda Ledesma y haciendo música de películas,  que recibió el Premio Konex en 1985 y 1995 como autor y compositor, tiene su nombre dedicado para la posteridad en la esquina de la Avenida Corrientes y 25 de Mayo. El músico de Campana que estudió a fondo para conseguir todo lo lo que logró con su talento, reconocía como influencias decisivas en su carrera a Julio y Francisco De Caro, Enrique Delfino, Agustín Bardi y Juan Carlos Cobián, nada menos.

                                                   


 Su producción no tiene desniveles y ahí está el ejemplo de sus tangos: Junto a tu corazón, Triste comedia, Quedémonos aquí, Ventanal, Llamarada pasional, Qué me van a hablar de amor, Alguien, romance y tango, Yunquitango, Azabache, y una lista que orilla las setenta composiciones.

Vamos a respetar aquella frase de Piazzolla y esuchamos dos de aquellos valsecitos con perfume 
ciudadano, que diría Chupita. Por Carlos Di Sarli con la voz de Oscar Serpa, el vals Un momento, grabado el 3 de febrero de 1952.  Y por la orquesta Vale Tango dirigida por el amigo Andrés Linetzky, cantando Esteban Riera: Bajo un cielo de estrellas


Un momento - Di Sarli- Serpa

05- Bajo un cielo de estrellas - Vale Tango -E.Riera 












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